Se despide el pelirrojo

Por: Jacobo Goldstein. Cuando mis padres en 1948 me mandaron los EE UU a estudiar y aprender inglés, mi primer paso fue pasar seis semanas en Nueva York, en casa de una tía, que vivía en Brooklyn.

No muy lejos estaba el Estadio de los Dodgers y allí vi mi primer partido de béisbol. Era el segundo año en las grandes ligas de Jackie Robinson, el hombrer que rompió la barrera de color.

Desde ese junio hasta la fecha, los Dodgers (Esqujivadores) han sido mi equipo, o sea estoy hablando de 68 años de ser fiel seguidor de esa escuadra.

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