La Navidad de los inmigrantes hondureños en el mundo

El abrazo de un ser querido, la comida típica y las tradiciones de una nación son algunas de las situaciones que cada año miles de inmigrantes hondureños no pueden disfrutar en esta temporada navideña.

La necesidad de buscar un futuro mejor para los suyos los obligó a abandonar el país hace algunos años, meses o días.

Navidad-inmigrantes-hondurenos1A pesar que las grandes y pequeñas ciudades se visten de alegría y color, los indocumentados viven con melancolía esta época al no poder disfrutar a plenitud el amor y unión de la Navidad.

Cada luz colgada los hace pensar en cómo se verá en esta Nochebuena su ciudad y aquel que fue su hogar.

La imaginación los remonta a aquellos recuerdos de su última Navidad en el país y el deseo de regresar se intensifica en el interior.

Fotos, mensajes o llamadas hacen menos dolorosa la sensación que les deja el pensar que están tan lejos de sus familiares.

“El olor de la cena que preparada mamá, verla arreglar la mesa son cosas que añoro”, dijo un hondureño que reside en España hace dos años.

Navidad-inmigrantes-hondurenos2“Uno no sale de su país porque que quiere dejarlo todo, sale por la dificultad de conseguir un trabajo”.

Este joven de 22 años que no quiso dar su nombre por temor a ser deportado, ya que en España se están implementando las expulsiones exprés, dijo que la crisis económica que pasa su familia lo obligó a dejar sus estudios universitarios y aventurarse a continuar en otra región.

“Extraño a mis niñas (sobrinas), verlas crecer, disfrutar sus días, pero las fotos y cuando hablo con ellas me llena el alma”, dijo el hondureño.

Por su parte, una la joven de 19 años que se fue en busca del sueño americano hace cinco meses, confesó que extraña no tener la misma libertad.

“No pudo salir, solo del trabajo al cuarto y del cuarto a mi trabajo por el temor a que me regresen a Honduras”, aseguró.

Al preguntarle por qué decidió cruzar el peligroso camino, acotó que la necesidad de ayudar a su madre le dio fuerzas.

La mayoría de los migrantes pasan estas festividades solos, trabajando o con otros compañeros de países vecinos.

No importa en el lugar o la compañía, para ellos que viven ilegales en otras naciones el deseo es el mismo: ver una vez más cara cara a su madre, hijo, cónyuge o amigo.

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