Fernando Berríos
Le costó tanto a hombres y mujeres valientes y hoy su valor es escaso entre los hondureños. Me refiero a la democracia, ese sistema de gobierno por el que lucharon prominentes ciudadanos al final de la década de los 70 e inicios de los 80.
Yo era apenas un niño, pero recuerdo bien el entusiasmo entre mis padres cuando fueron a las urnas, a ejercer el sufragio confiados en un mejor porvenir con el poder entre los civiles.
En 1982 y con una nueva constitución, nacieron las esperanzas de construir una patria sin tiranos, sin dictadores y sin regímenes abusivos que menospreciaran el poder del pueblo.
La alegría duró poco tiempo, porque los políticos criollos rápidamente se despojaron de sus máscaras y nos dejaron ver que no eran más que lobos con piel de oveja. Esta ha sido la constante desde los 80, poco o nada ha cambiado. Hoy ya contabilizamos más de 40 años en una “democracia” secuestrada por políticos corruptos, sedientos de poder, irrespetuosos de la ley.
Poco respeto le tienen al Poder Legislativo, el principal poder del Estado donde está toda la representación delegada por el pueblo en las urnas. Ahora, en estos tiempos, da igual si hay votos o no, si hay consensos o no, porque simplemente no lo necesitan para imponer su voluntad dictatorial. Ni siquiera hay respeto por los procedimientos legislativos y les da igual si estos se cumplen o no.
Estamos ante un monumental retroceso en materia de respeto al imperio de la ley y al Estado de derecho. Hay represión del pensamiento y la expresión de las ideas y no hay tolerancia ante la crítica, ignorando que vivimos en un sistema de pesos y contrapesos.
Están destruyendo el sistema democrático para llevarnos al socialismo, sistema al que muy pocos quieren pertenecer.
¿Y cuál es el resultado de estos abusos de poder cada vez más regulares y que se normalizan entre los hondureños?
Días atrás nos dimos a la tarea de estudiar a fondo los resultados del último estudio de Latinobarómetro, una entidad privada sin fines de lucro dedicada a las mediciones sobre las democracias latinoamericanas y como estas se vuelven vulnerables y abiertas al populismo y autoritarismo.
Para el estudio 2023 se levantaron alrededor de 20,000 entrevistas en 18 países de América Latina habitados por 600 millones de habitantes. Están incluidos todos los países excepto Nicaragua, donde no hay condiciones de seguridad precisamente por el dominio que ejerce el régimen represivo de Daniel Ortega.
Veamos rápidamente los resultados con tres preguntas relacionadas con la forma de gobierno.
Apenas el 32% de los hondureños dijo que un régimen democrático es preferible a cualquier otra forma de gobierno, ubicándonos como el país con el menor porcentaje y muy por debajo de la media latinoamericana de 48%. Los países con mejor porcentaje fueron Uruguay (70%), Argentina (62%), Chile (58%) y Venezuela (57%).
Aunque pocos creen en los gobiernos democráticos, apenas un 12% de los hondureños creen que puede ser preferible un gobierno autoritario. En esta apreciación solo somos superados por los uruguayos, donde apenas un 9% estaría a favor de un gobierno autoritario. Los países con más porcentaje de aceptación hacia el autoritarismo fueron México (33%), Paraguay (27%), Guatemala (23%) y República Dominicana (21%).
Otra revelación es que el 41% de los hondureños dijo que le daba lo mismo un gobierno democrático que uno no democrático. En este aspecto, Honduras y Guatemala están igualados en la primera posición con 41%, lo que denota la indiferencia que hoy predomina entre los hondureños, seguramente porque (a diferencia del ayer) están más convencidos que los unos son iguales o peores que los otros.
Los países con menos porcentaje de indiferencia son Argentina (15%), Uruguay (17%), Costa Rica (22%) y Chile (23%).
En resumen podemos decir que en Honduras, el 32% apoyan un gobierno democrático aún con sus imperfecciones, 41% son indiferentes si gobierna un demócrata o no demócrata y 12% manifiesta que puede ser preferible un gobierno autoritario.
Pero aquí viene lo realmente preocupante. Con respecto a la democracia, solo un 20% de los hondureños dice estar satisfecho y el 74% dice estar insatisfecho. Para nuestro consuelo, la insatisfacción con la democracia es peor en Perú (91%), Ecuador (87%), Venezuela (84%), Panamá (83%), Colombia (80%). El estudio Latinobarómetro revela que los países con menos insatisfacción hacia la democracia son El Salvador (32%), Uruguay (39) y Costa Rica (56%).
Esto lo que nos demuestra es que creer o no en la democracia está íntimamente relacionado con la paz y la tranquilidad que puedan disfrutar los ciudadanos, así como el acceso a servicios de salud, educación y alimentación.
Al preguntar qué tanto le importaría si un gobierno no democrático llegue al poder con tal que resuelva los problemas, los hondureños ocupamos el primer lugar del continente con 70%, seguidos por Paraguay (68%), Guatemala (66%), Dominicana (63%) y El Salvador (63%).
Respecto a los partidos políticos, apenas el 22% de los hondureños creen que funcionan bien y el 73% no cree en ellos.
Así está el descontento de los hondureños y es preocupante. La democracia está en vilo.
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