Por: Carlos López Contreras*
1ª. Consistencia y el abuso del poder. En política exterior deberíamos perseguir nuestros objetivos estratégicos nacionales gozando de credibilidad, si somos consistentes, en lo interno y en lo internacional. La consistencia es un valor que debe mantenerse a toda costa porque somos un país que nos presentamos ante el mundo como democrático y, en tal sentido, deberíamos cuidar tanto la sustancia como la imagen del Estado de derecho. No basta con machacar las palabras de honestidad, transparencia y respeto de la institucionalidad. La esposa de César no solo debe ser transparente, sino que también debe parecerlo. A esos conceptos de buen gobierno, hay que darles una vivencia palpable, traducirlas en eficacia, es decir, en un gobierno sometido al derecho.
En América Latina, el primer paso hacia el abismo de la corrupción y la impunidad ha sido la ambición que conduce a los políticos al abuso del poder.
Como ciudadanos responsables de las futuras generaciones, tenemos la obligación de erradicar ese flagelo desde su origen, por convicción nuestra, no por imposición externa. El medio más adecuado es la educación y la cultura. Porque el abuso y desviación del poder es un resabio que, en parte, nos queda de nuestro arribo a la independencia. Y está incrustado en el ADN latinoamericano desde entonces. Los nuevos gobernantes republicanos, con heroicas excepciones, se autoproclamaron sucesores de los virreyes, de los capitanes generales y de los gobernadores. Y si eran sucesores en el poder político, también se consideraron sucesores en el disfrute de los privilegios y abusos dejados por el antiguo régimen. De esta suerte, se obsesionaron por constituir dinastías republicanas de carácter familiar, también hereditarias. Y para ese vicio, no ha habido sanción, salvo raras excepciones, a lo largo de 200 años. Recuérdese que en el reciente pasado, una sola empresa ha sido capaz de salpicar de corrupción a casi todos los gobernantes de América Latina.
En todo país civilizado, el gobernante debe dar el ejemplo: no ejercer poderes y competencias más allá de lo que le permite la ley, pues la función de gobierno es una potestad reglada, no un poder arbitrario y fuera de control. En tal sentido, como Estado debemos actuar en el marco del respeto al derecho y principios que rigen las naciones civilizadas. Debemos observar y cumplir rigurosamente la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 y ceñir nuestra conducta respetando el derecho internacional, como miembros originarios que fuimos de la Sociedad de Naciones y somos de la Organización de las Naciones Unidas. Correlativamente, y en aplicación del principio de reciprocidad, debemos exigir que otros países que se relacionan con Honduras, también cumplan sus obligaciones internacionales, incluyendo las sentencias de la Corte Internacional de Justicia.
2ª. Acercamiento amistoso y soberanía. Como Estado que extiende sus brazos al mundo, debemos ofrecer un trato amistoso a todos los pueblos y países del mundo y, en particular, a los que promueven y practican los valores democráticos, sin perjuicio de mantener relaciones de comercio y cooperación con estados que tienen orientación política diferente, pero que, en definitiva, forman parte del género humano.
Como Estado soberano, debemos continuar reivindicando la plena integración de nuestro territorio nacional que incluye los espacios marítimos que bañan nuestras costas y que nos corresponden de acuerdo al derecho internacional. Esto debe hacerse antes de que los mares sean objeto de repartición por terceros países.
Actualmente se discute un proyecto de ley del Consejo Nacional de Seguridad, pero de muy poco sirve una nueva ley si, en materia de soberanía, el gobierno se opone a la aprobación del Tratado de Límites Marítimos de Honduras con Nicaragua, lo cual no solo constituye una flagrante negligencia, sino que equivale a renunciar a la soberanía nacional sobre nuestro mar territorial, zona económica exclusiva y plataforma continental en el océano Pacífico. Esa actitud puede ser objeto de responsabilidad en el futuro.
Por otra parte, está pendiente la delimitación de nuestros límites marítimos con Jamaica y en la Corte Internacional de Justicia se ventila la controversia terrestre, insular y marítima entre Guatemala y Belice, donde Honduras tiene intereses soberanos que defender. Pasada la luna de miel, ¿qué ha hecho el gobierno sobre estos temas vitales?
3ª. Solidaridad y cooperación. Como país pacífico respetamos la soberanía de otros Estados como lo manda la Carta de San Francisco. Y debemos demandar la más rigorosa reciprocidad de todos los estados, grandes y pequeños.
Como expresión de nuestro sentido de solidaridad, debemos brindar nuestra cooperación en los marcos regional, continental y mundial, en la medida de nuestras posibilidades.
Asimismo, debemos estar abiertos a establecer mecanismos de cooperación para perfeccionar nuestra democracia y nuestras instituciones, mediante acuerdos con destacados profesores y profesionales privados de universidades de prestigio mundial, en particular de Europa, que nos brinden asesoría técnica y su experiencia en la lucha contra el abuso del poder, la corrupción, el crimen organizado y la impunidad, con el fin de que nuestro sistema de justicia se proyecte como el modelo en nuestra región y brinde mayor confianza y seguridad a nuestro pueblo.
La cooperación para el desarrollo es bienvenida y la agradecemos en todo su valor, pero debe tomar en cuenta nuestras prioridades de gobierno, porque debemos estar conscientes que la cooperación internacional no nos sacará del subdesarrollo, ni pretende hacerlo. Es solo cooperación.
Es la inversión productiva privada, nacional y extranjera, en el marco de una economía de mercado que respeta los derechos adquiridos, genera empleos remunerativos, dinamiza la economía, fomenta las exportaciones, capta divisas y paga impuestos para la función social del Estado, es la que puede crear las condiciones de un crecimiento sostenido con bienestar social.
La gran pregunta que nos hacemos los hondureños es: la acción del gobierno, ¿trabaja para lograr ese objetivo?
*Ex Canciller de la República.