Acuerdo del diálogo

Por Armando Cerrato

El Presidente de la República, Juan Orlando Hernández Alvarado, fiel a su palabra y vocación democrática envió al Congreso Nacional los acuerdos consensuados en las cuatro mesas de diálogos político organizadas y supervisadas por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

A los diputados oficialistas y sus aliados y también los de oposición toca tomar la decisión correspondiente para que el consenso logrado por representantes del gobierno, el Partido Nacional, Salvador Nasralla y el Partido Liberal bajo la dirección de Igor Garafullik, estos acuerdos se conviertan en ley de la República y por lo tanto de obediencia general indiscriminada.
Una vez que la ley sea puesta en vigencia no valdrá, pero alguno para infringirla o cuestionarla, mucho menos bajo el alegato de “yo me retiré de las mesas de diálogo”.

Alegato que desde ya empieza a argumentar negativamente Salvador Nasralla y los agentes designados por él para representarle en el diálogo que no se culminó al negarse las otras fuerzas participantes a cumplirle su capricho de que el gobierno de la República decretase una amnistía para un grupo de vándalos capturados y enjuiciados por sus actos de pillaje y violencia extrema postelectoral que él considera presos políticos a pesar de que fueron cogidos in fraganti, por lo que aseguró que no le quedaba más que “llamar el pueblo a la insurrección”.

Para este seudolíder incendiar el país es la única solución para terminar de destruir la unidad, por la que tanto lucha la sociedad nacional que busca desarrollarse en paz para ponerse a tono con el mundo actual de manera civilizada y desterrar para siempre la violencia de sus actuares políticos y de otra índole.

Esperemos que el Congreso  actué acorde al interés nacional y convierta en ley los acuerdos logrados y que los entes jurídicos respectivos castiguen la intransigencia, infidelidad y las actuaciones anárquicas de quienes solo piensan en el beneficio personal valiéndose de un presunto cansancio del electorado nacional que aspira a cambios profundos en la política vernácula.

Los hondureños esperamos de los llamados “padres de la patria” (¿?), actúen deponiendo sus intereses de grupo, bando y personal en aras de que la sociedad hondureña marche por el camino correcto en su búsqueda de justicia, seguridad, salud, vivienda, empleo y educación integral de la mano de líderes verdaderos no populistas ni paternalistas sino parados en la realidad y viendo el bosque sin el obstáculo del árbol que tienen en frente.

Todos los ciudadanos estamos a la expectativa del actuar de quienes representan nuestra voluntad soberana cosa que solo puede ser demostrada votando a favor de los acuerdos logrados en las mesas de diálogo.