Honduras y el Centenario de la Independencia del Perú

Por: Jorge Raffo*

“Hermanos de raza, pobladores del mismo hermoso Continente, nacidos a la vida autónoma casi al mismo tiempo, con idénticas aspiraciones y un mismo porvenir, siempre han mantenido nuestras naciones una sincera amistad que los pueblos y gobiernos de Costa Rica, Salvador y Honduras desean que cada vez sea más estrecha y provechosa” (Fragmento del discurso del Enviado en Misión Especial, Gregorio Martín, cuando presentó sus credenciales al Presidente peruano Leguía, 1921).

Cuando dos países afirman que sus relaciones diplomáticas son ‘históricas’, afirman que sus relaciones políticas, económicas, culturales, consulares, policiales y militares son, dentro de un balance general, óptimas, aun cuando análisis de coyuntura registren breves desaceleraciones o eventuales desencuentros. Además, cuando esos mismos países invocan una herencia común, el uso del término ‘hermandad’ es un hecho. Y eso es precisamente lo que aconteció hace 102 años cuando Honduras, El Salvador y Costa Rica depositaron su confianza política en Gregorio Martín Carranza, el abogado y diplomático que representó a los tres países en los actos conmemorativos del Primer Centenario de la Independencia del Perú, el 28 de julio de 1921.

La designación del señor Martín fue saludada en estos términos por la prensa peruana de aquel momento “(…) es una persona altamente colocada en los círculos intelectuales y sociales de Costa Rica, El Salvador y Honduras, cuenta en su familia a siete Presidentes de la República y se haya muy ligado, por estrechos vínculos de amistad, al actual Presidente de Costa Rica, Excmo. Señor Julio Acosta (…) Igual designación hicieron los Gobiernos de Honduras y El Salvador a quien el señor Martín representa desde hace diez años”, es decir, desde 1911, como Ministro Plenipotenciario y Cónsul General (Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, 1921).

La Carta Credencial que acredita a Martín como Enviado en Misión Especial de Honduras, fechada el 8 de julio de 1921, se encuentra firmada por el Presidente Rafael López Gutiérrez y rubricada por el canciller Alberto Uclés, la misma que mereció las siguientes líneas de agradecimiento por parte del Mandatario peruano Leguía “el Perú justiprecia y agradece conmovido la gentil prueba de amistad con que han querido honrarle las prósperas Repúblicas de cuya elevada representación venís investido (se refiere a Martín) y ratifica en esta propicia ocasión (el centenario de la independencia peruana) los sentimientos de confraternidad que ellas siempre supieron acentuar en el alma nacional” (Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, 1921). De acuerdo con fuentes de la cancillería peruana, el 20 de julio de 1921 el Perú designó a los señores Carlos Iturrino, diplomático peruano, y Capitán EP Mauricio Cervantes como adjuntos diplomáticos del Enviado Especial centroamericano, asignándosele al mismo tiempo
un carruaje y una escolta de caballería para asegurar sus desplazamientos por la ciudad de Lima y así cumplir con el nutrido programa de actos oficiales que se desarrollaron hace una centuria. Martín tuvo también ocasión de dialogar con el entonces canciller peruano Alberto Salomón sobre, por primera vez, temas agrícolas, un asunto que desde entonces está en la agenda bilateral de cooperación peruano-hondureña.

Martín, visiblemente agradecido por las atenciones recibidas, dejó la siguiente nota manuscrita que revela su cuidada educación: “Hemos presenciado con admiración y regocijo las fiestas del Centenario, que han sido un certamen de patriotismo, de civilización y de cultura; y para cuyo esplendor ha contribuido el Gobierno, con la ejecución completa de un magnífico programa de festejos, la sociedad de Lima, con su elegante concurso y el pueblo con una demostración admirable de entusiasmo, de orden, de espíritu hospitalario y de aplicada cultura. El Perú puede estar satisfecho de estas fiestas que demuestran cómo el amor patrio une a los pueblos en un solo sentimiento, y a cuánto alcanza la selección inteligente de una voluntad organizadora”. Una emotiva página de historia diplomática bilateral que se ajusta al talento de Gregorio Martín que llegaría a Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica y, en 1923, fundaría la Academia Costarricense de la Lengua (Sáenz, 2013).

Fiel a su estilo, Martín dejó otra anotación, testimonio de su fina sensibilidad, esta vez dirigida al jefe de la diplomacia peruana: “Conservaré siempre un grato recuerdo por la generosa hospitalidad que a mí y a mi familia se nos ha brindado durante unos días inolvidables. Días de grandeza, de nobleza y de apoteosis, en los que todas mis simpatías han vibrado al unísono con el corazón de la caballerosa Nación peruana”. La pluma de Gregorio Martín, como Enviado en Misión Especial de tres naciones centroamericanas en 1921, quedó así asociada a la historia de las latitudes incas.

*Embajador del Perú en Guatemala.