Cuando los conquistadores españoles se dieron cuenta que ELEMPIRA o LEMPIRA, no era fácil de vencer, dispusieron traer a uno de sus oficiales más avezados, RODRIGO RUIZ, hombre de gran estatura (se calcula en dos metros), experto en las artes de la guerra, para que viniera a Honduras, a buscar la forma de ajusticiar al bastión de mayor resistencia en la lucha contra los colonizadores, en la región occidental de las Hibueras. Ya venía de realizar misiones similares en México y Guatemala.
Ha quedado atrás, la versión oficial que nos han vendido durante décadas, de que el que asesinó a LEMPIRA fue Alonzo de Cáceres, subido al anca en un caballo, con un arcabuz y cuyo jinete enarbolaba una bandera blanca de falsa paz. El historiador MARIO FELIPE MARTÍNEZ, encontró en el Archivo de Indias de la ciudad de Sevilla, la documentación que acredita que RODRIGO RUIZ, reclamaba para sí el mérito del ajusticiamiento del lenca heroico.
En la audiencia celebrada ante la estancia virreinal de México, RUIZ presentó varios testigos, que manifestaron que lo vieron blandir la cabeza de LEMPIRA. De ellos, varios eran amigos cercanos y hasta familiares, que no se encontraban cerca del escenario en que ocurrieron los hechos. A Lempira nadie lo representó en esa audiencia, para desvirtuar lo aseverado por Ruiz y sus secuaces. No quedó claro si en realidad sostuvieron un combate personal, como alegaba Ruiz. Quienes conocían de cerca a Ruiz, sabían que era un varón audaz, astuto y ambicioso. Una de sus habilidades, consistía en descolgarse mediante el uso de una soga, y penetrar en forma subrepticia, en horas de la noche, en las cuevas de los indígenas. De ahí, que algunos historiadores se inclinan a creer que esa fue la forma en la que él pudo allegarse a LEMPIRA, mientras este dormía.
LEMPIRA, comandaba una tribu. Cuando las integrantes de las tribus circunvecinas se dieron cuenta que debían unirse, para organizar mejor su resistencia ante los invasores, escogieron a LEMPIRA, un líder carismático y valiente, formándose así una Confederación de Tribus, comandadas por el valiente cacique. No era tan fácil, acercarse a LEMPIRA a plena luz del día, encontrándose este rodeado de muchos guerreros, calculados en miles.
LEMPIRA, fue entonces el último bastión de la resistencia indígena. Por lo menos en el sector centro occidental de nuestro territorio, porque la sección oriental era prácticamente inaccesible para los conquistadores. Fue ajusticiado por un hombre audaz y ambicioso, que pidió una cuantiosa recompensa por asesinarlo.
Nosotros, debemos recordarlo, asumirlo y alabarlo, como el comandante que fue, de una heroica defensa de nuestro territorio. ¡Imitemos su valeroso ejemplo!
Tegucigalpa, M.D.C., 22 de julio de 2023.