En discursos: se inventan el futuro y no sueltan el pasado; pero en el presente ¡cero resultados!

Por: Tomás Monge*

En los últimos ¿alguna vez usted se ha atrevido a decir (o publicar en redes) que el actual gobierno no ha hecho nada significativo, y se ha ganado ataques personales de simpatizantes de Libre? Ciertamente, los líderes quema-llantas, además de estar trabados en el mismo discurso del “golpe de Estado”, de los “doce años y siete meses de dictadura”, de la oligarquía, de los grupos de poder y demás molinos de viento “abominables”, que “no los dejan accionar en ninguna área”; cada vez se están volviendo más intolerantes, irritables y violentos ante las críticas.

Lo cierto es que, al tener un año y medio en el poder, estos líderes tirapiedras han evidenciado que servían más para criticar que para accionar, y que lo que más les “dolía” no era Honduras, sino sus ganas de vivir (sin esforzarse mucho) en una mejor “Residencial”, de transportarse en lujosas camionetas, de agenciarse viajes de ensueño y de contar con presupuestos, influencias y poder virtualmente ilimitado.

Por ejemplo, recordemos cómo, en tono burlesco y despectivo, le decían “la profe” a la anterior ministra de salud y criticaban incansablemente todos sus desaciertos. Sin embargo, el pueblo ahora ve que el actual ministro es un doctor con muchísima preparación y experiencia en salud, y habla con mucho carácter y palabras rimbombantes cada vez que lo entrevistan; pero lamentablemente aún no se sabe si es igual o peor que la ministra que no sabía nada de salud, porque permanece atado a la politiquería, populismo e inoperancia del Ejecutivo y a la violencia cavernícola de sus múltiples colectivos. No ha podido establecer una marca evidente de superioridad administrativa, ni de mayor claridad de visión; mientras es un hecho que los hospitales siguen clamando a gritos que se les atienda.

Con preparación o sin ella, lo cierto es que siguen siendo los niños, jóvenes, adultos y ancianos que permanecen en los hospitales públicos con enfermedades terminales, muchas veces tirados en el piso, o abandonados a la intemperie, quienes sufren de hambre, dolor, frío y desesperanza. Ningún ministro se digna a hacer compras significativas y abundantes de los medicamentos e insumos que más urgen (que es el camino más corto y la forma más sencilla de decir “¡si nos importan nuestros compatriotas!”), sino que todos se enfrascan en “juegos de tronos” absurdos, y discordias politiqueras interminables; en las que pareciera que lo único importante es cuánto aguanta la “teta” del Estado para contratar activistas y para otorgar nombramientos permanentes.

De igual forma, se gozaban diciéndole “el ministro periquito” al anterior ministro de Educación e igualmente criticaban todos sus desaciertos. No obstante, el actual titular sí ha ejercido la docencia, pero desafortunadamente tampoco se sabe si es igual o peor que el ministro que era ingeniero y que aparentemente no sabía nada de educación. El muchacho realmente no ha establecido una filosofía de trabajo clara, no parece ser reconocido por muchos militantes de Libre como miembro auténtico de su partido y parece que una parte de la docencia lo ve como alguien que por años se ha “nutrido” sustancialmente de los privilegios y prebendas de la dirigencia magisterial; pero que realmente nunca ha hecho algo determinante o significativo para el gremio.

A decir verdad, cualquiera recita estadísticas y narra “grandes proyectos” que están “formándose” en alguna parte del cosmos; sobre todo ahora que dice que los resultados de dichos “proyectos de ensueño” “se verán en ocho años, porque no son como una baleada, que se hace al instante”. Desafortunadamente, en el presente (que es en donde todos realmente habitamos, no dentro de ocho años) es solamente gracias a la bondad y a la abnegación de los padres de familia que la mayoría de las instituciones públicas siguen funcionando. ¡Y nadie reconoce sus esfuerzos!

Son los padres quienes, sin importar cuál sea su profesión u oficio, ni qué tan difícil se haya vuelto la subsistencia de su familia en la actualidad; buscan la manera de enviar a sus hijos a las escuelas, y se parten la espalda para asegurarse de que en ellas haya personal de vigilancia y de aseo, papelería, productos de limpieza, almacenamiento de agua y todos los insumos necesarios para que el ministro tenga estadísticas de qué hablarles a los medios. Mientras en el área rural, en donde las familias dependen de la fuerza laboral de sus hijos, ¿quién los auxilia?

Ciertamente, no sirve de nada seguir hablando inútilmente de un pasado trágico que ya todos conocemos, ni de un futuro mentiroso, que todos sabemos que no será como “quijotescamente” lo narran. Y ya los vimos sentirse los “mandamás”; jugando a “dios” repartiendo puestos a sus sobalevas favoritos, y/o sintiéndose “grandes”, destituyendo a gente honesta y trabajadora por puro capricho; solo porque no se arrodillan ante su mediocridad y arrogancia. Pero, y el pueblo ¿cuándo recibirá algo?

*Consultor Educativo y Catedrático UPNFM.