Vestidos de negro riguroso llegan a la escena del drama. Las víctimas de la tragedia dejaron 3 cartas. “Mi voz es mi medio de vida”. Los extintos eran ampliamente apreciados en nuestro mundo radial y círculos sociales. Los funerales se efectuaron esta tarde. Compraron el revólver por 300 lempiras.
El reloj de la cabina de controles se acercaba inexorablemente a la 1 menos dos minutos de la tarde. El programa que se pasaba se cerró con el correspondiente tema. Hubo una breve agitación, se escucharon dos balazos y dos vidas plenas de esperanzas y de sueños cayeron abatidas sobre el piso del estudio. Era la 1 de la tarde.
Prolegómenos del drama.
Desde hace algunos días, los protagonistas de este doloroso suceso que ha venido a conmover a la sociedad metropolitana, venían ingiriendo licor, por lo que sus facultades mentales, indudablemente, se vieron trastornadas hasta el grado de llevarlos a ejecutar el espantoso PACTO SUICIDA acerca del cual informáramos ayer, después de haberlo convenido con antelación y con una sorprendente sangre fría.
Se despiden de sus amigos.
Prueba de lo últimamente expresado es que el día de anteayer se dedicaron a despedirse de sus amistades, las cuales tomaron a broma sus palabras creyéndolas producto del grado de euforia producido por el alcohol y sin sospechar que la determinación estaba, en todos sus detalles, tomada en firme. “El Cronista” fue uno de los diarios a donde llegaron a decir el último adiós a sus amigos, hecho acerca del cual informó en su edición de ayer el Decano.
Se visten Para la ceremonia suicida.
Al mediodía de ayer, Óscar Díaz y Rigoberto Cuéllar Cerrato, cuyos son los nombres de los principales actores del drama de la HRN, llegaron a sus respectivas casas donde se metieron dentro de sendos trajes negros a fin de llegar al lugar de la escena con la indumentaria más adecuada al luctuoso suceso que iban a originar dentro de poco por propia voluntad. Ninguno de sus familiares miró algo de extraño en tal acción, ya que como vivían en casas aparte y se mostraban alegres como siempre, las sospechas no hicieron fluir presentimiento fatal alguno al corazón de los suyos.
Llegan a la emisora.
Cerca de la 1 de la tarde, tanto Cuéllar Cerrato como Óscar Díaz llegaban a la HRN, lugar donde trabajaban desde hacía más de 15 años, poniendo en guardia a sus compañeros de labores ya que estos presentían alguna determinación fatal en los mismos. Manuel Villeda Toledo se encontraba en esos momentos en la cabina de locución pasando un programa del mediodía. Nayo Hernández atendía los controles.
Entran en la cabina.
Cuando fue puesto en uno de los platos el tema del programa que se transmitía en esos momentos, Villeda Toledo salió de la cabina, dejando la puerta de ésta abierta, ocasión que aprovecharon los dos para introducirse a ella.
Cuéllar Cerrato trata de despedirse.
Al solo entrar, Óscar Díaz cerró herméticamente la puerta y Rigoberto Cuéllar pidió a Nayo Hernández, que continuaba en los controles, que abriera el micrófono, mas éste, viendo que Cuéllar se encontraba pasado de copas, no quiso hacerlo, pensando y con razón, que pudiera decir algo fuera del orden.
Llegan a sacarlos.
Un señor que trabaja también desde hace largos años en la prestigiada emisora y a quien los laborantes de la misma llaman familiar y cariñosamente “Papa Joche”, llegó en compañía de Villeda Toledo a sacarlos del estudio. Fue en esos momentos en que Nayo Hernández, desde la cabina de controles, miró la pistola en manos de Rigoberto Cuéllar, abriendo inmediatamente el parlante que pone en comunicación a las dos secciones de la estación para gritar ¡¡Pistola!!
Se apunta Cuéllar.
Según manifestó Hernández en presencia de este redactor, al dar el grito preventivo a sus compañeros, Cuéllar le apuntó con el revólver por lo que se agachó prudentemente a fin de ponerse fuera del alcance de un posible disparo. En tanto Villeda y Papa Joche salían precipitadamente de la cabina de locución, el primero para refugiarse como era natural en lugar seguro y el segundo para llamar a la policía.
Pone la sien para recibir el balazo.
Desde lugar estratégico de la cabina, Nayo Hernández, según narro en rueda de compañeros, miró como Óscar Díaz se apoyaba sobre la mesa de trabajo de la cabina de locución y ponía la vista sobre el ángulo superior derecho de la habitación a fin de colocar su cabeza en lugar perfecto para el disparo. Se escuchó la detonación, breve y apagada y después de girar un tanto sobre sus talones se tambaleo hacia atrás, cayendo de espaldas sobre el piso, con la sien izquierda perforada, yéndose a incrustar la bala, cuyo orificio de salida aparece por el lado derecho en la pared de la cabina, donde puede verse el orificio producido por el impacto.
Una Segunda detonación.
Un posterior disparo se dejó escuchar y Rigoberto Cuellar Cerrato cayó exánime. La bala, después de atravesarle el cráneo, fue a abrir un enorme agujero en la ventana que queda a espaldas de la habitación, dejándola completamente astillada, tal y como se muestra en una de las gráficas que acompañan al presente reportaje. Para estos momentos Nayo Hernández había salido a gatas de la cabina de controles, casi en momentos en que la policía llamada por Papa Joche, hacia su irrupción en la Decana de nuestras estaciones emisoras.
El doloroso espectáculo.
Cuando la policía irrumpió en la cabina, escenario del drama, encontró a los suicidas tendidos cobre el piso, manando abundante sangre que ya formaba un charco de impresionantes proporciones.
Dejan Tres Cartas.
“Papa Joche” es un señor servicial y atento para con el personal de la Estación. Tanto su longevidad como sus largos años de trabajo en la misma han hecho que se le tengan especiales consideraciones y se le trate en tono familiar. “Papa Joche” no sabe leer. Y fue precisamente e él, que no podía comprender los alcances de un gesto que iba a tener irremediable y luctuoso epilogo, a quien los suicidas dejaron tres cartas. Oscar Díaz una, dirigida a su esposa doña Amalia y Cuéllar Cerrato, dos: una que remitía a su esposa, doña Fidelina de Cuéllar y otra para la señorita Elizabeth Sánchez, enfermera que presta sus servicios en uno de nuestros centros asistenciales. Las tres cartas están en poder del Juez 1° de Letras de lo Criminal, Licenciado Antonio Reina, quien, por encontrarse el proceso de la investigación en sumario, carece de facultades legales para hacer entrega de ellas a sus familiares o para dar idea de su contenido a la prensa.
La compra de la Pistola.
Que la decisión estaba fijada de antemano para ese día vienes a confirmarse ante la afirmación de ciertas personas, quienes aseguran que el revólver fue comprado el día de ayer por la suma de 300 lempiras en el establecimiento comercial de Melchor Haddad, contiguo al teatro Variedades.
Se Rifan.
Según aseveran algunos, Díaz y Cuéllar Cerrato se rifaron para ver quién sería el primero en disparar la pistola que les había de quitar la existencia. El desenlace de los sucesos vino a esclarecer quien había sido el ganador en juego de muerte tan singular.
Los móviles en manos del rumor callejero.
Como, y según informamos arriba, no puede aún ser divulgado el contenido de las misivas, donde seguramente se encuentren las causas que llevaron a estos dos estimables elementos de nuestra familia radial a tan fatal determinación, la voz de los corrillos se ha puesto a elaborar conjeturas acerca del móvil que tuvieron ambos para quitarse la vida.
“Mi voz es mi medio de vida”.
Una de estas versiones explica Cuéllar Cerrato venía padeciendo de cierta enfermedad de la garganta, la cual estaba poniendo en serio peligro su voz, la cual, según decía, era la que le daba la vida, por lo cual dispuso suprimirse de la misma, habiendo decidido su compañero de tantos años de trabajo acompañarlo en el viaje definitivo. Como deciamos, esta es una versión popular que recogemos para darla a conoces a nuestros lectores, cumpliendo con nuestro ineludible deseo de informar aun en casos como el presente, cuando nos embarga profunda consternación ante el trágico desaparecimiento de dos compañeros a quienes conocíamos desde larguísimos años.
Quien era Cuéllar Cerrato.
Rigoberto Cuellar Cerrato era un muchacho sano y alegre, populachero y simpático, ampliamente capacitado en su profesión de publicista y locutor radial, quien, por su don de gentes y profunda simpatía, habíase hecho acreedor al afecto tanto de sus compañeros de trabajo como de cuantos se acercaron a la frecuentación de su trato. Habíase graduado desde hace tiempo como Bachiller en Ciencias y Letras en el Instituto San Miguel de esta ciudad, donde se destacó desde un principio por sus dotes de magnifico estudiante, así como por su inclinación a las actividades artísticas. Aun lo recordamos cuando, extremadamente jóvenes nosotros aun, le miráramos en el escenario del teatro de aquel centro educativo interpretar con singular acierto a uno de nuestros personajes locales al que había bautizado con nombre popular y sugestivo. Estaba él casado con la señora Fidelina de Cuellar, con quien había procreado dos hijos: Rigoberto, de 7 años y Lourdes Victoria de 3, encontrándose en la actualidad su estimable compañera de hogar a la espera de un próximo alumbramiento. En los círculos de prensa era muy singularmente apreciado y querido, habiendo en varias oportunidades compartido la alegría de los festejos que los trabajadores del periodismo escrito celebran en ciertas ocasiones del año. Su deceso, pues, ha venido a poner un luctuoso velo en el corazón de los redactores de prensa, cuyas notas informativas sobre el suceso, dejan traslucir la profunda pena que los embarga ante hecho tan lamentable.
Quien era Óscar Díaz.
Óscar Díaz llego a trabajar a la HRN desde su fundación. A través de los años le vino acompañando el estímulo y el afecto de sus propietarios quienes miraban en él, al trabajador capaz y correcto, cuyo entusiasmo nunca decaído vino a reforzar y sostener el creciente prestigio ganado en el espíritu de la radio audiencia para la Decana de las estaciones emisoras de Honduras, donde aún parece mentira que no se vuelva a ver su figura desenvolviéndose en el ajetreo del movimiento radial cotidiano. scar Díaz estaba casado con la apreciable señora Doña Amalia de Díaz, dejando tres niños, el mayor de ellos de cuatro años y el menor de 6 meses de edad. Fue precisamente él quien llevara, hace más de quince años, a trabajar a “La Voz de Honduras” a Rigoberto Cuellar, con quien eran amigos inseparables. Su desaparición ha sido profundamente lamentada entre el gremio radial que lo contaba como a uno de sus miembros más distinguidos.
Donde Cerraron el Pacto Suicida.
A las ocho de la mañana del día de ayer, Cuellar Cerrato y Oscar Díaz se dieron cita en la cantina “La Mucura” de propiedad del cantante Alfredo Girón contiguo a la Casa del Periodista, de la cual no salieron hasta las horas del mediodía, cuando se dirigieron a sus respectivas casas a cambiarse de indumentaria. Según las declaraciones de la señora Ada Margarita Martínez, a cuyo cargo está el establecimiento en mención, desde que ambos llegaron empezaron a hablar del proyectado suicidio.
Tratan de Comprar Pistola.
Conocedores de que el señor Girón era propietario de una pistola trataron de comprársela por la suma de 80 lempiras, no accediendo a los deseos de ellos debido a manifestarles que le era sumamente útil. Poco después Cuéllar le aseguró a la señora Martínez de que no pasarían las tres de la tarde sin que tuviera noticias del suicidio.
Quien Tiraría Primero.
Oscar Díaz, según declara la señora en referencia, le preguntó a Cuéllar si lo mataba el primero a lo que Cuéllar contestó que él dispararía primero, quedando de acuerdo con esta última determinación Díaz.
Un Último Tostón a “Don X”.
Encontrándose presente en la cantina el antiguo cantante radial que hizo famoso su seudónimo de “Don X”, Cuéllar le dijo: toma tu ultimo tostón, porque hoy nos vamos a matar.
La Mesa del Pacto.
En una mesa interior, de color azul claro, los suicidas sellaron su pacto al trazar con un cuchillo una línea horizontal Cuellar y una vertical Díaz, de manera que ambas formaran una cruz, después de haber decidido quien dispararía primero, con lo cual quedo sellado el tremendo pacto suicida que tuvo el desenlace que ya es conocido de nuestros lectores.
El Velatorio.
Cuéllar Cerrato fue velado en la residencia de sus familiares, situada al costado Oeste del Palacio de Hacienda. Díaz en casa de su suegra, en el Barrio Abajo. Tanto los compañeros de uno como de otro hicieron guardia por turno, hasta las horas del amanecer junto a los féretros que guardaban sus restos mortales. Allí estaban presentes las radioemisoras capitalinas en cuerpo, así como los compañeros de la prensa, quienes asistieron en gran número al velatorio de ambos. La conducción de sus restos al Cementerio General se llevará a cabo el día de hoy a las 4 y media de la tarde, saliendo la comitiva de la casa de Oscar Díaz hasta juntarse con el cortejo que acompañará al féretro de Cuéllar Cerrato en el costado Oeste del Palacio de Hacienda y frente al local que ocupa “La Voz del Pueblo”. Numerosas invitaciones se han hecho circular con motivo de este acto póstumo que congregará a compañeros, amigos y familiares y en general a todos aquellos que hoy sienten la pérdida de dos elementos que eran una realidad dentro de nuestros medios radiales, una promesa para la juventud de Honduras y dos espíritus inclinados sobre el culto del trabajo que enaltece y del amor que construye. (Prensa Libre, Tegucigalpa, 22 de abril de 1955).