Don Quijote de la Matrix

Por: Otto Martín Wolf

Como soy del convencimiento que no muchos lo han leído y que muchísimos más no saben de su existencia o siquiera el tema de una de las mayores piezas de la literatura universal, haré un pequeño resumen.

Vamos, siga leyendo, será increíblemente corto, no tenga pereza.

A fuerza de leer novelas de caballería el cerebro de un hombre se ve trastornado y decide él mismo convertirse en “Caballero Andante” y salir al mundo a deshacer entuertos y a luchar por la verdad y la razón.

Enloquecido, Don Quijote de la Mancha se enfrenta a un mundo imaginario, paradójicamente muy ligado al verdadero, llegando a confundir molinos de viento con gigantes.

No muy diferentes a los monstruos imaginarios que algunos vemos cuando perdemos la perspectiva de la realidad o las noticias y el estrés casi nos vuelve locos.

En la actualidad, mente y vida de cuántas personas se ve afectada, no por las novelas de caballería, sino por toda la información falsa o verdadera, fantasiosa o realista que se publica permanentemente, 24/7, como Cristiano Ronaldo.

Cuántas son aquellas que en este momento no pueden separar la verdad de la fantasía proveniente de las redes sociales?

Son los modernos “Quijotes”; anticipados brillantemente por Miguel de Cervantes (autor de El Quijote para los que siguen ignorando de lo que estoy hablando).

El maravilloso dispositivo inteligente llamado “celular”, en poder de la mayoría de la gente de todo el planeta, capaz de ofrecer en un instante toda la ciencia, toda la historia, todo el conocimiento de todos los tiempos, de todas las áreas, es utilizado -no como la mejor herramienta de aprendizaje creada por el hombre- sino como el mayor esparcidor de chismes y falsa información jamás concebido.

Libros, periódicos, radio y hasta la televisión convencional han sido reemplazados por los celulares, fuente de información, comunicación y desinformación favorita de la humanidad.

El cerebro de la mayoría de los jóvenes -y no pocos adultos- ha sido lavado y apropiado por “el cel”, aparatito que recibe antes que nadie los buenos días de su propietario y también las buenas noches al final de la jornada.

Es un moderno “ángel de la guarda” del que no se alejan ni de noche ni de día.

Expuesto el asunto le diré lo que, tristemente, pienso de ese problema: no tiene solución.

No hay manera posible de separar a una persona de su “cel” -no digamos a los jóvenes- y tampoco de controlar la calidad de la información, diferenciar la verdad de la mentira, deshacerse o controlar todos esos “influencers”, la mayoría verdaderos ignorantes estúpidos, pero no tanto como sus hordas de seguidores.

China, de manera pragmática, está legislando en ese sentido. De momento es obligatorio poseer un título universitario para salir en las redes con ciertos temas, como Derecho y Medicina.

Pero aún ahí, un estado totalitario, es prácticamente imposible evitar el perjuicio público de las “redes desencadenadas”.

Como dije, el asunto no tiene remedio, hay que aceptarlo como inevitable.

Ya, en ese punto, lo único que se me ocurre es especular lo que será del mundo -y toda su gente- dentro de 50 años, cuando no existan trazas de las generaciones que vivieron sin celular y cuyos habitantes no podrán saber cómo eran las cosas antes de su llegada (porque no lo tratarán de averiguar en sus dispositivos, eso está claro).

Habrá algunos cuantos -siempre los hay- serán “ermitaños del saber”, gente aislada que sabrá cómo debieron ser las cosas y no en lo que se transformó la civilización, pero serán los menos, muchos menos de los que en la actualidad han leído El Quijote.

Pero el resto, la enorme mayoría, vivirá en su “matrix”, creyendo que la realidad es lo que dice su dispositivo, su inseparable celular, su Sancho Panza electrónico.

Y quiénes controlarán esa información?

Todo mundo, todos podrán exponer sus ideas, sus teorías idiotas o inteligentes, sus verdades o mentiras.

También, como ya está sucediendo, políticos y comerciantes la utilizarán para vender sus ideas y sus productos.

Se ha fijado que cuando busca algo “en línea”, casi inmediatamente se ve inundado de ofertas, de mensajes de gente que quiere venderle algo, sospechosamente muy similar o relacionado con lo que usted preguntó?

Es la tecnología al servicio de la comercialización discriminada, que permite ofrecerle directamente, lo que usted cree que necesita.

No son anuncios lanzados masivamente como con escopeta por un canal de televisión, son mensajes disparados con mira telescópica de alta precisión, diseñados especialmente y apuntando directamente a usted.

Pero no sólo de productos comerciales, eso no sería un problema tan grande, se trata de lavados de cerebro masivos realizados por implantadores de ideas al estilo de lo anticipado por la película “Inception”, de Leo DiCaprio.

Ya está sucediendo, ya están transformando nuestra realidad en la de ellos.

Y no hay nada que usted pueda hacer, no hay escape.

Me temo que ya estamos todos, como modernos Quijotes, viendo como las torres de antenas de celulares se convierten en gigantes, mientras cabalgamos por las manchegas llanuras de La Matrix.

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