A propósito de “escuchas”

Dennis A. Castro B. *

No temáis, así dice un versículo. ¿A qué se teme?, si todo es transparente, si todo es democracia, porque necesitamos escuchar las conversaciones de académicos, políticos, oposición política, o íntimas de los ciudadanos de Honduras.

En la década de los 80, desde ese alambrero de Hondutel, se escuchaban las conversaciones por orden del almirantazgo militar para saber quiénes se oponían al militarismo criminal que Honduras vivió, y sobre todo por la política de “seguridad nacional” que fue acuerpado desde la fatídica Aproh, cuyas manos chorrean sangre de los desaparecidos que aún el Cofadeh busca.

Hasta hace poco, se justificó porque los que gobernaban eran narcos según se desprende de las capturas que hemos sido testigos, los grandes jefes de jefes se fueron, pero la estructura está intacta. En una democracia sana, transparente, y honesta será justificable (¿?), será que sanamente en una democracia no debe existir oposición constructiva que busque la dialéctica en la solución de los eternos problemas de país

El secreto de las comunicaciones, con esta denominación, o con otras como “inviolabilidad de la correspondencia”, constituye una de las dimensiones o garantías “clásicas” de los derechos fundamentales que protegen la vida privada de la persona, aunque es ya, en definitiva, un derecho fundamental autónomo, universalmente reconocido y constitucionalmente establecido en la República sobre algo supremo que es la dignidad humana, tan en precario en nuestro país en todo ámbito del existir; sobre qué se quiere escuchar (¿?), se indicará en qué delitos será precisa esa acción. (¿?).

Será necesario recordarle al mismo Estado como a los dizques encargados de seguridad que hemos reformado la Constitución en nombre de la “Seguridad Nacional”, desde hace años, cambiamos el tiempo de detención, creamos la Tasa de Seguridad con lo que les han comprado cuanto juguete necesiten, inundamos el país de cámaras, pusimos un solo motociclista, se estableció el nepotismo institucionalizado para tener gente de “confianza”, etc.: y ¿disminuyó la criminalidad como la impunidad? Al contrario, se incrementó la corrupción con la Tasa de Seguridad, y aún más se incrementó la impunidad a casi 95% de casos criminales, sino para qué traer a la CICIH si todo esta bien judicialmente hablando (¿?), y sobre todo una democracia legítima necesita de escuchas (¿?).

Toda interceptación que incumpla los requisitos que hemos ido señalando, será ilegítima en nuestro ordenamiento jurídico, supone una vulneración del derecho al secreto de las comunicaciones. Aparte de lo anterior, ningún policía per se, tiene funciones de investigador sin la coordinación con propósitos de un fiscal, y este último puede solicitar a un juez el control jurisdiccional de la intervención, jamás oficial ó policía alguno puede intervenir llamadas sin el control fiscal y judicial. Ello implica una serie de consecuencias, como, en su caso, la sanción penal para los responsables de la interceptación, en los términos previstos en el Código Penal. Ya ha habido personas presas por andar escuchando a petición de otros.

Toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar, de su domicilio y de su correspondencia. No debe haber injerencia de la autoridad pública en el ejercicio de este derecho, sino en tanto en cuanto esta injerencia esté prevista por la ley y constituya una medida que, en una sociedad democrática, sea necesaria para la seguridad nacional, la seguridad pública, el bienestar económico del país, la defensa del orden y la prevención del delito, la protección de la salud o de la moral, o la protección de los derechos y las libertades de los demás. Por qué escuchar, si todo está bien en mi país, si me reúno y discuto con la oposición, si las decisiones son acuerpadas por la comunidad nacional, por qué entonces de la inseguridad en el Estado que recurre a las escuchas telefónicas (¿?), no teman, si no es más que lo cotidiano, ahora, lógico es temer si los actos que se ejecutan desde el Estado fueran de cárteles criminales internacionales como en el reciente pasado, o que estén con trastornos paranoicos sobre experiencias vividas que se pretendiesen conocer con anticipación para evitar en lo posible, la existencia de una sana oposición que crezca lo suficiente para repetir hechos ya vividos en nuestro país y que, diciendo verdad: nadie quiere que se repitan.

Asi que si quieren escuchar lo que pensamos los ciudadanos: trabajen 24/7 para sacar a nuestro país de donde se encuentra, quieren escuchar: bájense esos sueldos estratosféricos, y bajen la soberbia que siempre ha sido y será mal consejera, salgan del ostracismo, y vean al pueblo que los llevó donde se encuentran con ojos de compatriotas que también aspiran a gozar de la riqueza nacional que entre todos producimos y que ayer como hoy, solo algunos del grupo disfrutan en un socialismo democrático.