Fronteras y migraciones

Noé Pineda Portillo  

El problema de las migraciones y fronteras entre naciones es un fenómeno que se viene sucediendo no solo en las relaciones bíblicas sino desde antes. Las guerras de esos tiempos son una muestra de esos conflictos. Quien no recuerda las guerras entre egipcios e israelitas en las relaciones bíblicas o las guerras entre griegos y persas, todas ellas nos muestran las luchas por imponer sus dominios de cultura y poder.

Pues bien, la defensa de sus fronteras de unos grupos contra otros, viene conjuntada con las guerras por la defensa de sus territorios, la defensa de su cultura, en otras palabras, de su soberanía, de su identidad.

A la luz de nuestros deliberados tiempos, ha habido una gran actividad en el Derecho Internacional y de las Naciones Unidas, al tratar de dilucidar sobre tantos conflictos entre grandes y pequeñas naciones y todavía seguimos en la lucha por solventar grandes conflictos. Por ejemplo, el hecho de poner tapones físicos en las fronteras terrestres y marítimas. Algunos de ellos con grandes conflictos como Estados Unidos -México por imponer el muro fronterizo, el famoso muro de Berlín que dividió a las dos comunidades alemanas después de la Segunda Guerra Mundial, la división fronteriza entre Israel y Palestina y más recientemente la invasión de Rusia contra Ucrania, primero contra la península de Crimea y después contra otras áreas del este de Ucrania. Todo esto da lugar a fortalecer las famosas líneas fronterizas.

Michael Blake, profesor de Filosofía de la Universidad de Washington, ha manifestado en su exposición sobre esta cuestión de filosofía política diciendo: “teniendo en cuenta que mi trabajo se centra en la moralidad política de la migración, esta concepción asume que la comunidad “real” de un país, puede identificarse con una cultura o etnia en particular. Al hacerlo, anuncia de manera implícita que aquellos que no pertenecen a esa mayoría son menos importantes para el Estado”.

Este planteamiento, como se ve, hace eco de las ideas Nazis de superioridad racial y religiosa que han causado enormes perjuicios durante la historia contemporánea.

El fascismo como ideología comenzó con la idea de que solo ciertos europeos eran los verdaderos de la historia de Europa. El resto fueron considerados intrusos, que estaban reduciendo la grandeza de la civilización europea.

Por último, digno tomar las palabras del expresidente Ronald Reagan al argumentar que las fronteras de EEUU deberían estar abiertas a quienes huyen de la opresión. La libertad de EEUU, afirmó en su discurso de despedida, no es inherente solo a este país.

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