Juan Ramón Martínez
No fue fácil la celebración de los 200 años de vida independiente de Centroamérica. La región, pérdida su identidad, no pudo articular una acción coordinada para mostrarse al mundo; y, menos para desarrollar en el interior de sus pueblos, incremento del compromiso con la unidad rota en 1839. En Honduras, nadie quería aceptar coordinar las actividades. Se requiere, dijo uno de los candidatos, cercanía con el Presidente Hernández, porque si no hay apoyo del gobierno, será imposible hacer algo. Y tenía razón. Pero, algo había que hacer. Como director de la Academia Hondureña de la Lengua y representante ante el pequeño comité del Bicentenario, terminamos asumiendo la tarea. No por voluntad, sino que por vacío del resto de las instituciones que, en la mayoría de los casos, no mostraron mayor interés. Las universidades nos dieron la espalda; los intelectuales vieron con sospecha; o, compasión la aventura. Los políticos con dudas. Los empresarios, solo con la excepción del grupo Terra, nos negaron apoyo. El Grupo Terra nos financiaron tres libros que editamos en una limitada cantidad. Tigo, nos escribió una carta diciéndonos que, no tenían fondos para este tipo de actividades Y en la búsqueda de la cooperación internacional, creímos con mucha esperanza que España, no daría la mano. En efecto, el embajador español Guillermo Kilpatrick, no abrió las puertas de su legación y nos dio ideas y mucho ánimo. Sugirió que viajara a Madrid; que buscaríamos una cita con el Rey Felipe VI; pero para que ello se facilitara, era necesario que consiguiera que nos nombraran embajadores especiales; y que nos dieron pasaporte diplomático, cosa que conseguimos, después de infinitas zancadillas e incomprensiones de parte de varios funcionarios de la Cancillería que creía que nosotros éramos los calificados para dirigir el proceso, sino que uno de sus miembros. El embajador de la UE, se mostró entusiasmado inicialmente; e incluso sugirió que organizáramos un partido entre un seleccionado centroamericano y el Cádiz, bajo la figura del salvadoreño “Mágico” Gonzales, con el cual “tengo buenas relaciones”, nos dijo. Comprometiendo al Choco Lozano, vinculado por su familia con Olanchito. Al final, por alguna razón que no entiendo, el embajador perdió interés en el tema. El gobernó de España, aunque giro instrucciones a todos sus embajadores en el resto de los otros cuatro países, no nos dio, el más mínimo apoyo. Perdió la oportunidad de mostrar su fraterna relación con Centroamérica. Lo que es una pena para los diplomáticos y una desilusión para el suscrito que, lo ha visto desde entonces, como un fracaso personal. Y un distanciamiento de España hacia Honduras. Y la UE, que tampoco creyó importante el tema que, pudo haberse aprovechado en mejor forma. El Parlamento Centroamericano, no quiso relacionarse con nosotros. Hicieron un evento en Tegucigalpa y ni siquiera nos invitaron. Y nunca más supimos de ellos.
La excepción, fue Chile muy destacado. Y Costa Rica con la participación del embajador Herrera que efectuó algunas actividades con nosotros. La Cancillería de Chile y la Academia Chilena de la Lengua, se unieron para proponer la edición de un libro que representara la poesía centroamericana, por medio de la escogencia e inclusión de cinco poetas por país en una sola obra, seleccionados por las academias y acompañado de los estudios literarios correspondientes. El embajador Enrique Barriga, con el cual ya teníamos una relación amistosa, le puso entusiasmo al proyecto; y sirvió de puente vivo entre su Cancillería y nosotros, en calidad de director de la RAE y Comisionado del Comité de Celebración del Bicentenario de la Independencia de Honduras. En una reunión entre los académicos que cooperaban con nosotros, escogimos a Nery Alexis Gaitán para que, siguiendo las recomendaciones de la Cancillería Chilena, pactadas con las demás academias de Chile y Centroamérica, se encargara de hacer la selección de los cinco poetas nacionales, y situarlos dentro de los movimientos poéticos correspondientes. Gaitán, escogió y presentó a: José Trinidad Reyes, Juan Ramón Molina, Alfonso Guillén Zelaya, Jacobo Cárcamo y José Luis Quezada. Aprobamos la escogencia. Y, decidimos que el trabajo fuese firmado por Gaitán, exclusivamente. Este se dio a la tarea que, por su especificidad, requirió enorme paciencia y profesional dedicación. Los editores chilenos, fueron muy minuciosos, de forma que las consultas se dieron en número elevado. Los mensajes entre Tegucigalpa y Santiago, se multiplicaron. Detalles tipográficos, acentos en ciertas palabras, signos de puntuación y otros minuciosos detalles, pusieron a prueba la paciencia de Gaitán. Que siempre, estuvo dispuesto a ir adelante en la tarea, aunque por momentos creía que no llegaríamos hasta el final. La última tarea, fue el problema de los derechos de autor del poeta más joven José Luis Quezada, los que fueron otorgados generosamente por Dora Segovia de Quesada y remitidos a la Cancillería chilena. Y en medio de todo, la atención y el talento del gran embajador de Chile, Enrique Barriga, que, con sus simpatías y habilidades extraordinarias, nos dio colaboración y confianza.
Después, creí que el libro no se publicaría. Hasta que, a principios de este año, el embajador Barriga me informo que ya tenía en su oficina los libros, pero que, por obligaciones de su oficio, tenía que entregarlos primero a la Cancillería de Honduras. Creía que, eso no cuadraba: la Cancillería no había tenido ninguna colaboración en el proyecto y además, el Canciller Reina tiene alergia a todas las cosas que los hondureños hemos hecho en el pasado cercano. Tanto porque cree que no somos sus compatriotas; y, como porque considera que todo lo que se ha hecho antes del actual gobierno, es malo. Pero, entendí al embajador Barriga y le dije que le daríamos a la Cancillería de Honduras un tiempo para ver si le daba importancia al asunto. Y que, si ellos se llamaban al silencio, nosotros presentaríamos el libro en la AHL, para compartirlo con los hondureños y especialmente con sus intelectuales más interesados. Por ello, ahora, en un acto celebrado en la sede de la docta institución literaria y lingüística de nuestro país, se efectuó la presentación de “Veinticinco voces poéticas de Centroamérica” (Homenaje de Chile al Bicentenario de la Independencia de Centroamérica 1821-2021). En esa oportunidad, el nuevo director de la AHL, Víctor Ramos Rivera, recibió una cantidad de ejemplares del libro y Nery Alexis Gaitán compartió con los asistentes – diplomáticos y académicos— un resumen cronológico de las actividades que le permitieron hacer la tarea correspondiente a Honduras. Nosotros y otros académicos asistentes, tuvimos la conciencia que estábamos ante un hecho que honra la fraternidad, a la diplomacia internacional inteligente, sensible y privilegiada que admira la maravilla de la palabra poética de los centroamericanos, alabada y homenajeada por los sensibles y amables hermanos de la República de Chile. Como se puede imaginar, estamos muy orgullosos. Y lo decimos con orgullo.
Tegucigalpa,10 de junio de 2023