Más que, infantil capricho

Juan Ramón Martínez

La afirmación que el irrespeto del Ejecutivo a la voluntad del Congreso Nacional, es un capricho infantil, suena bien; pero incurre en la falla de menospreciar la capacidad del adversario que, muestra mayor agresividad, fuerza y decisión en una lucha que no tiene otra salida, más que el triunfo; o, la derrota. Porque tenemos que entender que, hay una confrontación en proceso, -escalando-, con unas fuerzas políticas, militares e irregulares, enfrentadas que, saben que pueden derrotar al adversario; y que, por ello, actúan con rapidez, buscando que una de los dos bloques antagónicos, mantenga la iniciativa y controle el discurso justificatorio. Honduras está en la encrucijada, en la que la alternativa es ir adelante, aunque haya que reconocer que, entre las fuerzas, la gubernamental y la del bloque democrático, hay en este momento una relación asimétrica. Y, es la primera, la que controla el escenario en el que, se libra la disputa política. Por ello, en primer lugar, tenemos que preguntarnos si es posible evitar el choque frontal y general; o, no hay otra alternativa que entrar a la batalla, sin tener seguridad cuál de las dos fuerzas puede hacerse con el triunfo. Partiendo de una afirmación inicial: el Poder Ejecutivo, tiene la iniciativa, maneja los recursos y el discurso. Mantiene, la voluntad de imponer un proyecto político que, nunca antes, habíase pensado y menos ejecutado. Tiene un liderazgo unificado; y, cuenta, con el apoyo político del bloque internacional del Foro de Sao Pablo.

Además, hay que reconocer que la confrontación no empezó la semana pasada, sino que varios meses. La hemos visto escalar, aunque los indicios de ello eran visibles hace bastante tiempo. El gobierno tiene en “Mel” Zelaya, un líder superior a todos los demás del país. No solo es un hombre convencido que tiene una misión, sino que, además cuenta con el músculo y la dedicación absoluta, a su proyecto. Las fuerzas democráticas no tienen un líder igual para enfrentarlo. Zelaya, tiene a su mujer en el Ejecutivo. Controla la directiva del CN; y, dirige la Corte Suprema de Justicia. La oposición, cuenta con un bloque mayoritario de diputados del Congreso Nacional; domina a las fuerzas económicas, muy disgustadas; pero sometidas a las amenazas gubernamentales. Las Fuerzas Armadas, están alineadas con el gobierno, así como una parte de los medios de comunicación. Tiene el dominio de la calle y la casi totalidad de la protesta popular. Además, del apoyo económico externo de potencias enemigas de USA. Las Fuerzas democráticas, no tiene liderazgo firme y unificado, de dedicación completa con excepción de Nasralla, el crítico más destacado. Lo peor, algunos líderes muestran tibio compromiso con la defensa del sistema democrático. La mayoría del electorado se muestra disgustado. Las iglesias cristianas desconfían del gobierno. Al final, la conclusión es preocupante: Zelaya puede imponerse en este momento. Lo sabe. Por eso apura el paso. Los analistas del Pentágono lo saben también; pero no encuentran cómo reaccionar. De repente, todavía confían en su capacidad de disuasión y el dominio que mantienen sobre un actor clave en la crisis: los oficiales de las Fuerzas Armadas.

Frente a este cuadro singular, conviene echar una ojeada al pasado. Las confrontaciones políticas de 1924 y 1954, son ejemplares. La primera terminó con la guerra civil y la derrota del gobierno liberal. La segunda, eliminó a Julio Lozano; pero evito la guerra civil, por la intervención de las Fuerzas Armadas que, pese a la lealtad de sus oficiales superiores al gobernante, se rebelaron; y, lo derribaron, el 21 de octubre de 1956.

Ahora las cosas son diferentes. Aunque la dinámica es, similar. Con la diferencia que esta lucha tiene un carácter internacional, porque involucra a China, Estados Unidos y Venezuela. Además, tiene al frente, a un líder mesiánico, dedicado a sus tareas; y dispuesto a convertirse en mártir defendiendo sus ideas. En las fuerzas democráticas no hay un liderazgo similar. Los demócratas son más racionales. Esperan que Estados Unidos resuelva los problemas, en el marco de una cultura dependiente, que muestra las debilidades de una sociedad ingenua e infantil. Esto es una debilidad, pero permite salidas. Débiles y falsas; pero salidas. Aunque aumente la dependencia respecto de Estados Unidos. Cosa en la que, hay mucha experiencia. La guerra civil de 1924, concluyó con una intervención y mediación hábil de aquel país.