Un llamado a la conciencia…

Por Mario Mencía Gamero

Sin rencores, sin odios ni prejuicios, dedicamos estas notas al señor Presidente de la República, y a los dirigentes de todos los partidos políticos a quienes respetamos con nuestro sincero deseo de que reflexionemos y rectifiquemos y como dijo el mismo Presidente; él siempre sigue los consejos de su padre, y como yo también soy padre me tomo la libertad y el descaro de ofrecerle un pedacito de nuestra historia nacional que atrasó en su tiempo el desarrollo de Honduras: la dictadura de Tiburcio Carías Andino.

Escribir por escribir no es mi intención, pero cuando argumentamos y respaldamos lo que hacemos, nuestro pensamiento obra como una conciencia crítica que respaldan la sociología y la historia que hemos vivido: “casi 100” dedicados a estudiar los fenómenos de una sociedad anarquizada y mercantilizada por las debilidades manifiestas de pueblos que se debaten en la pobreza, la abyección y el sometimiento de su dignidad, es preferible entonces seguir así o declarar sin ambages no siendo cómplices de los oscurantismos en que hemos sustentado nuestra existencia humana, y nuestra fementida independencia como pueblo soberano”.

Yo viví la dictadura de Tiburcio Carías Andino, y sé perfectamente cómo empieza un régimen dictatorial, pero me incluyo a sospechar la catástrofe en que culminará si se consumara tal hecho, y en qué medida atrasará el futuro de nuestro pueblo. Los ejemplos de la cultura humana son plausibles y están allí, a la vuelta de los siglos y a la orilla de la historia del hombre de hoy. Adolfo Hitler inyectó en la mente de la juventud germana la superioridad de la raza ária, y exterminó a millones de judíos en los campos europeos, achicharrando a seres humanos como desperdicios en la mayor carnicería que sufrió la raza creada por Dios. La revolución rusa estableció un concepto distinto de exterminio para llegar al poder e insufló en el pensamiento del pueblo ruso “la razón de un materialismo dizque científico y los jerarcas de esa idea que dirigieron su revolución socialista se hicieron multimillonarios en la distante ambición de construir una patria proletaria, transformada hoy en una nación semicapitalista constituida como la tercera economía del mundo, la Revolución Francesa abolió la monarquía de los Luices y cortó las cabezas de los dirigentes monárquicos dando pie a la república, constituyéndose hoy por hoy en un país con altos niveles culturales con el advenimiento del renacimiento, que ha revolucionado la historia de la humanidad en los avances de la ciencia y la cultura. La China Continental cambió su destino gracias a dos enormes imágenes de hombres de estado como Zhou Enalai y Mao Tse-tung, estableciendo los parámetros de la cultura popular que transformó los cimientos de 1,400 millones de chinos que viven, comen y trabajan bajo la tutela de una gran nación considerada la segunda economía del planeta si no es ya la primera, exportadora de productos hacia el universo entero, que antes eran parias en sus propias tierras azotados por los sampanes en que se morían de hambre más de 1,000 millones de seres humanos.

En medicinas se aplica el principio que es mejor prevenir que lamentar y este principio debe ser aplicado en esta hora crucial para Honduras, debatida y azotada por una explosión de fuerzas políticas que se disputarán el poder el 26 de noviembre del presente año.

El actual presidente Juan Orlando Hernández que se ha quitado deliberadamente su apellido, ya sea por fetichismo o porque se considera habitante de otra galaxia. Pues tiene controlados todos los poderes del Estado hondureño sin descaro alguno, haciendo campaña política sin haber renunciado a la Presidencia del país como debería ser, contrariando ostensiblemente la Carta Magna de Honduras, pero convengamos en que la única forma de pararlo es el Departamento de Estado de los Estados Unidos o como se está vislumbrando ya, una oposición sólidamente amalgamada por los partidos políticos que impide el comienzo de una dictadura, cuyas consecuencias hemos sufrido los hombres y mujeres que nacimos, sufrimos y vivimos después de los años 20 del siglo 19.

Los hondureños, y aunque muchos no entienden la política como una ciencia somos sensatos e imaginativos y aunque con zapatos raídos y vestidos con harapos iremos a votar el 26 de noviembre por hombres y mujeres honrados que no se venden ni se compran, ni cambian sus votos por una porción de comida ni por las prédicas populistas que solo nos llevan al atraso y al subdesarrollo que hemos vivido por los siglos de los siglos.