Por: Darío Guzmán
Son sustancias que tienen la particularidad de recorrer grandes distancias en poco tiempo. También poseen la característica de acumularse en el cuerpo humano e invadir rápidamente grandes extensiones de agua y suelo.

Se encuentran en la agricultura, en la industria y en el hogar; incluso aparecen “no intencionalmente” después de la ocurrencia de quemas de basuras e incendios en edificios, casas y el bosque.
Se trata de: Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs), productos químicos altamente peligrosos que actualmente se encuentran en proceso de inventario para su posterior destrucción en el extranjero.
En el mundo se ha identificado 23 sustancias tóxicas entre plaguicidas, productos de uso industrial y de generación no intencional.
En Honduras estos químicos tienen varios referentes, entre ellos el DDT, legendario plaguicida utilizado para el combate de la malaria, y los bifenilospoliclorados o PCBs, incorporados dentro de transformadores y aparatos eléctricos.
Pese a su alta peligrosidad, en el país el tema Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs) ha estado bastante desatendido e invisibilizado.

Para enfrentar esta amenaza química, el Estado hondureño se adhirió a los convenios de Estocolmo, Basilea y Rotterdam. Estos acuerdos obligan a ejercer vigilancia sobre la producción, comercio, uso y disposición final de estos productos.
De estos convenios, el de Basilea designa a la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente (Serna) como el ente responsable de ejecutar la gestión de sustancias químicas dañinas.
Consultado sobre estos compromisos internacionales, el ministro de la Serna, Rigoberto Cuéllar, dio a conocer que este es un reto de país no solo de la Secretaría de Recursos Naturales, sino una vinculación interinstitucional que debe asumir liderazgo y beligerancia en un sector que ha estado desatendido.
Ahondando sobre este asunto, Cuéllar pormenoriza: “definitivamente tenemos un problema sobre el que hay poca conciencia e insuficiente información, por lo que todos debemos asumir la responsabilidad de sensibilizar y alertar a la ciudadanía sobre el impacto de estos tóxicos”.

Entre los convenios suscritos, el de Estocolmo dio origen a dos proyectos: El COPs I, ejecutado del 2006 al 2009, y el COPs II, en ejecución del 2011 al 2015.
Fue a través del COPs I que se realizó un primer inventario de químicos peligrosos; encontrándose en la Secretaría de Salud 4 toneladas de DDT y 16 de diversas sustancias contaminadas.
En esta actividad también se identificó 196 toneladas de bifenilospoliclorados( PCBs) en las instalaciones de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE).
En la fase preliminar de este inventario realizado en el 2007, intervinieron el Cescco y la ENEE; contándose con la coordinación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y el Secretariado del Convenio de Basilea.
Y, en la parte final de este conteo químico se incorporó la Serna, el Ministerio de Salud y el Cuerpo de Bomberos.

Entre los productos y equipos impregnados de contaminantes, se identificó 18 marcas comerciales de transformadores eléctricos, destacando entre ellos los de la General Electric, Westinghouse y AllisChamers.
En esta investigación interinstitucional se detectó que los PCBs encontrados estaban en equipos fabricados entre 1950 y 1970.
Explican los técnicos que estos PCBs son productos altamente estables al calor, resistentes al fuego e insolubles en el agua y que, desde 1980 se prohibieron en el mundo por ser altamente cancerígenos.
Sobre este contaminante señalan, que prácticamente no existe información, únicamente hay datos de 1990 cuando se buscó este tóxico en carne de pescado en Utila, Islas de la Bahía.
Retomándolas 18 toneladas de residuos encontrados en Salud y las 196 de la ENEE; constituyen una masa contaminada de 214 toneladas tóxicas.

Este inventario, aseguran sus ejecutores, está embalado y embodegado, listo para su “desintoxicación” en el extranjero.
Sobre la eliminación de tóxicos, el Convenio de Estocolmo fija el año 2025 para deshacerse de los aceites dieléctricos, y pone límite al 2028 para dejar de utilizar el DDT.
En cuanto al convenio de Basilea, este señala que corresponde a la Serna y el Cescco lidiar con estas sustancias, para ello se ejecuta actualmente el proyecto Contaminantes Orgánicos Persistentes, COPs II.
Coordina a nivel nacional este proyecto la bióloga Sara Ávila, quien manifestó al respecto que se encuentran en la etapa de actualizar información y preparar fondos para iniciar los procesos de destrucción de los tóxicos inventariados.
Ampliando sobre estas sustancias, Ávila destacó que: “inicialmente se regularon 12 COPs, principalmente plaguicidas ya en desuso, no así los ´bifenilos´ que aún están siendo utilizados en algunos equipos eléctricos”.

A los 12 COPs iniciales se sumaron 11 más, entre ellos los retardantes de llamas. Estos se encuentran en aceites hidráulicos, transformadores, bombas, pinturas, resinas, barnices y plásticos.
Este elemento también se encuentra en computadoras, equipos de sonido, televisores y teléfonos móviles.
Específicamente sobre este retardante de llamas, el científico hondureño Víctor Meléndez, director nacional de Cescco, explicó: “cuando los aparatos que tienen este retardante entran en desuso y son tirados al ambiente, van degradándose y contaminando a personas, animales y el medio ambiente.
Un caso puntual de afección a humanos ocurre en el departamento de Choluteca, donde la Regional de Salud reporta que de enero a la fecha 36 personas han sido intoxicadas tras asperjar químicos en cultivos agrícolas sin ninguna protección.
En contaminación a animales destacan los entendidos ocurre una especie de cadena tóxica, pues los contaminantes tirados al río van a parar al mar, donde son absorbidos por peces que viven en este ecosistema.
Estos peces contaminados son comidos por aves, y capturados por pescadores quienes al comercializarlos trasladan el veneno a los humanos que consumen esos pescados.

Retomando la lista de los contaminantes COPs, se menciona al endosulfan, un producto utilizado en la agricultura, particularmente en el control de la broca del café. Este producto apenas en el 2012 comenzó a ser controlado por los convenios de Estocolmo y Rotterdam. Sobre esta restricción en el endosulfan se destaca que corresponde las secretarías de Agricultura (SAG) y Recursos Naturales (Serna) compartir la autoridad y responsabilidad para controlar este herbicida.
Pese a esta co-responsabilidad este tema sigue siendo muy irregular, para el caso, hay algunos contaminantes agrícolas que tienen control, mas no los residuos industriales que nadie los atiende.
Sobre esta debilidad institucional y legal sobre COPs, Rigoberto Cuéllar, rector de la Serna, manifestó: “esta es una problemática nueva que ha estado huérfana de atención, pero aún así la enfrentamos decididamente promoviendo la coordinación y fortalecimiento interinstitucional”.
Mientras, Víctor Meléndez líder de Cescco, agregá: “se debe crear un marco regulatorio a manera de herramienta jurídica que permita identificar y almacenar de forma segura estos contaminantes”.

Sara Ávilam coordinadora nacional de COPs II, al terciar sobre este punto, apostó por un fortalecimiento institucional y por la búsqueda de financiamiento y tecnología para construir centros para tratamiento y posterior destrucción de estos residuos en otro países.
Lo exteriorizado por Cuéllar, Meléndez y Ávila tiene un propósito primordial. Este es, proteger a la ciudadanía de las afecciones agudas o crónicas que provocan los desechos químicos COPs.
Entre esos daños se mencionan: erupciones cutáneas, prurito, quemaduras, irritación de ojos, cambios de color de piel y uñas, trastorno en el hígado y sistema inmunológico, irritación respiratoria, dolor de cabeza, mareos, depresión, pérdida de memoria, nerviosismo, fatiga e impotencia.
Aun con estos “espeluznantes” riesgos y daños a la salud, la información y capacitación popular sobre COPs es muy baja. Se sabe que existe una apreciable información institucional, pero esta todavía no se sistematiza y muy poco se transmite.

Refiriéndose a esta invisibilidad, se consultó a Hugo Galiano, director del Programa Pequeñas Donaciones (PPD) de Naciones Unidas, quien manifestó que: “este ha sido un tema marginal; limitado en atención, de un vacío informativo que no permite advertir a la gente sobre el uso y manejo responsable de estos químicos”.
“La dimensión del problema es desproporcionada, hay existencias tóxicas cuyo impacto la gente desconoce, por ello se debe generar información para que las personas se informen y tomen medidas contra sustancias que afectan su comunidad”, recomendó el funcionario.
A tono con lo expresado por Hugo Galeano del PPD, corresponde a los actores COPs ejecutar acciones y socializar las políticas relacionadas con los productos químicos. Está información es vital para los ciudadanos que trabajan, usan o interactúan con estos agentes químicos.
La recolección de 200 toneladas de COPs ya es un avance esperanzador en ese sentido. La idea tal como lo manifiesta Sara Ávila, coordinadora de COPs II es: “prevenir que las personas enfermen o mueran al entrar en contacto con liberaciones tóxicas emitidas por contaminantes orgánicos al respecto persistentes.