Por: Elvia Elizabeth Gómez*
En 1990 Ernest L. Boyer publicó “Scholarship Reconsidered: Priorities of the Professoriate (La cátedra reconsiderada: Prioridades del profesorado)” conocido como el informe Boyer, que realiza una propuesta orientada a la incorporación de cambios sustanciales en la educación universitaria en el nivel de pregrado. Uno de los elementos del documento que llamó mi atención fue su analogía de la universidad como una entidad viva, en donde persiste la fragmentación en lugar de la cohesión, comparando esta situación con la existencia de pequeños archipiélagos aislados en lugar de comunidades conectadas.
Reflexionando al respecto, pensé en las universidades hondureñas, en donde ha sido evidente la preferencia a las ingenierías por sobre las licenciaturas y, aunque el grado académico que se obtiene es el mismo, se tiende a menospreciar a las segundas al adjudicar a las primeras un nivel más alto de complejidad asociado a la carga de clases de ciencias exactas o conocidas comúnmente como las matemáticas. Esto ha repercutido de forma negativa en la motivación de docentes de las carreras de licenciatura, pues no se sienten estimulados ni reconocidos, mucho menos valorados al considerar que sus clases son “menos complejas”. Si nos detenemos por un momento en este punto, nos daremos cuenta de lo nocivo que es para el ecosistema de las universidades, pues las ingenierías no están divorciadas de la palabra escrita. Unido a lo anterior, las clases denominadas de primer año o pétreas, porque se encuentran en todos los programas de estudio, también son menospreciadas, al grado de considerar que el conocimiento que estas transmiten no tiene un valor agregado al proceso de formación, olvidando con ello la importancia de las habilidades blandas.
Con lo anterior, se resta importancia a elementos valiosos como la redacción, el desarrollo del pensamiento crítico y la cultura general. El informe Boyer plantea 10 consideraciones, de las cuales quiero enfocarme en las siguientes: hacer del aprendizaje basado en la investigación, la licenciatura estándar. Lo anterior implica introducir a los estudiantes universitarios en el mundo de la investigación desde que inician su carrera, preferiblemente con estudios multidisciplinarios. Es por ello que esas primeras clases, en las cuales comparten estudiantes de diferentes áreas de formación se tornan el escenario propicio para poder llevar a cabo este proceso. Crear grupos multidisciplinarios en los salones de clase permitirá ampliar la visión de estos sobre un tema particular que sea de su interés, pero para lograrlo debemos invertir también en la formación y el estímulo del docente que está al frente. Es importante cambiar la tendencia a sobrevalorar o menospreciar áreas de conocimiento.
La segunda consideración es la de remover las barreras de la educación interdisciplinaria. Es complejo romper con esquemas tradicionales de pensamiento o encontrar la relación de un área técnica con una teórica y viceversa, sin embargo, ya se han dado algunos pasos en ese sentido. Soy historiadora y decidí estudiar una maestría en Historia y Humanidades Digitales, fue precisamente un programa que requiere nociones medias de programación lo que me sirvió para poder desarrollar mi propuesta de investigación, y con ello comprobar desde mi propia experiencia que dicha consideración es viable.
La tercera consideración es la de vincular las habilidades de comunicación y el trabajo del curso, esto nos hace volver un poco a la primera, pero también enfatizar en lo importante que es que los estudiantes se puedan expresar tanto de forma verbal como escrita. Se hace necesario dar la importancia que merece a esas clases que muchos denominan “de relleno” y que, incluso los mismos estudiantes menosprecian por considerarlas una pérdida de tiempo. Pero ello implica que el docente se reinvente y se renueve y para ello, debe ser estimulado por la institución, la cual en muchas ocasiones contribuye a esa visión errónea de su papel en la formación general de los estudiantes.
Recuerdo lo expresado por Carl Sagan cuando dijo “si queremos encontrar a entusiastas de las ciencias y del conocimiento, debemos ir al preescolar pues los niños hacen preguntas profundas, ¿por qué existimos?, ahora hablemos con estudiantes de bachillerato (podría aplicarse a nivel universitario también), ya no preguntan nada ¿qué pasó? Algo malo, y no fue la pubertad.
Necesitamos estimular la investigación en nuestros estudiantes para que su mayor aspiración no sea solamente colgar un título en la pared sin importar si aprendió o no, sino el dar respuesta a las interrogantes que surgen y el contribuir positivamente a la transformación del mundo en el cual vivimos.
*Docente universitaria.