Leda Lozier.
Durante uno de mis viajes de investigación sobre violencia y sus representaciones en la actual producción cultural y literaria en Honduras me encontré con el libro Virgen y otros cuentos del escritor sampedrano Kalki Martínez. Esta obra compuesta por cinco cuentos nos adentra a diferentes experiencias y expresiones de afectividad. En virgen y otros cuentos el diario (con) vivir con la violencia va más allá de relatar anécdotas. En esta obra se narran experiencias relaciones afectivas negativas o como lo llama Sianne Ngai esos “ugly feelings o sentimientos de lo feo”. La obra de Martínez nos muestra como estos “sentimientos de lo feo” moldean el comportamiento de los individuos sumergidos directa e indirectamente en el mundo de violencia urbana en Honduras.
Martínez con un lenguaje claro y verosímil, por un lado, narra historias que a través de la transmisión de la memoria se desvela como la violencia lleva a la animalización de algunos sujetos tal y como sucede con el personaje de Gordo en el cuento “El hombre y el perro”. Mientras, por otro lado, se narran historias en que la violencia provoca sentimientos de paranoia y alienación, venganza, enojo y miedo, pero que al mismo tiempo son estos sentimientos los que motivan a actuar, a enfrentarse con la violencia y a convertirse en perpetuadores de violencia como es evidente en el cuento “Quince para las doce” y “Dingo”. Pero, es “Virgen” el cuento que mejor engloba la temática las relaciones afectivas y sentimientos feos en esta obra. En este cuento, Martínez lleva al límite las relaciones de violencia con la historia de Suyapa, el personaje principal, quien vive la violencia desde la intimidad de su casa hasta la violencia en las calles. A Suyapa la violencia de vivir en un barrio marginal ha moldeado su identidad y comportamientos violentos, un hecho que en muchas maneras representa la condición de muchos y muchas jóvenes en nuestro país.
En resumidas, En Virgen y otros cuentos, se visualizan los espacios en que las relaciones afectivas de violencia o esos “sentimientos feos” entre los personajes nos tocan y, como bien dice el mismo Martínez, nos incomodan. Sin dudas es este sentimiento de incomodidad en la ficción de Martínez una razón más para leer su obra.
Y, para entender cómo es ficcionalizar sobre la violencia desde Honduras, un país hermoso pero violento y violentado Kalki Martinez nos cuenta:
1. ¿Cómo surge “Virgen y otros cuentos”?
Virgen y otros cuentos es la necesidad de dejar un registro del mapa de violencia en todas sus formas posibles, que es anacrónica en este país, y que como pueblo hemos vivido. Esa intención de registrarla es en especial con esos personajes sin voz, el pueblo de a pie que solo es número de estadísticas para los gobiernos y la clase política. Escribo desde ellos para que la memoria de esta Honduras no siga siendo tirana, como si viviésemos en un estado perenne de amnesia. Por eso los relatos que aparecen en este cuento abordan la Honduras desde 1980, que es el año que nací, hasta las postrimerías del año dos mil cuando el huracán Mitch cayó y destruyó Honduras. Esa es la Honduras que está en éstos cuentos.
2. ¿Cómo ha recibido el público tu obra?
En realidad sería muy imprudente hablar por todos ellos, sin embargo Virgen y otros cuentos me ha dado sorpresas gratas que van desde correos de padres felicitándome, hasta jóvenes que me han regalado dibujos inspirados en los cuentos del libro, y caricaturas sobre mí. En algunos conversatorios de universidades y colegios que me invitan crean murales hermosos, y uno que otro joven con intención de escribir me ofrece sus creaciones literarias para que se publiquen, dicen ellos que esas historias les dan ganas de escribir. También he notado, no quiero generalizar, que mis lectores más fervorosos son los jóvenes, muchachos entre 15 y 28 años. Con respecto a mis contemporáneos, he encontrado apreciaciones que lindan entre el pudor y el recato, y es lógico, nuestra generación fue educada e instruida en la escolástica, en una visión idealista sobre lo correcto, por ello tienden a confundir al escritor con los personajes, se sienten ajenos a sus giros lingüísticos o comportamientos. He gozado que hay quien me sugiere que los personajes hablen de otro modo, como Flannery O Connor dice: “Un modismo caracteriza a una sociedad. No se puede extirpar a un personaje de su sociedad por cómo habla y decir mucho acerca de él como individuo. No se puede decir nada significativo acerca del misterio de una personalidad a menos que se la inserte en un contexto social creíble y significativo”. A algún público les cuesta entender eso, reaccionan con aspavientos y no recuerdan que están en el país que es el más corrupto del mundo o el más violento, creen que la literatura es de función exclusivamente moralizante, y es que Virgen y otros cuentos no es que no lo sea, educa desde el mal. Por eso agradezco infinitamente, no tengo como retribuirle a cada maestro de universidad y de colegio que me ha apoyado en esta aventura quijotesca; pero también están los otros, los que bajo la excusa de que es un libro “comprometedor” se eximen, ellos tienen la responsabilidad de acompañar en la hermenéutica a los estudiantes, pero bueno, Virgen y otros cuentos es de esos libros que te escupe la cara, te dice lo que somos como personas y país, y eso incomoda.
3. ¿Cómo surge tu gusto por el cuento?
Sonará a cliché, el cuento debe ganar por “nocaut”, y es así como la vida, y el sector sureste de la ciudad donde crecí me ganaron de todas formas, derribándome a puros golpes. Así fue como también crecí leyendo libros que mi padre regalaba a mi hermana, en esas efímeras visitas a casa después de la separación con mamá. Poe, Quiroga, Salgari, fueron quienes me sostuvieron durante esos años de intentar sanar todo lo que en derredor me aterraba y dolía, después vinieron Cortázar, Borges y Chejov. Hubo novelas también, pero mi amor por el cuento era darme cuenta y saber que no es cualquiera el que con pocos pincelazos pude construir algo, no solo es el lenguaje, que es donde descansa todo, es tener algo que decir, y siempre tener el compromiso de entretener y comunicar emociones y sentimientos sin expresarlos, solo evocarlos o sugerirlos, porque esa es la gracia del cuento. En los conversatorios digo: hay autores que preguntan, hay otros que contestan, hay otros que explican, y otros, ahí estoy yo, solamente sugerimos, porque en el cuento a diferencia de la novela, sus enunciados son quienes construyen la historia, con poco debe decirse mucho, en la novela hay que vaciar todo el contenido del tintero, y en eso hay peligro, porque por ser el género por excelencia para “narrarlo todo” algunos autores caen en el exceso, en formas donde la verborrea es terrible, puras galimatías.
4. En varios de tus cuentos la problemática de la violencia está presente, incluso la violencia de las maras y contra la mujer ¿Cómo ha sido tu experiencia de escribir sobre la violencia en Honduras?
Mi madre tuvo un pequeño comercio que por horas del día yo regenteaba. Estaba situado en el sureste de la ciudad, y colindaba con tres zonas que en aquellos momentos les llamaban invasiones. Ahí convergían todos, los que vivían en casas con hipoteca y aquellos de los que estos se quejaban, los “otros”, que impulsados por necesidad de vivienda se asentaron en los alrededores. Desde ese mirador, por así llamarlo, me convertí en un anacoreta, también fue donde sufrí mi primeros desencantos con la humanidad, seres que se practicaban el desprecio, que sufrían la austeridad económica pero eran pretenciosos, como esa familia que Roberto Castillo propone en “Anita la cazadora de insectos”. Ahí vislumbre y asistí al derrumbamiento de la clase media o la idea de la misma, que pasó de ser excluyente y altiva a convertirse en lo que despreciaban, incluyo a mi familia por que las consecuencias de un estado fallido y su inestable economía y la ausencia del derecho nos ha llevado a todo esto. No todo fue malo ahí, también conocí personas muy nobles, con grandes necesidades y limitaciones económicas, pero de una dignidad inmensa, personas que ahora son como un milagro encontrarlas. Así que antes de llegar a los libros primero conocí a las personas. Podría, a manera de divertimento, escribir una “taxonomía” de las personas de la sociedad hondureña. Pero por ahora me quedo en este párrafo de la violencia en todas sus formas, porque la conozco, la he padecido, me he revestido y disfrazado en ella para sobrevivir. Ahí perdí la inocencia, me corrompí, entrené mi alma y mi comportamiento y mis respuestas para coexistir con todos a los que ahí trataba y sigo tratando. Aprendí a mentir, que es la primera gran enseñanza de la literatura para ejecutarse, de la narrativa propiamente, mentir bien como dice el personaje de Piglia en Prisión Perpetua, una mentira que se construye sobre las ruinas de la realidad. Con respecto a la mujer y su degradación en este país, recuerdo el caso del asesinato de la doméstica en los 90s, así como también de Ricci Mabel Martínez. Honduras es actualmente el escenario mundial del femicidio o feminicidio, lamentablemente. El cuento Virgen es una pieza del martirologio acerca de la vida de la mujer hondureña. El relato no descansa en el lugar común del asesinato, se reconstruye una breve biografía donde Suyapa es transgredida por su propio padre, sus maestros, sus vecinos, es excluida y marginada de toda institución social, asistimos a la corrupción y degradación total de un ángel hasta llegar a su muerte. Con respecto a las maras, estas comenzaron a establecerse a finales de los noventas, su primer prototipo era apenas grupos de muchachos en disputa territorial, después, un modelo importado desde el imperio, producto de la misma exclusión, la miseria y la pobreza que nuestros compatriotas sufren por allá y esas estructuras crecieron y comenzaron con ventas de droga, sicariato, hasta hace poco que evolucionó, acuerpadas de las facciones corruptas y podridas de los cuerpos de seguridad del estado, y se convirtieron en parte de la estructura del hampa y crimen organizado: extorsión, tráfico de drogas, ¿Es acaso la mara que nos retrata Rafael Ramírez Heredia en su novela la misma que después evolucionó acá, y que tanto le ha servido de eslogan y como excusa a los gobiernos para sus campañas políticas y promesa de componer este remedo de país?
- En agosto de este año, tú, Gustavo Campos, Jorge Martínez y Kalton Brühl tuvieron un encuentro literario llamado “Nuevas voces de la narrativa hondureña” Explícanos ¿Cómo es ésta nueva narrativa? ¿Tiene un nuevo estilo o forma?
Para empezar quiero decir que no soy adepto a cofradías, por principios. Pero también dejar claro que respeto cada uno de los trabajos que cada escritor en este país produce, no me importa si es bueno o malo, ya es bastante loco escribir o dedicarse a ello en esta aldea, así que el juez supremo de los buenos libros que sea el tiempo.
Con respecto a ese encuentro literario, es lo que se debería hacer con más continuidad, cada vez hay más artistas por promover en este país, en todas las artes posibles. Me decía el hermano de otro escritor: “acá en Honduras es divertido ver como 10 narradores son enemigos entre sí, en vez de apoyarse” y algo en sus palabras no deja de tener razón, pero yo aclaro, no es enemistad, sí quizá competencia, innecesaria. Lo que Jorge Martínez, Gustavo Campos, Kalton Bruhl y yo hicimos fue promovernos, algo que nadie, absolutamente nadie hará por nosotros. Y si los espacios que nos proporcionan son vitales, como la UNAH donde gentilmente nos lo permitió Julio Escoto, lo haremos. Con respecto al título de la presentación, fue Jorge Martínez, quien lo escogió, y también causó malestar en otros escritores, incluso hubo sorna, yo vi divertido el asunto. En cuanto al estilo, creo que tanto Jorge Martínez, Gustavo Campos y Kalton Bruhl, hacen lo suyo, yo, lo mío, no me toca hacer de crítico, apenas tengo tiempo para escribir y cuando sucede, reescribo, edito. El visitante, Papiro y Los Inacabados, libros de estos tres cofrades son buenos y sobrevivirán a través del tiempo. Atención especial merece Dennis Arita con sus dos libros de cuentos, será, en un futuro, referencia de la innovación literaria. Yo lo he disfrutado mucho y merece ser incluido en la lista de lecturas necesarias sobre la nueva literatura hondureña, que como acoté anteriormente, merece revisionismo.
- ¿Qué más quieres que sepa el público sobre Kalki Martínez y su obra?
El público podrá acercarse a mis sentimientos y emociones, a mi cosmovisión leyendo lo que escribo, se dice que el arte es un espejo, Brecht decía que es más bien el martillo que rompe ese espejo, eso se parece a lo que Piglia dice sobre como la literatura trabaja con la ruinas de la realidad, también así trabajo yo, desde cada partícula reconstruyó la idea de la humanidad. ¿Qué significado hay en ese sándwich de cerdo que una pareja comparte; que niños digan que no saben cantar ni orar; que un grupo de personas adultas vejen a un niño prendiéndole fuego a sus deditos? Quizá muestran de qué estamos hechos nosotros los seres humanos. En mis libros yo estoy a partes iguales con el colectivo, y es ese espejo roto y sucio quien nos lo muestra, el retrato de una época visto con lupa. En cuanto a mi persona, llevo esa mancha indeleble de ser hijo de Caín, me traiciono a diario equivocándome, soy como Cheever un observador empedernido. Amo mi profesión como profesor, pero en Honduras cada día hay que reinventar la cátedra, se trabaja, al menos en el sistema público, con las uñas. Tengo un aprecio genuino por mis estudiantes. Pocos conocen verdaderamente mi corazón y sentimientos, quisiera decir como el personaje de Márquez en el amor en tiempos del cólera y decir que mi corazón tiene más cuartos que un hotel de putas, pero no, en el mío sólo vive quien yo quiero, porque cuando amo es de verdad y me es difícil no mostrarlo.
- ¿Qué más podemos esperar de la obra de Kalki Martinez?
Yo tengo muchos planes para publicar otros libritos, pero como me peticionaba con vehemencia por ahí, en una nota una joven estudiosa del CURN, que yo estaba a tiempo de retirarme de la literatura y que no publicara más libros. Lamentablemente la defraudaré, y quizá a otros también. Amenazo con publicar en diciembre de este año o enero del próximo “Palabras en la oscuridad” mi segundo libro de cuentos y muy diferente a “Virgen y otros cuentos”. A finales de 2019 mi primera novela que ya lleva como 10 nombres tentativos, creo me quedaré con “Perfil de marido” que es un versión más profunda y detallada de la temática del cuento el “Rostro del amor”. Y si gozamos de buena salud y no nos hemos ido en una de las caravanas, en 2020 publicaré la parte última de este tríptico de relatos que me he propuesto. Ya ve que pese a que mi libro es desesperanzador, hay mucho de optimismo en mí, pienso mucho en el futuro en un país que apenas sobrevivimos al presente.
LEDA LOZIER:
Leda Lozier enseña español en Morehouse College y en la Universidad de Georgia, donde es candidata al doctorado en Literatura Latinoamericana. En el 2012, recibió una maestría de la Universidad de Iowa, donde se enfocó en estudios de género en narrativa escrita por mujeres en la Literatura Medieval, Siglo de Oro y Colonial. Su investigación actual tiene intereses relacionados con la producción cultural centroamericana; narrativa contemporánea, cine y performace.