AGUA, ALCALDÍA Y CONCESIONES

EL director de Infraestructura de la alcaldía y a la vez gerente del desfallecido SANAA, encargado de repartir esas obras de infraestructura por contratación directa a las empresas constructoras en la capital, ahora anuncia que van a concesionar el servicio de agua potable en la ciudad a alguna compañía privada que se gane la regalía de 25 a 30 años. No especificaron si se trata de empresas nacionales o transnacionales. La noticia debería ser motivo de alegría para los abonados que sufren groseros racionamientos del líquido durante todo el año –aún durante la época lluviosa que la echan unas dos o tres veces a la semana– como para la otra mitad de los vecinos que habitan en las periferias elevadas. En los denominados cinturones de miseria que rodean la ciudad, que nunca la reciben y dependen de las cisternas o de los baldes de agua que acarrean a tuto por largas distancias para el consumo del hogar y la higiene personal.

Sin embargo, muchas de esas obras concesionadas a conglomerados extranjeros, como esos que manejan el peaje –que cobran, según denuncias publicadas en su momento, en tramos de carretera que ya habían sido construidos y financiados con recursos ajenos al concesionario– acaban siendo un atraco. Pese a hacer clavos de oro con la concesión, jamás se interesan por promover buena imagen dentro del público local. Para que no los vean como aprovechados que solo vienen, sin más ni más, a usufructuar los recursos estratégicos del país, sin conciencia alguna sobre las necesidades sociales. Peor aún cuando, en la medida que el sigilo lo permite, suben las tarifas cuando les ronca el apetito, dejando al público con el solo recurso del pataleo ya que no puede prescindir del caro servicio. Ahora, en lo que toca a la municipalidad capitalina. No hay duda que el alcalde goza de buen prestigio por la forma cómo le está cambiando el rostro a la ciudad. Aunque sobre los subalternos que concesionan las obras ya especulan –habría que constatar si se trata solo de un chisme– que muchos de los trabajos se reparten entre un círculo de favoritos. Aparte que sigue paralizado el Trans-450 que originalmente se dijo sería operado por la alcaldía como alternativa al transporte privado. Por alguna extraña razón, sobre la que nadie quiere dar explicación, acabaron cediéndolo a los mismos propietarios particulares del transporte que en exclusiva explotan el rubro.

En repetidas ocasiones hemos solicitado alguna explicación al banco internacional que financió el proyecto, ya que presumiblemente el BID cuenta con cierto prestigio y no se mete a prestar dineros para proyectos que se promocionan al público de una forma y terminan en otra muy distinta. Sin embargo, también allí, a falta de agilidad de los periodistas que no escarban en el tema, cuando el funcionario internacional concede entrevistas, no hay explicación alguna cuando sale por la tangente. Ello es ofreciendo seguridades que tienen recursos disponibles para terminar el proyecto inconcluso, pero nada dice sobre las razones por las cuales terminaron trasladando algo concebido como transporte público municipal, a consorcios privados. Así que, con esto del agua potable, es necesario que desde un inicio haya claridad sobre las pretensiones y el alcance de esas concesiones que anuncian. No sea que más adelante, con el pasar de los años, los capitalinos se desayunen con que les ofrecieron una cosa y terminaron dándoles otra.