Oposición democrática, riesgos y oportunidades

Juan Ramón Martínez

La oposición es consustancial a la democracia. Cuando no existe, hay que crearla. Es un imperativo existencial. En este caso, la oposición es alimentada por la amenaza totalitaria -prefigurada en un discurso amenazante, el sectarismo brusco de los altos funcionarios; y por la ineficiencia del gobierno, ahora bajo el control de Libre-, por la defensa de Honduras y por el peligro que, para los partidos democráticos, representa una política excluyente y totalitaria que dirige “Mel” y sus familiares. Esto es importante tenerlo presente. La oposición es fruto de las amenazas que desde el gobierno y Libre, dirigen en contra de partidos e individuos. Es decir que la oposición, tiene que entender que mucho de su actuar, es una respuesta, consiente, deliberada o refleja, ante las amenazas que plantea Libre al sistema político. Y, a los hondureños en general.

La oposición de la familia Zelaya y Libre, es inédita. Nunca antes la habíamos visto. Tiene carácter internacional. Subordinada a un discurso antiimperialista. Y un sesgo marxista que ninguno de sus dirigentes esconde. Por manera que, lo que se disputa es algo más que los poderes del Estado. Se trata de la existencia de la República y la felicidad de los hondureños. Pero, además, este gobierno es autista, ausente y distante de los sentimientos populares. La Presidente Castro, no ha dado una conferencia de prensa, no se ha reunido con ningún grupo de la sociedad civil; y no ha mantenido ninguna relación con la dirigencia política activa. Es decir que, desde el gobierno, la oposición, se enfrenta a un adversario que no quiere dialogar, pactar; o, acordar nada. Busca el extermino y la destrucción del otro, lo que plantea inevitables retos para la imaginación de los dirigentes políticos democráticos o seudodemocráticos. Y todo, desde una percepción que puede ser equivocada o no -cosa que al final en las confrontaciones cada quien piensa lo que quiere y tiene los miedos que sus nervios le permiten- es que no hay otra salida que, solo una de las dos partes pueda sobrevivir, porque no hay espacio para las dos; ni, oportunidad para el acuerdo. Es una suerte de fundamentalismo afgano, en que, la única alternativa es la “muerte” para el “infiel”.

Un adversario de esta naturaleza, obliga a que la oposición, si quiere sobrevivir, acepte conformarse de acuerdo a la naturaleza de la fuerza amenazante. Para ello, tiene que volver a ver el ombligo. Aceptando que es múltiple. Que la percepción del peligro no es igual para el Partido Liberal, PN o PSH. El eslabón más débil es, el Partido Liberal. Por sus fracturas tradicionales. Por el complejo de culpa que les provoca “Mel”, muy hábil en estos menesteres; y, por el síndrome de Estocolmo, en que la víctima cree que, solo existe cuando le presta atención el verdugo. Además, entre los líderes liberales -no en las bases- hay el problema en que, suponen que su legitimidad, está determinada por diferencia, animadversión; o, inquina respecto al PN. Por ello, aquí radica la primera dificultad de la oposición, lo que dialécticamente, representa una ventaja para Libre y los Zelaya.

La otra debilidad es que la oposición, solo tiene una postura defensiva. Es reactiva. De modo que la iniciativa la maneja “Mel” y sus servidores. Por lo que, para que pueda sobrevivir, tiene que tener una propuesta clara, en que establezca cuáles son las ofertas que hace a sus bases que, no entienden mucho de esos temas de la defensa del Estado de derecho; o el respeto de los poderes del Estado. Las masas rechazan naturalmente el modelo comunista, el miedo a romper con Estados Unidos, que les toquen las remesas; o los despidos. Además, la oposición no controla los recursos que le sobran al gobierno que, ya empezó comprando diputados suplentes de PSH y sin duda, emprenderá -como lo ha hecho el ministro de Defensa con Romeo Vásquez- una campaña de desprestigio de opositores y una general compra de opositores.

Finalmente, la oposición, tiene que arrebatarle la iniciativa a Libre. Escogiendo el momento y el terreno donde luchar. Cuidando que la discusión de la candidatura presidencial, divida a los partidos democráticos. Lo que importa es “derrotar a Libre”. Cerrarle el paso. Quien lo haga es, secundario. “Con tal que case ratones, no importa el color del gato”. Realismo político.