Educar con empatía

Por: Elvia Elizabeth Gómez*

Uno de los recuerdos más memorables que tengo de mi vida estudiantil en el nivel primario es el de un examen oral de la clase de matemáticas. Nos habían dejado de tarea memorizar la tabla del 3 para decirla a la maestra. Para mi suerte, en esa etapa de mi vida tuve problemas de pronunciación y aún hoy día los tengo, con la letra R y aquellas palabras que inician en tra, tre, tri, tro o tru. Podrán imaginarse aquella niña traumada por no poder pronunciar el número tres frente a su maestra, pidiendo poder escribirla porque realmente la sabía, pero recibiendo como respuesta que era de forma oral.

Cuando los papeles se invierten y nos convertimos en docentes, olvidamos las experiencias vividas en el salón de clases cuando fuimos estudiantes, muchos nos subimos al pedestal otorgado a una palabra que conlleva tantos significados, “maestro”.

La Real Academia de la Lengua Española nos ofrece 23 definiciones diferentes de esta palabra, acordes al ámbito o circunstancia en la cual sea utilizada. En la definición número cuatro, maestro es “Persona que enseña una ciencia, arte u oficio, o tiene título para hacerlo”. Su connotación sale de los salones de clase y aplica a otro tipo de enseñanzas para la vida, y eso me hace recordar lo que en una ocasión expresó una persona con la cual coincidimos en el trabajo por algunos años, “si no vive de su profesión vive del oficio que aprenda”. En ese momento me parecieron fuera de lugar por el entorno en el cual nos encontrábamos, pero reflexionando en ellas tienen una vigencia significativa en los tiempos actuales.

Con el paso de los años nos damos cuenta de que en esta tan noble y en ocasiones tan denigrada profesión, debemos ir adquiriendo habilidades de comunicación que nos permitan entrar en sintonía con nuestros alumnos y tratar de entender el “mundo” en el cual se encuentran en esta etapa de sus vidas. El maestro no se forma solo en sus estudios, no es aquel que perfecciona sus conocimientos en una materia específica, o el que lleva sobre sus hombros varios títulos académicos, pues muchas veces nos topamos con ilustres pensadores y conocedores de la materia que no son capaces de transmitir sus conocimientos y en su halo de “sabiduría”, truncan los sueños de más de un estudiante que consideran que no está a la altura de su clase.

La verdadera formación la obtenemos en el ejercicio de la docencia en el salón de clase, en el día a día, cuando nos enfrentamos a alumnos que están ahí porque el sueño de sus padres es que se conviertan en “ingenieros” o “licenciados” pero que no se han detenido a pensar cuál es realmente el sueño de sus hijos. Cada uno de nuestros alumnos tiene su propia historia y aprende de formas diferentes. Sin duda, lo más complejo es lograr que comprenda la importancia y aplicabilidad del conocimiento que le estamos transmitiendo para su vida, no solo profesional, sino personal. La primera pregunta que debemos formularnos como docentes es ¿Qué significa el alumno (a) para mí? ¿Es un número de cuenta asignado por un sistema de matrícula que ocupa un pupitre dentro del salón de clases? Si la respuesta que damos a esta pregunta es un sí, debemos reconsiderar nuestro trabajo, porque ser maestro implica una gran responsabilidad. Si nos volvimos maestros porque no nos quedó de otra, que ese trabajo nos alimente el espíritu y encontremos el verdadero valor que tiene para la sociedad, pero sobre todo para nuestros alumnos. No importa el nivel educativo en el cual nos desempeñemos, esta labor marca la vida de aquellos a quienes educamos y es válido preguntarse ¿Qué marca quiero dejar?

Por el contrario, si al formularnos la siguiente interrogante ¿Qué significa el alumno (a) para mí? ¿Es un ser humano que forma parte de ese pequeño universo que surge en el salón de clases? nuestra respuesta es sí, entonces podemos considerar que vamos por buen camino en el ejercicio de nuestra labor docente. Con relación a la empatía, el escritor Ernest Hemingway expresó “cuando la gente hable, escucha de verdad”. Escuchemos a nuestros alumnos.

*Docente universitaria