Por: Carolina Alduvín
El principal criterio para otorgar una Secretaría de Estado es la manifiesta estupidez, sea real o fingida, para que doña sumisa no se vea mal; el mejor ejemplo, el suertudo a cargo de mi ambiente. No le basta con sumarse a la reina de diamantes, aseverando que el mejor modelo para desarrollar el país es el cubano, sino que comete todas las torpezas a su alcance para destruir fuentes de empleo, eliminar actividades productivas que generan divisas y desconocer cuanto esfuerzo hacen comunidades y empresas por ayudarle a gestionar el deteriorado ambiente que sustenta nuestra vida y modelo de desarrollo. Como el desafortunado caso del Lago de Yojoa, donde desde su complejo de inferioridad muestra que puede cerrar operaciones no solo a los pequeños negocios en sus alrededores, sino también una empresa que cumple con las normas técnicas de ley, las medidas de mitigación recomendadas y la legislación laboral.
Ya vendrán las demandas internacionales; incongruentemente y solo por ser un capricho presidencial, dice abogar por la seguridad de los ciudadanos -responsabilidad de alguien más- y se expresa como si una cárcel de máxima seguridad en un remoto ecosistema frágil fuera a acabar automáticamente con la problemática estructural que genera la violencia entronizada en nuestra sociedad, como si la corrupción y la impunidad fueran a cesar por promover un centro penal, cuya construcción, logística y operaciones representan costos exorbitantes. Como si alguien formado para calcular todo en pies tabulares de madera, fuera experto en materia penal. Esgrimiendo tan solo una fanatizada lealtad a la gobernante de turno, hace el ridículo, defiendo lo indefendible y faltando a su deber como funcionario a cargo del patrimonio natural del territorio nacional, los sencillos y lógicos argumentos de quienes sí han manejado el delicado asunto del manejo de recursos naturales y la biodiversidad, lo han exhibido como un pelele ante el público.
Entre otras razones, los expertos en el campo prevén un ecocidio en Islas del Cisne, por estas razones: 1) Daño irreversible al área protegida, donde durante décadas se ha trabajado en su recuperación como ecosistema único, con diversidad biológica característica e irrepetible en el planeta. 2) Contaminación marina por las aguas negras generadas por una población penitenciaria de unos dos mil internos, más custodios y personal administrativo. 3) Contaminación por desechos sólidos y de construcción. 4) Potencial pérdida de especies tanto marinas como terrestres ante la destrucción de hábitat y fractura de las cadenas alimenticias. 5) Retroceso en los esfuerzos del país por el rescate y conservación del segundo sistema arrecifal más importante del mundo. 6) Impacto perjudicial sobre las especies de importancia pesquera que se reproducen y anidan en la zona. 7) Riesgo a la vida humana, el sitio está en una zona de alto impacto de huracanes y demasiado lejos de la civilización como para recibir oportuna ayuda de emergencia. 8) Se desconoce la dinámica de playas en el sitio. 9) Carencia de fuentes de agua potable, energía, tierras cultivables y todo tipo de insumos que deberán ser llevados desde tierra firme a elevadísimos costos para una población. 10) Históricamente, está demostrada la escasa sostenibilidad a largo plazo de las islas-prisión, ejemplos abundan: Alcatraz en USA e Islas Marías en México.
El Colegio de Biólogos de Honduras, en base a los puntos expuestos, considera que existen lugares en tierra firme con mayor acceso logístico, en ecosistemas ya impactados y que disponen de capacidad tecnológica para albergar población penitenciaria, de manera aislada. ICF y Serna -según publica este rotativo- garantizarán el uso de tecnologías ante el impacto ambiental en las Islas Cisne por construcción de cárcel; por supuesto, eso es lo que se les ha instruido que digan. En base a resultados de conservación forestal, como el avance de tala ilegal, podemos inferir cuales serán los resultados de esas supuestas garantías. Más bien, si el proyecto se llegara a concretar, está garantizada la destrucción de lo que tanto ha costado preservar, los habitantes de las cárceles, respaldados por los peces gordos que las autoridades no pueden, o no quieren poner tras las rejas, seguirán con sus negocios, poniendo en precario la seguridad ciudadana, una cárcel lejana, no remediará problema alguno de delincuencia y sí va a destruir de manera irreversible el ecosistema en el cual se pretende implantar. Así que, suertudo incondicional, de caprichos de la presidente nominal, tenga un poco de congruencia en sus determinaciones y tantita dignidad, entre en razón y no promueva ese adefesio.
LM aseguró que el proyecto de la cárcel en Islas del Cisne tendrá monitoreo constante junto al ICF y un mínimo impacto ambiental posible paja.
“Si Honduras tiene una isla deseada, Roatán, ahora vamos a tener una isla temida, Cisne JMR.