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Por: José A. San Martín F. *

En el mes de julio, día 12, para ser más exactos, se trasladan varias aeronaves de combate, Corsarios F4U-4 como parte de la desconcentración de aeronaves de la Fuerza Aérea Hondureña, a la recién creada base aérea militar que se le denomino “Comando Norte”, adyacente al aeropuerto Ramon Villeda Morales, también llamada “La Mesa”.

El ambiente tenso de nuestro gobierno con el de la vecina República de El Salvador provocaba que nuestras Fuerzas Armadas (FFAA) se mantuvieran alertas, a pesar de que jamás se esperaba una agresión, mejor dicho, invasión armada por parte del país “hermano”. Existía, entre ambos pueblos, una tradicional hermandad desde hacía muchísimos años, de cuando nuestro paladín Francisco Morazán, era apoyado en su gesta centroamericana por muchísimos salvadoreños que engrosaban sus ejércitos unionistas. A tal extremo que, a su muerte, el héroe pidió hacer descansar sus restos en dicho país, donde actualmente reposan. Las relaciones existentes entre ambos pueblos se sucedían con familiar normalidad, eran más las similitudes que las diferencias; en la franja fronteriza se entrelazaban los pobladores, hondureños y salvadoreños, como si fuesen de una misma nación. Los matrimonios engendraban a ciudadanos que era difícil para las instituciones de registro de las personas catalogarlos como hondureños o salvadoreños, al extremo que, en su momento había que consultarles la nacionalidad que preferían. No hay diferencias notorias con el acento del lenguaje, en hábitos ni costumbres. Las similitudes son abrumadoras, las diferencias son casi inexistentes.

¿Cuáles fueron entonces las causas que provocaron que el gobierno salvadoreño se aventurara en invadir militarmente a Honduras? Las que esgrimieron fue en reacción ante el supuesto vejamen y persecución de salvadoreños que residían en Honduras desde hacía mucho tiempo, que hasta familia habían creado con nacionales. Razones que lindan con lo ridículo. Los mecanismos diplomáticos existentes habían sido convocados para tomar cartas en el asunto y reparar cualquier desavenencia entre ambos países. ¿Cuál fue la prisa para adentrarse en territorio hondureño y atacar a sangre y fuego a indefensos poblados provocando muerte y destrucción? Obviamente seguían una guía de la acción militar de invasión, que fue muchos meses atrás planificada. ¿Acaso iban a invadir a todo Honduras para rescatar a los salvadoreños que sufrían de supuestas vejaciones? Los salvadoreños que permanecían dentro de Honduras eran considerados parte de la familia hondureña pues estaban integrados a ella. Lo mismo sucedía con los hondureños residentes en El Salvador. La decisión del gobierno de El Salvador de invadir separó a estos dos tradicionalmente hermanos países, que comenzaron a verse como enemigos potenciales, a pesar de que los lazos de familiaridad aún siguen creciendo.

Como piloto de la FAH, y posterior a ese 1969, siempre mantuvimos nuestro adiestramiento militar basado en lo sucedido en dicha fecha, considerando la posibilidad de un nuevo conflicto militar entre nuestros dos países. Y no podemos decir que no puede repetirse, pues vemos que la carrera armamentista generada por aquel conflicto aun se mantiene viva. Así lo demuestran ciertas medidas que en este sentido está tomando el actual gobierno de El Salvador. Fortalece su estructura militar, aérea, terrestre y naval.

Pero volviendo a aquella época, 1969, nuestras FFAA y el pueblo hondureño despertaron ante la agresión; se detuvo militarmente la invasión que se realizada, principalmente, por tierra y aire, sorpresiva y al amparo de la noche. Un par de días antes del inicio del ataque, el Comando Norte ya alojaba en sus predios varios aviones Corsarios, pilotos y aerotécnicos para alejarlos de las posibles acciones de bombardeo de la Fuerza Aérea Salvadoreña (FAS). Aunque estas acciones solo se veían en películas de guerra, el mando de la FAH estaba consciente del peligro de perder aviones de combate; por ello decidió trasladarlos al norte del país.

La FAS demostró, a pesar de haberse preparado para obtener la superioridad aérea, que no poseía calidad operacional. Esto no se puede lograr en breve tiempo. Se requieren años para lograrlo. Lo contrario sucedía con nuestra FAH, tradicionalmente combativa y pilotos amantes de la aviación militar. Estaban al día con los conocimientos tácticos, técnicos y estratégicos en la aplicación del poder aéreo. A pesar de que la iniciativa la tomó la fuerza armada invasora, la FAH demostró sus capacidades no solamente derribando los aviones de combate enemigos, sino que de un día para otro ya poseía plenamente la superioridad aérea a lo largo y ancho de los teatros de operaciones, jugando el decisivo papel de apoyar a nuestras fuerzas terrestres que hacían retroceder a las fuerzas invasoras.

Nuestros pueblos no están para pelearse entre sí, 1969 lo confirmó. La acción invasora fue un total fracaso. Nuestras fuerzas de defensa terrestre, FFAA y pueblo hondureño, detuvieron al invasor no sin antes haber sufrido, particularmente los hondureños, muchas bajas entre civiles y militares. Sobrevivientes de 1969 aún hay muchos, y no se les recuerda ni se les reconoce el haber expuesto su vida para defender a los hondureños y a la nación. No los olvidemos, saquémoslos a la luz y honrémoslos.

*Excomandante general FAH

Cnel. de Av.(R)