Honduras: entre realidad y espejismo

Por: Marcio Enrique Sierra Mejía

El triunfo electoral del Partido Libre y, con ello, la conquista del poder de gobierno por los socialistas anidados, detrás de la Presidente en turno, quieren marcar historia política; sin embargo, han traído más problemas que soluciones. Y en Honduras, la ola de desilusión se agiganta y la crisis política se calienta. Parece haber causado un efecto de revitalización política en la oposición sobre distinguir entre realidad y espejismo. La realidad se observa en el intenso malestar social con el gobierno de Libre, inmerso en un sorprendente desgobierno que atenta las expectativas gubernamentales a corto y mediano plazo. El espejismo se esconde en la falsa percepción de buen desempeño gubernamental que creen beneficia al pueblo, no obstante, el mal desempeño público que se debe medir en aras de la consolidación de un nuevo gobierno democrático distinto al que quieren imponer.

Si algo está claro en la dinámica de descontento popular que ha cobrado fuerza, es que, en ellas, está la clave para superar la debilidad electoral demostrada por la derecha democrática en las pasadas elecciones generales y la posibilidad de ganarlas a través de una nueva dirección política transparente, inclusiva e intolerante con la corrupción, efectiva para sostener la capacidad de agitación. Los socialistas, ya no pueden ocultar la violación a las normas jurídicas del Estado de derecho, necesario respetarlas para lograr la interrelación equilibrada del Estado, la sociedad civil y el mercado, y de esa forma, alcanzar el desarrollo económico, social e institucional estable. Tampoco, la actitud autoritaria y de parcialidad jurídico política en la forma de aplicar la justicia, favorable para los que son adeptos del partido Libre, pero desfavorable para los que no los son y les adversan. Sería conveniente comprobar, mediante sondeos, la dosis de aceptación que tienen el actual gobierno e ir contrastando la evolución de este indicador, y si se constata la caída, entonces, aprovechar esa oportunidad, para fortalecer las posturas politicas en la arena política y el debate que se produce. También es importante verificar hasta qué punto las fuerzas de la derecha democrática, han alcanzado solidos niveles de aceptación popular en torno al desgobierno que tiene el Partido Libre, capitalizando la disconformidad social a favor de un cambio en la ruta que sigue el gobierno.

El entusiasmo de Tomas Zambrano, al ponerse de punta de lanza de la protesta para acentuar el desgaste del gobierno, debe ponderar la posibilidad de que dicha actitud, permita configurar un espacio político para establecer alianzas que hasta ahora se ven irrelevantes. Ciertamente, dicho espacio debe trascender en las municipalidades para crear una especie de plataforma política democrática, en que las fuerzas de derecha, puedan apoyarse para retomar el poder de gobierno como alternativa sólida de apoyo al proceso de lucha política.

La desvalorización de la alternativa de promover alianzas politicas a corto plazo es algo que deben calibrar las fuerzas de derecha, pero este análisis debe tomar en consideración que, hoy por hoy, en la democracia hondureña han sido las alianzas que ha establecido la izquierda, las que tomaron la delantera. Bien puede lograrse el entendimiento con fuerzas de centro-derecha, para impulsar proyectos nacionales de gobierno. El despertar del fulgor popular en contra del gobierno socialista, hace tomar en cuenta que la mayoría ciudadana hondureña, tiende a identificarse con posiciones moderadas, por mucho que su malestar coyuntural les lleve a expresarse con ahínco en las calles.

Dada la caída de la derecha de su posición gobernante, de ahora en más, se debe reconocer la necesidad de hacer surgir nuevas derechas, diferentes a la derecha que ejerció el gobierno en ciclos de gobernanza pasadas. En las que, estas impulsaron transformaciones, asociadas con el enfoque económico neoliberal y políticas sociales asistencialistas. La llegada de la izquierda al poder advierte a las nuevas derechas que, deben propiciar, un amplio debate en torno del llamado “a la democracia participativa y la economía social de mercado” que, desde la base de la competencia, combine la libre iniciativa, con un progreso social asegurado que evita la concentración del poder privado. Y, además, que luchan por la consecución de la justicia social. Ya no se puede seguir aceptando que la injusticia que nos rodea sea permanente en nuestra sociedad.

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