La otra verdad de la refundación

Marcio Enrique Sierra Mejía

El triunfo del Partido Libre es histórico porque colocó en la Presidencia de la República por primera vez a una mujer y declararon la instauración del socialismo en Honduras. Asimismo, asumieron como meta de su gobernanza la refundación del Estado. En este sentido, posicionaron al país en el mapa mundial de países socialistas y, en consecuencia, ganaron la atención del bloque de países socialistas tan poderosos o más que los Estados Unidos. Obviamente, para los hondureños en general significó entrar a una ruta política de desarrollo nueva que recibieron con cautelosa admiración y con muchas expectativas de cambio en su situación de pobreza generalizada en el país.

Sin embargo, a diez y nueve meses de gobernanza socialista los hechos lo que indican, es que la ciudadanía esta frustrada, decepcionada, engañada, empobrecida e inestable emocionalmente, económicamente y polarizada socialmente. La bendita refundación del Estado se ve como un fiasco y, en el sentido espiritual, como una maldición causada por una iniquidad heredada. Todo anda de cabeza y, a la vista de todos, se ve retroceso político. Se ha perdido el respeto a los derechos humanos, al Estado de derecho, ha aumentado la intolerancia política y la desconfianza como nunca antes en las últimas dos décadas de gobiernos civiles, no existe el diálogo sino la imposición autoritaria de políticas legislativas, de la justicia selectiva y de políticas ejecutivas macroeconómicas que afectan el patrimonio público, que atemorizan al inversionista porque reducen las reservas monetarias del país, cuyas consecuencias, alteran las tasas bancarias activas y pasivas y provocan el aumento de la inflación, prácticamente castigando al pueblo, asimismo, se tienden a trastocar los valores creando perplejidad permanente. El autoritarismo es la norma que se impone y el totalitarismo es la consigna que se tiene.

Seguimos ostentando el honor de ser “uno de los países más pobre y desiguales del hemisferio occidental”. Más del 50 por ciento de la población vive con menos de 6,85 dólares al día, mientras que los promedios de América Latina y el Caribe y Centroamérica, se sitúan en 27,8 por ciento y 25,6 por ciento respectivamente. Por los vientos que soplan la pauperización de la población hondureña se ha convertido en una estrategia política derivada de las pautas que da el Foro de Sao Paulo, en cuyo seno se acordó eliminar a la clase media y extremar la pobreza por fines políticos, porque asumieron que los pobres, se subordinan al Estado con mayor facilidad y, por lo tanto, a los intereses particulares del Partido Libre. Probablemente, con el enfoque refundacional la pobreza aumente, particularmente la extrema que anda en el 12,7 por ciento o US$ 2,15 por día (Poder Adquisitivo, PPA 2017, Banco Mundial).

El populismo demagógico refundacional se puede apreciar viendo los resultados de desarrollo humano del país, aun continuamos entre los más bajos de América Latina y el Caribe. Según el Banco Mundial, “un niño que nace en Honduras será casi la mitad (48 por ciento) de productivo cuando crezca de lo que podría ser si se le garantizara una educación completa y una salud plena. Lo cual, es difícil lograr dado que la gobernanza refundacional demuestra incapacidad; por el contrario, los conflictos en el sector salud y en el sector educación, se han multiplicado y prácticamente las políticas públicas definidas para aplicarse en estos sectores, son un completo fracaso.

El proyecto refundacional se decanta vertiginosamente en Honduras, esa es la otra verdad. Su derrumbe es inminente porque los socialistas de libre no creen en el diálogo y la integración política para transitar hacia una nueva etapa de desarrollo nacional; además, porque continúan con el botín sistema para cometer actos de corrupción descaradamente mediante el nepotismo y el despotismo.