El caos del transporte público

Rafael Delgado

Las noticias recientes sobre los exámenes toxicológicos que se les aplicaron a los conductores de los buses del transporte urbano nuevamente sacan a relucir un detalle más del desastre de un sector tan importante para el país. De acuerdo a lo que se publicó, se detectó en ellos el consumo de estupefacientes, hallazgo que si bien es cierto sorprende ya que se trata de una ocupación donde el consumo de drogas no debiera ocurrir, pero era de esperarse ante las manifestaciones de irresponsabilidad extrema que se observan día a día en la operación de los buses en las calles de las ciudades. Con ello se confirma que los usuarios del transporte público, es decir esos miles de trabajadores hondureños que deben movilizarse diariamente y que no tienen otra opción más que tomar esos buses, están en las peores manos.

Desde hace muchos años las protestas de miles de usuarios no han encontrado respuesta en la agenda nacional. Y es que realmente es un viaje sumamente riesgoso el que toman los usuarios, quienes abordan esos buses a diario y tienen que vivir las imprudencias de los conductores como la alta velocidad, abordar y desabordar pasajeros en cualquier lugar, llenar los buses hasta situaciones insoportables, los malos tratos y los puñetazos que se lanzan mutuamente los conductores peleando espacios en las calles. Las tragedias recurrentes de los buses que se accidentan, así como los muertos y heridos son manifestaciones claras de ese riesgo que pudo haberse minimizado si hubiera preocupación auténtica por parar lo absurdo. Las reacciones de insatisfacción relacionados con el transporte urbano solamente han tenido resultado cuando se ha pedido aumento a las tarifas o cuando la sorda batalla con el crimen organizado cobra víctimas. Quizás algún aislado débil intento se ha hecho para cambiar las cosas, pero se ha ahogado en ese ambiente cerrado a los criterios de calidad y seguridad en el servicio para los hondureños. Es seguro que dentro de ese caos que se eterniza, alguien con poder suficiente se siente a gusto y no está interesado en cambiar las cosas.

Los que toman decisiones no saben que tener un transporte público mostrando signos de cambio y mejoramiento trae sustanciales beneficios para el país. En primer lugar, las mejoras en el transporte marcan la diferencia entre un país en crisis donde todo se agota en la discusión y el conflicto sin fin y por otro lado un país que muestra está en el camino a superar sus problemas. Además, tener un sistema de transporte público eficiente, es una contribución al bienestar de la gente y factor importante para hacer más atractivas las ciudades para vivir en ella, para la inversión y el trabajo. Las ciudades más agradables lo han logrado precisamente porque entre otras cosas su sistema de movilización masiva de personas funciona y han logrado salir de esa dinámica absurda en la que el servicio cada vez se hace más necesarios para millones de personas, pero el servicio cae cada vez más en su calidad, sin que nadie haga algo relevante para cambiarlo.

Es hora de parar esa situación en las calles de las ciudades del país. Como en la mayoría de los problemas que nos agobian y que por la desatención tienen profundas raíces, la solución es un abordaje desde diferentes ángulos. Las empresas del transporte, dueñas de los buses deben entrar en la dinámica de mejorar la gestión de sus empresas, entre otras cosas mediante la adecuada contratación de su personal, el mantenimiento y mejoramiento de sus buses. Pero evidentemente que una gran dosis le corresponde a las autoridades públicas del transporte que deben de fortalecerse en sus facultades y en su capacidad de regular un mercado tan especial como lo es el transporte urbano. Es urgente crear los incentivos para que la competencia se canalice de forma que las ganancias para el transportista estén en relación a la calidad del servicio. El otorgamiento de permisos para operar una ruta no debe ser una autorización para hacer cualquier cosa. Al contrario, debe de realizarse asegurando que la empresa cumpla con la delicada tarea de transportar con seguridad y eficiencia a miles de hondureños.