Por: José A. San Martín F.*
Lo objetivo y subjetivo de este tema existe solamente en la mente de quienes comprenden la verdadera función profesional del militar y el policía, de la realidad y valor intrínseco que los caracteriza en todos sus atributos como servidores de la nación.
Existe una enorme diferencia, importante para valorar la carrera de las armas, entre las distintas profesiones con que se preparan hombres y mujeres de nuestra sociedad y los que decidimos optar por la militar o policial. Todas aquellas nos preparan en una especialidad que nos califica para desempeñarnos en función del beneficio individual y colectivo. Sin embargo, ambas profesiones llevan consigo un ingrediente que lo vuelve particularmente importante. El militar se prepara, principalmente, para sacrificar su vida en servir a la patria, a una causa, a un propósito de valor. Su entrenamiento, su estudio, preparación y expertis, persiguen evitar perder la vida en el ejercicio de sus funciones. Podríamos hacer un parangón o relacionarlo con otras actividades que poseen cierta similitud en cuanto al peligro que conlleva ejercerlas. Por ejemplo, los cuerpos de bomberos se adiestran, principalmente, en apagar incendios además de otras funciones complementarias como rescates, etc., pero no tienen en mente que su entrenamiento es capacitarlo a no morir porque su enemigo, el fuego, no lo busca para matarlo. En el caso del militar, sí. El enemigo lo persigue para eliminarlo.
Una característica similar a la del militar es la función del policía. El delincuente no lo rastrea para eliminarlo, pero si le da oportunidad, seguramente lo hará. El policía no lo busca para exterminarlo, pero si transgrede la ley, lo captura; sin embargo, si pone en peligro su vida, lo elimina, al igual que el soldado.
Estas características, la del militar y el policía, vuelven a estas carreras significativamente peligrosas, no solamente en lo relacionado a la preparación para llevar a cabo sus tareas, sino del subjetivismo intrínseco, normalmente incomprendido, que llevan consigo. El verdadero sentimiento que debe prevalecer en los hombres y mujeres que acogen estas excepcionales carreras, es saber que, al ejercerlas, día a día su vida está en peligro de perderse.
Por estas razones la Fuerzas Armadas de un país, conformadas por las únicas instituciones que utilizan, legalmente, armas letales para ejercer sus quehaceres normales, se constituyen en garantes de la paz y tranquilidad interna y externa. No obstante, más allá de estas particulares concepciones de responsabilidad, nos queremos referir a otro que igualmente caracteriza al ciudadano armado legítimamente, al militar y al policía: su cualidad de indivisibilidad. Es en este campo donde queremos conceptualizar esta especial característica que persigue resaltar la continuidad de estas dos funciones, la militar y la policial, que se abrigan de principios y valores sólidos, entre otros como la ética, disciplina y obediencia a la ley, para que sus funciones sean verdaderamente exitosas.
Este “continuum” del militar y el policía radica en la transición el momento en que ambos personajes dejan de pertenecer a su organización castrense o policial. En buen castellano, cuando deja su disposición de activo para pasar a situación de retiro.
Toda la experiencia, educación profesional, el adiestramiento, los ejercicios y prácticas propias de estas dos carreras, descansan en los hombros de quienes ejercieron por varias decenas de años estas dos extraordinarias carreras de las armas. Toda su vida activa, profesional, la ejerció y practicó, en un sinnúmero de escenarios, en tierra, mar y cielo, en valles y montañas, en las costas y profundidades marinas, en el cielo inmenso a lo ancho y largo de la patria, en las calles citadinas y en las polvorientas calles de pueblos, aldeas y caseríos, cuidando y protegiendo a nuestros compatriotas de los delincuentes, de las inundaciones, huracanes, enfermedades y otros desastres; del peligro que se cierne sobre nuestra soberanía, libertad y modo de vida.
Por los conceptos arriba observados y muchos más, es que el militar y el policía de todos los rangos y grados permanece con la misma caracterización aun después de haber pasado a condición de retiro, automáticamente se convierte en reserva activa con adiestramiento militar o policial. En buen castellano, nunca dejan su condición profesional. Únicamente han cesado de pertenecer a su organización institucional; no obstante, no se desprende totalmente de ella por el sencillo hecho de poseer el conocimiento de su especialidad profesional. Su disposición estará siempre al servicio que constitucionalmente le demanda la patria cuando está en peligro. Los militares y policías en condición de activo, sus reservas y los veteranos de guerra y policiales que aun poseen destrezas, son una sola entidad, solo que, con diferencias administrativas, pero una sola fuerza, una misma meta, un solo objetivo. Partimos del hecho que quienes ingresan al estamento militar o policial, invariable e irrefutable-mente, continuarán como reserva en situación de retirado. Por ello, no es posible establecer una diferencia institucional entre el activo y el retirado. Todos son una sola entidad y deben actuar correspondientemente. Las disposiciones reglamentarias deben señalarlo claramente en este sentido. Ambos poseen la misma responsabilidad para con la patria.
**Excomandante general FAH Licenciado en CCAAMM
Cnel. de Av. ®