Gen X, ¿la nueva generación perdida?

Óscar Estrada

Hoy quiero referirme a mi generación, aquellos nacidos entre 1960 y 1980, que en Estados Unidos se refieren como generación X. Demasiado jóvenes para tener relevancia en los conflictos armados de los 80 en C.A. (quizás solo como carne de cañón para ambos bandos), demasiado viejos para tener relevancia en los eventos trascendentales de esta década. Somos una generación atrapada entre dos eras, la de los Baby Boomers, que todavía mantienen un control de las instituciones del país y los millennials, que se han mostrado efectivos asistentes de aquellos. Neil Howe, en su libro The Fourth Turning, define una generación como un “grupo de personas que nacen y viven en una época similar y experimentan eventos históricos y cambios culturales compartidos en su juventud y en su madurez temprana”. Así, la generación X experimentamos una época única que nos vuelve una generación única.

Los miembros tempranos de nuestra generación llegaron a la edad adulta a mediados de la década de 1980. En aquella época, hablar inglés era un privilegio de las élites hondureñas. Fueron los primeros en escuchar música en inglés sin entender realmente que cantaban, en un ambiente que señalaba como ajena a nuestra cultura a celebridades como Madonna, Michael Jackson, Duran Duran, UB40 o Elton John. Fuimos apodados “generación X” a principios de la década de 1990 por Doug Coupland, distinguiéndonos así de nuestros padres.

Crecimos durante un tiempo de cambios culturales: el divorcio dejó de ser un tabú, nuestras madres tuvieron menos hijos, recibimos una crianza más “libre” que la que recibieron nuestros padres, sujetos a la mano dura de sus padres que crecieron en gobiernos militares o la dictadura. Fue la época de urbanización de nuestros países, aunque mantenemos fuertes vínculos con las zonas rurales. Crecimos con un fuerte sentido de autosuficiencia, resistencia a la autoridad, mucha desconfianza en los partidos políticos, la policía y militares. Aquellos que fuimos hijos de militantes de izquierda, nos tocó aprender a no hablar nunca de política, para no delatar a nuestros padres, a ser prudentes para no ponernos en riesgo.

Al ingresar al mercado laboral nos enfrentamos a un panorama económico difícil, caracterizado por el “reaganismo” neoliberal, con menos seguridad laboral y beneficios. Y aún lo es para nosotros, ahora que está girando a un mercado laboral más favorable a las generaciones nuevas, nativas de tecnologías que nosotros aprendimos a usar de adolescentes o adultos.

Somos sin embargo, de un estilo de vida de “agencia libre”, optamos por una alta rotación laboral, adaptándonos a entornos cambiantes. Crecimos en un país donde no había nada hecho y aprendimos a hacerlo, y de alguna manera no esperamos que nos den nada. Nos inclinamos más hacia el auto empleo.

A diferencia del idealismo de la generación anterior, aquellos que siguieron al Che Guevara en su gesta por Bolivia, a los sandinistas o a los contras en Nicaragua, abrazamos el individualismo como una realidad en lugar de un descubrimiento trascendental.

Ya ahora, en la mediana edad, la generación X hemos mostrado una amplia disparidad en los resultados económicos. Algunos han logrado acumular riqueza, mientras que otros están luchando en la precariedad. En Estados Unidos y Europa, la gran mayoría de las personas sin hogar son de esta generación. No tenemos pensiones, porque llegamos tarde a la bonanza del estado de bienestar. No tenemos ahorros, porque nos ha tocado salir adelante en cada crisis y recesión financiera de los últimos 40 años. Hoy es más probable para un millennial que compre casa propia en los próximos 20 años a que lo logre hacer un X. Hemos experimentado menos movilidad ascendente que los Baby Boomers y nuestro ingreso mediano y patrimonio neto están muy por detrás de esa generación a nuestra edad.

Somos además una generación de padres protectores, enfatizando el cuidado práctico y la estructura para nuestros hijos, quizás como reacción a la negligencia con que nos criaron a nosotros. Valoramos el escepticismo y la autosuficiencia. Políticamente, la generación X tendemos más hacia el libertarianismo y a menudo nos asociamos con valores más conservadores. No por casualidad los X son la base de los partidos conservadores en el mundo. La mayoría de los seguidores de Trump son de la generación X.

La revista Time publicó el 16 de julio de 1990 una imagen que definía a nuestra generación: “¿Relajados, tardíos o simplemente perdidos?” Decía el titular. Jóvenes vestidos de negro, sin sonrisa, en una habitación apenas iluminada (¿tal vez era una celda de prisión?) mirando en diferentes direcciones, aparentemente sin darse cuenta de la presencia del otro.