PERFILES: Entre ellos…

Por: Carolina Alduvín

No parece haber química, ni empatía, ni objetivos comunes, ni cortesía; de repente, ni siquiera se conocieron previamente y, por tanto, no trabajan como equipo, existe desconfianza, no se toleran, no se hablan, no se coordinan y no se quieren. Son los improvisados y hasta ahora desconocidos miembros del gabinete de gobierno liebre, seleccionados en base a indescifrables criterios, entre los cuales no está la capacidad para desempeñar un cargo de alto nivel; cuando tal cosa existe, debe disimularse, para que no resalte la nula preparación y escasas luces de la pareja presidencial. Tironeando cada uno en la dirección que se le antoja, su desempeño no obedece a objetivos de desarrollo nacionales, ni siquiera concuerda con los establecidos en la Constitución que juran respetar, cumplir y hacer cumplir, previo a entrar en posesión del cargo.

La Carta Magna establece, en su Artículo 59 que: “La persona humana es el fin supremo de la sociedad y del Estado”. En la práctica es lo que menos importa, lo que parece imperar es una ciega fidelidad a la ideología que sustenta el partido de gobierno, aderezada por jugosísimos salarios que jamás van en encontrar en otro empleo, público o privado, dentro o fuera del país, mucho menos con un flaco CV que los ampara. Entre los fines que sus amos del Foro Sao Paulo, se sabe que está desincentivar las inversiones, destruir las fuentes de empleo, acabar con toda actividad productiva que asegure algún medio de vida digno a los particulares y empobrecer cada vez más a la población, con el avieso fin de crear una irreversible dependencia de las dádivas estatales, destinadas únicamente a los activistas y parciales de los corruptos en el poder.

Una de las más lamentables entre las ideologías, es la denominada de género, dictada por organismos internacionales interesados en reducir tanto la población como la natalidad a como dé lugar, que además responden a los intereses de las grandes transnacionales farmacéuticas. Vendiendo la falacia del sexo no binario, cuando nuestra especie está formada solo por hombres y mujeres, excepto por unos contados trastornos genéticos que resultan en genitales ambiguos, lo demás es ideología. Ideología que desde la administración pasada trata de forzarse en los programas educativos oficiales, desde la más tierna infancia, con el obvio propósito de destruir la familia, y con ella, todos los valores que representa como unidad fundamental de la sociedad.

Recientes comparecencias y comunicaciones del secretario de Educación, han demostrado una mentalidad diferente a la de sus compañeros de gabinete. Declaró sin valor y efecto un oficio firmado por su director general de modalidades educativas -por cierto, con faltas ortográficas y de redacción- donde, invocando un considerando de la Ley Fundamental de Educación que señala que la educación debe ser laica, ordena: “en los procesos de capacitación, taller, reuniones, actos oficiales, etc., se debe eliminar todo tipo de manifestaciones de tipo religioso de ninguna índole”. En su oficio, también señaló que cualquier comunicación, debe consultarse, revisarse y obtener su visto bueno.

Más adelante, en un programa de entrevistas, manifestó abierta oposición a las guías oficiales para indoctrinar en ideología de género, declarándolas papel muerto y romper su portada en televisión nacional, diciendo: “no vamos a ir a promover valores que no son parte de nuestra sociedad”. La respuesta intolerante de la titular de los desechos inhumanos no se hizo esperar, en un oficio, donde cita textualmente sus palabras y los minutos correspondientes en la transmisión del programa, le dirige veladas amenazas, señalando que: “Las anteriores declaraciones y acciones pueden ser consideradas constitutivas de discurso estigmatizante o de odio que vulneran la promoción del derecho a la igualdad y el principio de no discriminación de las niñas, adolescentes y mujeres hondureñas…”.

Resulta que, la primera intolerante con las opiniones de un compañero de equipo, resulta precisamente, la llamada a defender la libertad de expresión, que se cuenta entre los derechos de las personas. En ninguna de las palabras citadas se estigmatiza a persona alguna, solo se señala una realidad que, los organismos internacionales pretenden cambiar a pura presión, lavando los cerebros de los más débiles, sobornando y amenazando con el retiro de programas y financiamientos. Nos están mostrando el trato entre ellos, cuidémonos de lo que nos espera.

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