CONTRACORRIENTE: Honduras, las tareas pendientes

Por: Juan Ramón Martínez

En 1975, planificadores internacionales llegaron a la feliz conclusión que, Honduras podría ser uno de los cinco países llamados a dejar la pobreza; y, encaminarse al desarrollo. Otro de los cinco mencionados era Chile. Entonces nuestro PIB, era superior al de Corea del Sur. Desafortunadamente, todo se vino abajo. Y en vez de ir adelante, suicidamente, nos hemos estancado; y, seguimos, bajo la cola de Centroamérica, inclusive. Al grado que, ni siquiera hemos construido las bases para hacer el desarrollo económico posible.

Vale la pena revisar las tareas postergadas en su cumplimiento. En infraestructura, solo tenemos una carretera medianamente destacable, la CA-5. Que no es la gran cosa, porque tiene demasiadas curvas, sigue las laderas de las montañas y la velocidad promedio segura, es muy baja. El resto, tienen mala calidad, sus curvas son abundantes; y, más alla de los permisible, que permiten una velocidad promedio de 30 kilómetros. Sin señales suficientes y muy vulnerables a los cambios climáticos anuales. La carretera más antigua, la del sur, ahora por la carga vehicular, se recorre en más tiempo que hace 50 años. Tanto por los problemas de diseño y por la falta de ingresos fáciles y descongestionados, como por el exceso de curvas. La falla de “Uyuca”, en la carretera de Oriente, tiene más de 60 años de provocar daños al tráfico. Y, no hay ejecutor posible que resuelva un problema elemental de conducción de aguas naturales. Solo en excepciones, hemos podido darles mantenimiento a las carreteras pavimentadas. En la red pavimentada de 3.882 kilómetros, apenas tenemos una recta, sin curvas verticales, de once kilómetros. Y todavía no hemos podido comunicar a todas las cabeceras departamentales con la red pavimentada. Lo que demuestra la falta de objetivos, continuidad entre gobiernos; y visión de largo plazo.

En energía eléctrica, no hemos podido cambiar la matriz de modo que seguimos dependiendo más de combustibles fósiles que del agua, el sol o el viento. Hemos politizado el uso de las aguas de los ríos. Y no hemos podido diferenciar lo que deben ser proyectos municipales o intermunicipales, de lo que obligatoriamente por su tamaño, deben ser manejados en forma centralizada. Seguimos atrapados en una visión estatista, negándonos a aceptar que hay que movilizar el capital nacional para enfrentar proyectos mayores que no tienen que ser financiados con préstamos del exterior necesariamente. Buscando evitar la dependencia innecesaria de fuentes externas. Pero, además, no hemos podido quitarnos de encima a la ENEE. Que es la empresa más ineficiente del país, que consume recursos nacionales y es manejada, en la mayoría de las administraciones, con abuso de irresponsabilidad.

Solo en telefonía celular somos exitosos. Porque al fin, descubrimos que la empresa privada es más eficiente que el gobierno. Aunque en este rubro, en la medida en que China, entre en el negocio de la telefonía, tendremos problemas de seguridad de la información privada, con los Estados Unidos. Y lo peor, resistir a la tentación de volver al modelo estatista, poniendo el futuro del rubro en manos de Hondutel. El uso de Internet, es todavía bajo, porque la energía eléctrica, solo cubre el 85% de las necesidades de los hogares hondureños.

En cuanto a riego, los resultados no son mejores. Solo tenemos un distrito de riego, bien manejado y eficiente. Una represa operativa desde 1950, la del Coyolar, Comayagua. Ignoramos si los sistemas de riego de las bananeras siguen manejándose eficientemente, cuidándose los canales y aprovechando los beneficios del agua. La de Nacaome, desde hace más de veinte años concluida, no ha podido dar agua potable a la zona sur y agua de riego para los agricultores del valle de Nacaome y la costa de Los Amates. Por falta de imaginación de políticos y capacidad de ejecución, por parte de las compañías privadas. Y finalmente, no hemos podido pasar de una agricultura campesina a una comercial capitalista. Seguimos siendo incapaces de producir lo que consumimos. Apenas somos autosuficientes en frijol; pero las ventajas competitivas disminuyen por la incompetencia de los negociadores gubernamentales y las políticas inadecuadas que no dan seguridad para que, los empresarios del agro inviertan, seguros que obtendrán utilidades.

La tarea está inconclusa. Necesitamos reaccionar y dar respuesta ordenada e inteligente, a la tarea de crear la infraestructura básica, sin la cual es imposible salir del atraso y la pobreza.

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