Excombatientes históricos

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Por: Cnel. de Av. ® José A. San Martin F.

En 1864 otro conflicto armado tuvo lugar en Olancho en donde históricamente había crecido el interés de adueñarse de dicha tierra por su riqueza. Dicha ambición data de cuando los conquistadores españoles, Hernán Cortes, en el norte y Pedrarias Dávila, desde León, Nicaragua, se disputaban las riquezas de la región olanchana. Años después, capitalistas inglese y norteamericanos e incluso criollos hondureños mostraron fuerte interés en adueñarse de esta próspera zona; la ganadería, la excelente tierra agrícola y los minerales constituían el atractivo principal.

Con todo ese antecedente, los habitantes de la región que la ocupaban vieron la posibilidad de convertirse en territorio independiente y se levantaron en armas con este propósito. La historia señala a Cástulo Cruz como el dirigente que comandó el “Ejercito Libertador de Olancho” para atacar al gobierno de José Francisco Montes. Poblaciones como San Esteban, Gualaco, Jano, La Unión, San Fco. de la Paz y Juticalpa, entre otras, sufrieron los embates de esta guerra que resulto ser muy sangrienta; se recuerdan, según la historia, fusilamientos y ahorcamientos masivos. De nuevo, intereses mezquinos provocaban la muerte de hondureños combatientes que fueron utilizados con propósitos políticos de aristócratas ambiciosos.

Posteriormente, sobrevienen las denominadas guerras civiles (1919 – 1924) en donde las fuerzas militares, con apoyo de los EE. UU., se emplearon para evitar que los gobernantes de turno se extralimitaran para continuar en el poder, tales son los casos de Bertrand Barahona y Rafael López Gutiérrez. De nuevo, los combatientes campesinos empuñaban las armas para satisfacer las ambiciones de políticos.
Igual sucedió en 1924 con la sublevación armada que provocó el General Gregorio Ferrera para derrocar y terminar con el gobierno que presidia el General Vicente Tosta

En la siguiente guerra, 1957, el presidente de Nicaragua, Luis Somoza, con el objetivo de entronizarse en el poder y obtener apoyo popular, y haciendo caso omiso del veredicto limítrofe del Laudo del Rey de España de 1906, declara la guerra e invade a Honduras, específicamente la región de la Mosquitia hondureña, que consideraba una continuidad de la Mosquitia nicaragüense. Sin embargo, en respuesta, el gobierno y sus fuerzas Armadas, a pesar de lo distante y remoto, movilizó sus efectivos armados para repeler, con el apoyo de los hondureños nativos de la región, y expulsar los soldados nicaragüenses que se habían introducido a territorio nacional. La historia señala la efectiva participación de la Fuerza Aérea hondureña (FAH) durante este conflicto con el empleo de sus aviones de combate P-38 y P-63 King Cobra.
Nuevamente, las ambiciones de políticos provocaban la guerra y muerte de hondureños y nicaragüenses para satisfacer sus ambiciones personales.

No obstante, las crisis armadas sucedidas anteriores a 1969, es en este año que se marca un hito histórico sobre las disputas entre países de la región de Centro América. La Fuerza Armada de la hermana República de El Salvador, invade territorio hondureño por orden de su gobierno. Esta inesperada acción, que la justificaban con que nuestro gobierno estaba maltratando a ciudadanos salvadoreños, residentes en Honduras, a raíz de las tensiones provocadas por escaramuzas que se sucedían en ciertos puntos fronterizos entre militares de frontera de ambos países. El conflicto escaló y con la invasión, nuestras fuerzas armadas enfrentaron al invasor deteniendo su avance mientras se llevaban a cabo las acciones diplomáticas para establecer un alto al fuego entre ambas naciones. El ejercito salvadoreño se vio obligado a regresar las zonas invadidas y retornar a su territorio. Las fuerzas armadas hondureñas demostraron su capacidad de reacción a pesar de que no estaban preparadas por desconocer las intenciones del gobierno salvadoreño. La Fuerza Aérea Hondureña (FAH) demostró su superioridad al inhabilitar las capacidades de la fuerza aérea salvadoreña, provocando el fortalecimiento de nuestras fuerzas terrestres de defensa mediante el apoyo aéreo requerido y que la FAH realizó con exitosa efectividad.

Fueron muchos, Honduras, tus muertos, pero todos cayeron con honor. También muchos sobrevivieron a este y otros conflictos armados, guerras pasadas a las que muy brevemente nos hemos referido en este escrito, el que esperamos carezca de errores históricos pues no somos duchos en esta importante disciplina. Combatientes que fallecieron sin que se les haya reconocido su sacrificado esfuerzo por defender a la patria y la familia hondureña. Aun vemos y conversamos con excombatientes hondureños, algunos amigos, que participaron en las guerras de 1957 con Nicaragua, y 1969 con El Salvador, a pesar de que la mayoría de ellos, adultos mayores, son prácticamente desconocidos; están en todas partes, soldados que alzaron las armas porque estaban destinados a utilizarlas como militares activos de las FFAA. Hoy, todos ellos son veteranos de guerra, excombatientes olvidados a quienes no se les ha agradecido, reconocido ni honrado como se merecen. Todos los hondureños de hoy, la totalidad de las instituciones del gobierno, civiles y militares, tenemos una deuda moral con los excombatientes de Honduras. Debemos rendirles honores. La oportunidad nos la dan un grupo de oficiales retirados para que este 22 de Julio, 2023, lo hagamos. /

Julio 08, 2023