GOTAS DEL SABER (102)

Juan Ramón Martínez

I

El 6 de agosto de 2016 falleció en la ciudad de La Ceiba, Atlántida, el canta autor Guillermo Anderson. Había nacido en esa misma ciudad, el 26 de febrero de 1962. Fue hijo de Jorge Guillermo Anderson Sarmiento y de Ida Avilés Sevilla. Fue el autor de varias canciones, muy exitosas, entre las cuales es obligado mencionar: “En mi país”, “Todo está”, “El encarguito”, “Dale play a la esperanza”, “Pobre marinero” y otras. Al momento de su muerte, era la figura más popular de la música hondureña; y por su peculiar personalidad, una figura cercana que conquistó el cariño de las mayorías. El Gobierno de Honduras, un año después de su muerte, entregó a sus hijas Rocío y Marianela Anderson Godoy, el Premio Nacional de Arte Pablo “Zelaya Sierra”. Es recordado porque en sus canciones, abordó los problemas sociales como la emigración, el carácter de los hondureños, la pobreza y la desigualdad. “Siempre quiso contribuir con su talento al desarrollo del país”.

II

El 27 de agosto de 1898, se emitió por la Asamblea Constituyente reunida en Managua e integrada por diputados de El Salvador, Honduras y Nicaragua, la Constitución de la República de Estados Unidos de Centroamérica. No concurrieron diputados de Costa Rica y Guatemala. “De acuerdo con esta Constitución, las Repúblicas de Honduras, El Salvador y Nicaragua pasaron a ser Estados de la nueva República y sus presidentes a ser Gobernadores. Se constituyó un Consejo Federal que se instaló en Amapala y que formaron los doctores Manuel Coronel Matus, Ángel Ugarte y Salvador Gallegos, representantes de Nicaragua, Honduras y El Salvador, respectivamente y se iniciaron actividades para elegir al Presidente de la República” (Víctor Cáceres Lara, Astillas de Historia, 45). El experimento terminó en forma abrupta. El 13 de noviembre, el general Tomás Regalado depuso al residente Rafael Antonio Gutiérrez y que El Salvador se separaba del Pacto de Unión. El más fuerte y civilizado esfuerzo para reconstruir la patria común, se deshizo, como siempre, por los caprichos de los líderes parroquiales.

Tumba descuidada del fundador del Partido Liberal.

III

“Entre el 18 y el 20 de agosto (de 1956), se llevó a cabo el Segundo Congreso del SITRATERCO, en la ciudad de El Progreso, siendo electo como secretario general Céleo Gonzales, uno de los nuevos dirigentes que habían emergido con posterioridad a las huelgas ocurridas en esa región en 1954; previamente había ocupado el cargo de Secretario de Finanzas en el mismo sindicato. No es casual que el representante de la ORIT, para Centroamérica, Andrew McLellan, hubiera contribuido a organizar el referido congreso, siendo de opinión que el SITRATERCO es el sindicato mejor organizado y más fuerte de Honduras”. (Mario Argueta, Julio Lozano Díaz. El poder y la reacción, 2008, pg. 68). La apreciación era correcta. Estaba ajustada a la realidad. La membresía del sindicato era la más alta y coherente de Honduras. Y, Céleo Gonzales, como lo demostrará su paso por las diferentes posiciones sindicales y la representación en el Congreso Nacional, fue una figura singular en la vida nacional.

IV

La descalificación entre políticos no es cosa de ahora. La pelea entre Juan Ángel Arias y Policarpo Bonilla, sobre cuál de los dos era el Jefe del Partido liberal, ilustra mucho de cuáles eran los méritos para ejercer el liderazgo en la política. Arias decía: “Yo soy el único liberal de estirpe, el único llamado a ser Jefe del Partido Liberal hondureño, porque mi padre Céleo Arias fue su fundador y porque tengo más derecho por mis prestigios dentro y fuera del país, por mi cultura, por mi larga actuación, porque proclamo que Honduras es para todos y todos en su amplio seno tendrán cabida; porque yo nunca he mendigado la ayuda de bayonetas extranjeras para llegar al poder, porque no he bebido tanta sangre del pueblo hondureño como Policarpo Bonilla” (Lucas Paredes, Drama Político de Honduras pág. 338). El aludido, respondía diciendo que, “No. Juan Ángel Arias miente. Yo soy el legítimo Jefe del Partido Liberal que se cubrió de gloria en Los Amates, en Las Anonas, en El Picacho, en Tatumbla, en Guaimaca, y en El Salto; yo caí herido en los combates; yo me arrodillé ante Reyna Barrios, ante José Santos Zelaya, y ante Pepe Escalón; yo prediqué la insubordinación y fundé la escuela del bochinche; yo destruí heredades cultivadas; yo permití que una bandera extraña fuera izada en el asta del Palacio Nacional en lugar de la bandera, símbolo sagrado de la soberanía e integridad de mi Patria; yo mantuve a Honduras en zozobra durante medio siglo y cubrí de cadáveres sus bellas colinas y teñí de rojo las aguas de sus cristalinos arroyos” ( Lucas Paredes, op. cit. 338). La segunda parte es poco creíble. Pero, no dejan de ser importantes porque los hechos confirmaron que la enemistad de los caudillos, era animada por el egoísmo y el odio, entre los cuales no hay espacio para Honduras y sus destinos.

V

En 1865, el gobierno de José María Medina, emprendió una enérgica campaña militar en contra de los rebeldes de Olancho. “En su expedición a Olancho, llegó hasta Salamá y dando por terminado el sometimiento de los rebeldes, regresó a Comayagua y después de un viaje a Gracias, volvió al ejercicio de la Presidencia, el 1 de septiembre del mencionado año de 1865, a iniciativa del Poder Ejecutivo, la Asamblea convocó una Constituyente para que reformara la Constitución Política de 1848; y con fecha 28 de dicho mes, expidió aquella una nueva Constitución, en la que por primera vez se da a Honduras el título de República, se suprimió el sistema bicameral; el periodo presidencial continuó siendo de cuatro años; y se declaró además, en previsión del ideal unionista que la Constitución no fuera un obstáculo para que Honduras pudiera concurrir a la formación de un Gobierno Nacional con las otras secciones de Centroamérica, o a la de un pacto si aquel no pudiera tener efecto. El mismo día, 28 de septiembre de 1865, la Asamblea Constituyente eligió al general Medina Presidente Provisional, pero debiendo practicarse elecciones de autoridades supremas a fines de dicho año, el último domingo de octubre, el 2 de dicho mes depositó el Poder Ejecutivo en el designado licenciado Gómez y hecha la elección a su favor, volvió el primero de febrero de 1866 al ejercicio de la presidencia constitucional elegido por el voto de la mayoría de sus conciudadanos, en cuya fecha tomó posesión de la Presidencia de la Republica” (Alexis de Oliva, pág. 135)

VI

El 27 de agosto de 1954 y en la facultad de Ciencias Economías de la Universidad Central de Honduras, el PM. y CCPP. Eduardo Mendieta Guillén, rindió su examen general, previo a la obtención del título de Licenciado en Ciencia Económicas. En esa oportunidad, Mendieta Guillén, leyó la tesis intitulada “Los Problemas del Cultivo de Tabaco en Honduras”. Mendieta Guillén, originario de San Pedro Sula, tenía entonces 22 años y era funcionario del Banco Nacional de Fomento. El diario La Época, que consigna su fotografía en primera página, informa que, además, muy pronto saldría el recién graduado, a cursar estudios de especialización en una universidad en los Estados Unidos. (La Época, 27 de agosto de 1954)

VII

Eduardo “Guayo” Galeano.

“El problema huelguístico de la Costa Norte desde hace algunas semanas quedo definitivamente terminado. Tanto el gobierno, las compañías y los huelguistas firmaron un arreglo por el cual vino nuevamente la tranquilidad al sector norte de la Republica. Solamente ha quedado trastornando el orden público y amenazando a la ciudadanía del norte de honduras la figura repudiable de un Eduardo Galeano, reo prófugo de la justicia; y que si la justicia se ha cruzado de brazos ha sido únicamente por su cooperación con el Poder Ejecutivo, a fin que el comunismo no vuelva a perturbar el sosiego público. Pero ya es tiempo que hablemos claro sobre la permanencia ilegal de un verdugo como lo es el llamado Guayo Galeano. El Presidente de la Republica, como Abogado que es no desconoce que mañana el Congreso Nacional conocerá del incumplimiento de preceptos constitucionales y penales por parte de las autoridades administrativas que tienen el deber de cooperar a la captura de criminales, en vez de colocarlos en puestos que llevan anexada jurisdicción. Porque Guayo Galeano es un criminal que tiene cuentas pendientes con la justicia, y porque está atormentando a los pacíficos moradores de una aldea y sus campos con carácter de ciudad o sea la Lima. Nos habíamos abstenido de señalar la obstruccionista permanencia del individuo que hemos hecho referencia, por consideraciones muy especiales para el señor Presidente de la Republica. Pero en vista de la actitud bastante indeseable de ese Guayo Galeano, muy respetuosamente nos dirigimos al gobernante para que lo aleje de sus actividades atrabiliarias y vergonzosas y lo ponga a la orden de la Justicia”. (La Época, Tegucigalpa, 28 de agosto de 1954).