Por: Marcio Enrique Sierra Mejía
En la política la hipocresía es muy común utilizarla porque a través de ella, se disimulan reiterados e incondicionales halagos de personas lambisconas que rodean al poder. Muchos líderes políticos, se vuelven sumisos, borregos, tontos y serviles de los líderes políticos de las cúpulas que controlan los partidos, porque a través de esa actitud, logran mantenerse en el tablero. Y esto se intensifica cuando la carrera electoral ha comenzado a ponerse intensa, dada la inminente elección general que ya la tienen en la mira. A la larga esta hipocresía, se convierte en la vía óptima para obtener posicionamientos de poder en el engranaje, tanto del gobierno, al ganar el poder del gobierno, como en el partido a través del cual, también se consiguen trabajos remunerativos. Obviamente, no todos los líderes políticos se aferran a esta actitud porque hay muchos, que buscan la veracidad como virtud política.
En la sociedad política hondureña como caso de interés, la verdad y la política se ven que están en mal predicado. Lo común de los políticos hondureños, es que tienden a justificar las mentiras, de tal suerte que la ciudadanía, se adapta y exclama sin espaviento “los políticos mienten porque así son los políticos”. En Tegucigalpa, se vieron y se ven sendos carteles del partido político que controla la gobernanza, afirmando a todo color que con el cambio de gobierno ahora todo es distinto, que con los nuevos gobernantes “hay justicia, seguridad y la corrupción ha sido eliminada”. Empero, la ciudadanía los desdice y más bien afirman que en la actualidad el gobierno no obedece la ley, comete corrupción, lo cual está afectando al país. Al punto, que la voz del pueblo exclama la virtud, el honor y la ley en la vida política de los que tienen la cacerola por el mango, en otras palabras, los socialistas controlan la hegemonía política en la conducción del Estado, con hipocresía rampante.
Los socialistas, han logrado que el pueblo en su mayoría desconfíe de ellos, porque la hipocresía los ha contaminado de forma virulenta. Intentan imponer una visión refundacional sumamente peligrosa del futuro de Honduras, utilizando la falsedad para lograrlo. Con argumentos falaces, pretenden hacer creer que la gobernanza estando en las manos del Partido Libre y bajo la coordinación del esposo de la Presidente, están avanzando hacia una sociedad más justa y con un crecimiento económico equitativo, que incide en el interés del pueblo, quienes sobreviven en su gran mayoría, bajo condiciones de franca pauperización, mientras la elite gobernante (familia castromelista), se ha encerrado en un círculo rampante de ambición sin escrúpulos, trepando vertiginosamente en la escala social y acumulando recursos económicos, para sostenerse en el poder “per secula seculorum”.
Frente a un panorama político de hipocresía, de altivez, orgullo y pecado como el que enfrentamos, la derecha democrática, particularmente la del Partido Nacional, tienen obligatoriamente que demostrar una mejor praxis política, actuando sin hipocresía e instaurando procesos de renovación y democratización en la conducción partidaria, apegados a la verdad como atributo político; lo cual implica, que las elites que controlan el gobierno del partido (caso del Partido Nacional), dejen de lado el disfraz del político mentiroso, egocéntrico y autoritario, superando la demagogia “del diente al labio” y permitiendo una conducción partidaria basada en la rectitud, la justicia y la inclusión de un nuevo liderazgo, sustentado en principios democráticos y la doctrina que caracteriza la identidad nacionalista.