Seguridad alimentaria

Por: Rodolfo Dumas Castillo

Desde su inicio, la agresión de Rusia a Ucrania ha desencadenado enormes trastornos en la economía mundial, que van desde severas complicaciones en las cadenas de suministro y una incidencia en la escalada inflacionaria global, hasta gravísimos riesgos para la seguridad alimentaria de todo el planeta. En una de sus acciones más recientes, los rusos decidieron suspender su participación en un acuerdo de la ONU que permitía la exportación de granos ucranianos a través del Mar Negro, lo que tiene un alcance bastante extenso debido a que Ucrania es uno de los mayores productores de alimentos del mundo.

Esta decisión ha provocado un aumento sustancial y repentino en los precios de los granos en los mercados internacionales, lo que seguramente aumentará la inseguridad alimentaria a nivel mundial y pondrá en riesgo a algunas personas en los países más pobres del mundo, enfrentando una hambruna mortal. Los rusos han demostrado que no existen límites en lo que están dispuestos a hacer para lograr sus objetivos, así que no les bastó con retirarse del acuerdo, sino que también lanzaron ataques con misiles a las bodegas donde se almacenan granos en los puertos de Ucrania. El viernes pasado atacaron graneros en Odessa por cuarto día consecutivo y se estima que estos ataques han destruido más de 60,000 toneladas de granos.

La Iniciativa del Gran Mar Negro, intermediada por las Naciones Unidas y Turquía en julio pasado, reanudó los envíos de granos ucranianos después de que un bloqueo ruso de varios meses hiciera que los precios mundiales de los alimentos se dispararan. Uno de los acuerdos garantizaba el paso seguro de barcos comerciales desde los puertos ucranianos del Mar Negro de Odessa, Chernomorsk y Yuzhny, con equipos de inspección en Turquía encargados de verificar la presencia de personas y cargamentos no autorizados. También prohibía que las partes atacaran a barcos civiles e instalaciones portuarias vinculadas a la iniciativa. Un acuerdo paralelo facilitó la exportación de granos y fertilizantes por parte de Rusia, productos que no estaban bajo sanciones occidentales. Rusia había amenazado con retirarse del acuerdo, quejándose de que las sanciones seguían obstaculizando la exportación de productos agrícolas rusos y exigiendo al mismo tiempo mejor acceso global para sus productos agrícolas, entre otros aspectos.

En los últimos meses, Rusia había retrasado las inspecciones de los barcos que intentaban salir del Mar Negro, frenando el flujo de mercancías. Aun así, según las cifras de la ONU, más de 1,000 barcos transportaron alrededor de 36 millones de toneladas de productos alimenticios desde los puertos ucranianos a otros países. Las cifras de la ONU muestran que el 64% del trigo y el 51% del maíz exportado bajo el acuerdo han sido suministrados a naciones en desarrollo. Un nuevo acuerdo se vuelve urgente pues según las autoridades ucranianas pronto se quedarán sin espacio para almacenar granos cuando la nueva cosecha llegue a los puertos y solamente el Programa Mundial de Alimentos depende de Ucrania para el 80% de sus compras de trigo para este año.

Las repercusiones de esta situación tienen un potencial impacto significativo en diversos países, y Honduras no es la excepción. Desde hace mucho dejamos de ser “el granero de Centroamérica”, por lo que esta situación nos debe servir de impulso para reactivar la producción de alimentos en nuestro país. Para ello será crucial que el gobierno asuma un compromiso claro y contundente de fomentar e incentivar la producción local de granos y otros alimentos básicos, así como el desarrollo de políticas que promuevan la agricultura sostenible y faciliten el acceso a tierras para los pequeños agricultores, todo con la meta de reducir nuestra dependencia de las importaciones y fortalecer la seguridad alimentaria. Es oportuno reconocer que Honduras no cuenta con los recursos materiales para hacer frente a esta situación, por lo que la cooperación internacional será un factor clave para abordar esta crisis. Establecer alianzas y colaboración con otros países y organismos internacionales nos brindará apoyo y los recursos adicionales necesarios para enfrentar los desafíos que conlleva la reactivación de la producción de alimentos en el país.

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