CONTRACORRIENTE: Sistema electoral y democracia

Por: Juan Ramón Martínez

Las declaraciones de “Mel” Zelaya anunciando un triunfo de Libre en las elecciones de noviembre de 2025, ha disparado las alarmas entre los partidos democráticos. Y no es para menos. Libre -después de romper la alianza con Nasralla, misma que le permitió ganar las elecciones- no es un partido electoralmente fuerte. Está en crisis. Inmerso en una división interna general, caracterizada por el paso de una sociedad de familias políticas, a una de familias sanguíneas, que excluyen los méritos y las competencias, como medio para hacer carrera administrativa en el gobierno. Y porque la democracia, siempre bajo cuidado, solo se fortalece cuando los electores tienen la seguridad que, en el ejercicio de la soberanía, pueden derrotar al partido oficial, cambiándolo por el de la oposición. Pero si esto se cierra, como parece ser la intención del coordinador y propietario de Libre, se amenaza el ejercicio de la soberanía; y, se pone en peligro el sistema. Un nuevo periodo presidencial para un partido minoritario, es una contradicción. Constituye una amenaza totalitaria que los partidos democráticos se ven compelidos a reaccionar. Y es lo que ha ocurrido estas últimas dos semanas. Además, hay que agregar que, el rompimiento de las buenas relaciones manejadas hasta ahora, entre Libre y el bloque democrático de diputados, es una indicación de una crisis que hay que conjurar antes que sea demasiado tarde.

En la clase política hay frente a “Mel” Zelaya, dos tesis. La conformista, predica que hay que dejarlo que diga y haga cualquiera cosa, porque si se le cuestiona; e, incluso, se le amenaza, se pondrá furioso y, en consecuencia, romperá todos los vidrios, y alterará la paz. Los defensores de esta tesis, arguyen además que, este silencio e incluso el sufrimiento de no pocas manifestaciones irrespetuosas del mas díscolo caudillo de los últimos sesenta años, es el precio que tenemos que pagar para que, al final, cuando se termine el periodo presidencial, pierda las elecciones. Y, se vaya tranquilo a su casa a pasar sus últimos años, en su heredad rural en Catacamas. Es lógico anticipar que, con esta actitud de permitirle cualquier exceso verbal al expresidente Zelaya, garantizamos la inactividad y furia suya, durmiendo tranquilo. Y, sin enfurecerse y perder la calma. Dicen al fin, por este medio, ganamos todos.

La segunda tesis es enérgica y activa. Exigen, vigilancia permanente, cierre de la puerta; y respuesta inmediata, en cada caso, cuando haga cosas irregulares. Ceder, al principio; pero exigir despues que se modere, como precio para seguir pactando acuerdos de gobernabilidad. De modo que, cuando falle -cosa que ha ocurrido desde el año pasado- y no cumpla, reaccionar, criticándole, exigiéndole sus responsabilidades e incluso, imponiéndole el castigo que corresponde. Se le dio la dirección del Congreso y se pactó, la Corte Suprema de Justicia, abriéndole la negociación de la Fiscalía General. A cambio, prudencia en el gobierno y, atención a la unidad de la familia hondureña. Cosas que por supuesto, Zelaya ha incumplido. De allí la reacción en el Congreso Nacional en donde los tres partidos democráticos, PN, PL, y PSH, hayan creado un bloque de contención, diciéndole hasta aquí no más, “muchacho malcriado”.

Zelaya ha respondido amenazando a los eslabones más débiles del sistema democrático: los diputados liberales. Entre estos: cuatro, han sido cooptados, por Libre, exponiéndose al castigo ejemplar del rechazo de sus correligionarios. Y anunciando su seguridad que ganara las elaciones de 2025. Como es ilógico, los ojos han vuelto al sistema electoral, que es necesario blindar, para evitar que el “Mel” se salga con la suya.

Ahora, sin perjuicio del proceso confrontativa en marcha en el interior del CN, las fuerzas democráticas tienen que apurar las reformas electorales. Sin caer en el error de darle a Zelaya, ningún espacio en donde pueda hacer trampas. Más bien, hay que darle participación en el Tribunal Electoral a PSH; e independizar los sistemas computacionales, blindándolos ante “hackeres” chinos especialmente. Aumentando igualmente, el poder de la ciudadanía en el control de las mesas, más allá de la vigilancia partidaria.

Este movimiento defensivo, ha molestado al principal “ideólogo” de la tesis de contemplación y tolerancia con el díscolo “Mel” Zelaya. Reconocemos los avances que ha tenido el sistema electoral; pero frente al peligro que representa Libre, hay que cerrarle cualquier espacio donde quiera irrespetar la soberanía popular.

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