La ruta del “chico malo”

Juan Ramón Martínez

La decisión de sancionar y publicar una irregular aprobación de la adhesión de Honduras al CAF, traerá sus propios efectos. La mayoría democrática del CN reaccionará como corresponde. El sistema bancario internacional, valorará y se pronunciará en su momento, cuando los recursos fluyan desde Honduras hacia el exterior. Los partidos tienen que revisar sus estrategias de campaña, para enfrentar y cerrarle los espacios para que Libre no se salga con la suya. Y los ciudadanos, deberán afinar sus juicios, para determinar hasta donde es bueno, que un partido autoritario, con tendencias totalitarias, merezca la confianza del voto de cada uno de los ciudadanos. Ahora, lo que conviene es, preguntarse, cuál será la ruta que seguirá “Mel” Zelaya en ese oficio que la fatalidad le ha encargado, para continuar escalando la vida política, social y económica; y, comprometiendo peligrosamente la institucionalidad democrática.

Para ello, todos tienen que estar preparados, para el siguiente movimiento. Zelaya, seguirá en su marcha, indiferente a los actos y opiniones de los hondureños, comprometido en su proyecto político y solo atento a las señales del exterior. La ruta es fácil anticiparla. El gozo de Zelaya es que nosotros, suframos, conociendo cuál es su siguiente movimiento para que valoremos los efectos negativos de sus acciones. Es parte de su felicidad, hacernos la vida difícil. Sigue la elección del Fiscal General y su Adjunto, la elección de la junta directiva del Congreso Nacional, el nombramiento del Tribunal Superior de Cuentas y la aprobación del Presupuesto General de la República. Son cuatro pasos, del doloroso viacrucis que Honduras tiene que enfrentar, por haber elegido una presidencia que favoreció a la candidata que Zelaya les vendió a los electores, bajo el ofrecimiento -una verdadera bobada- que las cosas serían mucho mejor que si continuaba un gobierno del Partido Nacional.

Para la elección del Fiscal General y su Adjunto, los partidos democráticos tienen un compromiso que, de acuerdo con el comportamiento de Zelaya y sus discípulos, no tienen la obligación de cumplir. Más bien, de acuerdo con la conducta de Libre, es necesario que el nuevo Fiscal y su Adjunto, sean independientes y lo más distantes de la manipulación de Zelaya. Nombrar una mujer, desconocida y frágil, no es alternativa. Zelaya entrara con su fuerza y recursos para manipular, obstaculizar y frenar la operación de la Fiscalía, que de lograrlo, le provocara muchos daños a la institucionalidad civil hondureña.

La modificación de la junta directiva del Congreso, es la oportunidad para frenar el poder de Luis Redondo, por medio de una directiva en la que no haya diputados de Libre y que, en las vicepresidencias, estén personas de carácter, con suficientes conocimientos parlamentarios, de modo que este poder del estado, no solo recupere su comprometida independencia, sino que, además, nos dé seguridades que tendrá energía para enfrentar las encabritadas violencias del Ejecutivo y su asesor principal. Un Congreso independiente, nos dará garantías de un proceso electoral limpio, que garantice la soberanía popular.

El TSC, hay que protegerlo para que continúe su profesionalización e independencia, con la elección de nuevos magistrados de los partidos democráticos.

El presupuesto nacional para el próximo año, es un escenario importante que hay que defender. Exigir que el presupuesto venga desglosado y que los mejores del CN y sus asesores, lo revisen oportunamente, a fin que evite las trampas y subterfugios en los cuales se cuelen los recursos para que el Ejecutivo no compre votos o cumpla compromisos subalternos con sus aliados internacionales, es crucial. Incluso hay que prepararse para que Finanzas, no envié a tiempo el prepuesto, para que el CN responda oportunamente y pueda subsanar la brecha; y evite que el Ejecutivo funcione irregularmente y se salga con la suya, irrespetando la ley.

En fin, hay que esperar y para ello, proteger la calle a fin que los colectivos de Libre, -que pueden transformarse en Guardia Nacional y comprometer la existencia de las Fuerzas Armadas y por este medio reducir la capacidad de Honduras para defenderse de las amenazas del exterior-, por medio de la vigilancia y la acción de respuesta. La acción de la CSJ será vacilante y poco confiable. Por ello, no hay que descartar que las fuerzas políticas democráticas, organicen sus bases y puedan crear grupos de respuesta. La “ruta del chico malo”, está clara.