Por: Segisfredo Infante
En noviembre de 1982 redacté una tercera parte de una tarea eminentemente filosófica. Es menester recordar que a veces hacíamos trabajos subgrupales tanto en la Carrera de Filosofía como en la de Historia. Pero este manuscrito procede de mi puño y letra, con una clara tendencia hacia lo que habría de ser mi estilo futuro. Con esta vieja lectura resultan evidentes las influencias de Immanuel Kant y del mexicano Miguel Bueno González. Y, de modo subrepticio, la influencia del gran Hegel. Pero lo más claro de todo son las ingenuidades y la precocidad de un joven en proceso de intensa y zigzagueante formación intelectual. Exceptuando dos párrafos que he anulado por inconsistentes, leamos, entre comillas, casi toda la reproducción del manuscrito añejo:
“Hablaremos del concepto como anticipación de… Pero también, y esto es lo más importante, esgrimiremos la idea de la “noción” como anticipación al concepto (me refiero a la noción intuitiva) porque, si el concepto puede ser anticipación de una posible realidad, la noción intuitiva puede ser la realidad como una anticipación al concepto. Pero una realidad objetiva más bien subjetivada, esto es, una subjetividad primaria.”
“En cuanto a la noción intuitiva en sí, no es una idea que nos pertenezca, ya otros filósofos “idealistas” del pasado y contemporáneos han venido trabajando con el concepto “intuición” e incluso se menciona la existencia de una escuela “intuicionista”. Ellos trabajan el concepto intuición en varias direcciones cayendo a veces en el irracionalismo. Sin embargo, vale la pena decir que simpatizamos en algo con Descartes, con Leibniz y no más.
Nosotros le vamos a impregnar aquí, en tanto sea posible, nuestra propia dirección. Una de nuestras ideas es que el concepto verbalmente puntualizado posee amplias dimensiones, es decir, posibilidades. Por ejemplo el concepto “universo” que se alude en el trabajo anterior. Pero también adolece de “No” posibilidades; quiero decir que también le son inherentes las limitaciones.
Si el concepto es humano (intrínsecamente humano) adolece por consiguiente de limitaciones humanas.” (…) “Si el humano ha sido el resultado de una larga evolución con sus altos y sus bajos, también el concepto es el resultado de uno de los aspectos de la evolución del hombre. Este tipo de “lógica” fallaría sólo en el caso de que el concepto tuviera atributos extrahumanos. De lo contrario, quién sabe.
De lo anterior se infiere que si el concepto es una anticipación de… (nos referimos “No” a la teoría tradicional del concepto)”, luego “el concepto asimismo tiene su propia anticipación, y esta anticipación o anterioridad es precisamente la noción intuitiva en su doble dimensión: a) en el plano sensorial, esto es, la subjetividad primaria, y, b) en el plano intelectual, esto es, en alianza con la razón, “No” la razón del Estado prusiano de la época de Hegel, sino la razón como una búsqueda o meta de las posibilidades filosóficas: la trascendencia del Faktum.
Antes de que el concepto se configure como una abstracción lingüística de la esencia del Faktum y como una posibilidad de las negaciones de ese Faktum, ya existe en la mente del hombre una idea, una noción, de esa difusa realidad; antes de que exista el concepto “universo” ya existe la vaga noción de la existencia de esa cosa a la cual posteriormente se le denomina “universo”. Esto significa que el concepto es una prolongación “lógica” de los procesos mentales primarios del hombre, y esos procesos mentales no son otra cosa que la experiencia ordinaria primero, y la intuición intelectual después; a veces lírica pero no siempre lírica, es decir, reforzada por el arte y la literatura, etc.
El discurso antes expuesto “No” lo entienden algunas personas entendidas. No entienden aquello del concepto aún no conceptualizado. Se olvidan de que el concepto es un proceso de abstracción humana que además de ser una expresión del Faktum, puede asimismo ser una anticipación de la negación del Faktum y no sólo eso, sino también de antemano (a priori) su propia anticipación, el preconcepto, o sea la anticipación empírica y la noción intuitiva en general como una anticipación muchas veces asombrosa de la realidad, esto es, anticipación al concepto.” (…) “Quisiera haber hablado de las imprecisiones del lenguaje y por consiguiente de las imprecisiones del concepto. Pero éste es un asunto aparte, y nuestro estudio continúa en pie.”
De la transcripción anterior se deduce que hubo, cuando menos, un trabajo académico-estudiantil previo. Pero quizás fue más colectivo que individual. En este caso tengo el respaldo del manuscrito personal en papel bond, de tamaño oficio (envejecido y amarillento), con el mes y el año en que lo escribí, hace más de cuatro decenios. Eran los primeros pasos reales en dirección hacia una filosofía sobria.