Óscar Lanza Rosales
En la reciente Cumbre de la Unión Europea y de los países latinoamericanos y caribeños en Bruselas, uno de los presidentes de Latinoamérica que sacó el mayor provecho para el desarrollo de su país fue Gabriel Boric de Chile. Incluyó en su agenda la reunión bilateral con la presidenta de la Organización Mundial del Comercio, el presidente Emmanuel Macron de Francia, y con un buen número e importantes empresarios de Francia -que tienen una inversión actualmente en Chile de 1,600 millones de dólares- a quienes invitó a ampliar las relaciones comerciales y de inversión en su país, y les transmitió con mensajes claros cuáles son los objetivos a largo plazo de su gobierno y los que le van a suceder.
Explicó a los empresarios que China es el primer socio comercial de Chile -40% de sus exportaciones-, que hay una “buena relación” con Pekín, pero que “ante el actual contexto geopolítico es necesario diversificar las fuentes de ingresos y los destinos de los productos chilenos”.
Boric afirmó a los inversores, que su país “respeta las reglas del juego” y tiene múltiples acuerdos comerciales con muchos países del mundo, formando parte de la Alianza del Pacífico, donde “está el centro del mundo hoy día”.
Además, les dio a conocer a grandes rasgos el modelo productivo que pretende llevar a cabo su gobierno, de apoyar las industrias exportadoras que crean valor en Chile, transfieran tecnología, y en general, sean respetuosas con el ambiente y las comunidades. Chile aspira a convertirse -según él- en un referente mundial competitivo en la producción de hidrógeno verde en 2030, por su potencial de energía eólica, lo mismo que como productor de litio, por poseer el 50% de las reservas mundiales de este valioso mineral.
Y como parte del programa de su gira, fue invitado por la famosa Universidad de La Sorbona de París, para que disertara sobre la democracia. Un privilegio, tratándose de un centro de estudios antiquísimo, fundada en 1257 por Robert de Sorbon -teólogo y consejero de Luis IX de Francia- que le han otorgado más de 40 premios Nobel a sus profesores, investigadores y exalumnos, en las diferentes disciplinas, y donde han destacado como maestros Santo Tomás de Aquino, Descartes, Sartre, los Curie (Pierre y Marie) y Pasteur.
En su intervención, el presidente Boric, llamó a “defender” las democracias “en peligro” en muchos lugares del mundo y pidió a las fuerzas progresistas en América Latina, denuncien cuando se violan los derechos humanos como en Nicaragua, que, utilizando las banderas de la izquierda, mete preso a los opositores y suprime la libertad de expresión. Según él, no debe existir ese doble discurso de intimidación, discriminación y de odio, y es el momento para levantar la voz, demandando defender los principios democráticos, aunque sea difícil e impopular. Y si no lo hacemos, es cuando nuestra posición se vuelve débil.
Reconoce que “La democracia es frágil, no está asegurada y por eso tenemos que defenderla de sus amenazas”, como la desinformación, inseguridad, violencia, corrupción y las desigualdades, entre otros factores, y abogó por resolver estos y los demás problemas “con más democracia”.
Cree que, para reducir la corrupción, las personas que se dedican a la política deben ser íntegras y transparentes, y que hay que elevar los estándares de probidad y las penas. Además, que los afectados por este mal, participen más en las decisiones.
Con relación a las desigualdades, comparte el pensamiento de Alan Turing, cuando señala que, una de las diferencias entre las sociedades democráticas y aquellas que no lo son, es la solidaridad entre sus ciudadanos, entendida como tal, cuando el Estado protege y cuida a sus ciudadanos, a que se les respete como iguales. La institucionalidad de la solidaridad es un signo de la democracia viva, que late con fuerza. Por eso, su reducción no solo es un imperativo ético, sino que también una exigencia para la sostenibilidad y desarrollo de los países.
Recomendó que “no hay que esperar que se den las crisis para resolver los problemas latentes que tenemos como sociedad”.
He escuchado todo el discurso del presidente Boric, y admiro la vehemencia con que defiende la democracia, el respeto a los derechos humanos, la institucionalidad, y en general todos los valores democráticos, a pesar de ser un gobernante de izquierda, pero no dogmático. Tiene actualmente una baja popularidad, lo cual es comprensible, si tomamos en cuenta que los chilenos, son inteligentes y exigentes, y ese es el desafío de Boric, de satisfacer las expectativas de su pueblo.