Coronel ® José Antonio Pereira Ortega
“La paz no puede lograrse a través de la violencia. Solo puede lograrse a través del entendimiento”
Albert Einstein
En general, la conducta y comportamiento de la persona en convivencia social en nuestro país, está alcanzando niveles críticos y amenaza con empeorar, denotando así la pésima relación en la convivencia sociopolítica de gobernantes y gobernados, una situación alarmante que es necesario analizar y atender para evitar que se descomponga aún más.
Así pues, nos encontramos con situaciones excesivas, eventos inusuales de demostración de poder exhibida por algunos funcionarios asombran, como si les faltara capacidad para el manejo de situaciones discordantes a su forma de gobernar, al grado tal que en esos apresuramientos propios de inexpertos, se han presentado enfrentamientos verbales salidos de tono innecesariamente en temas inocuos, como por ejemplo la prohibición de realizar actividades populares, como la marcha patriótica de los militares veteranos de guerra, asociaciones de oficiales retirados y reservistas militares, quienes acompañarían el acto de reconocimiento a los hondureños que nos tocó empuñar las armas en defensa de la integridad territorial, la soberanía de la República y la seguridad de los pueblos fronterizos en los conflictos de 1957 (Nicaragua) y 1969 (El Salvador), un hecho injustificado y sin precedentes de parte de las autoridades civiles y militares, al menospreciar este acto de reconocimiento a la valentía de los veteranos de guerra.
Que rápido se olvidaron, que su génesis partidario fue en las calles, desarrollando su “lucha popular por el poder,” utilizando la diatriba política, las tomas y protestas callejeras con violencia inusitada, lo cual es entendible, ya que en ese momento no eran poder, eran la oposición.
Lo controversial es que ya una vez constituidos como poder, no abandonaron ese proceder y afincaron su conducción en los errores y desaciertos de los gobiernos pasados, lo cual ha resultado en un enfrentamiento pueril y estéril con el Partido Nacional, que ha dejado como consecuencia de ello, fuertes discrepancias en el ámbito social y político entre las autoridades y los ciudadanos, lo cual es creciente, a tal grado, que amenaza con aumentar en intensidad y en intolerancia, en particular en los funcionarios gubernamentales, quienes evidencian un inocultable deseo de aventurarse en una lucha social sin cuartel, y con tendencia improbable a ser resuelta a corto plazo, emprendiendo acciones alejadas de métodos de resolución de problemas y desacuerdos por vías pacíficas.
El resultado colateral es marcado por un déficit en la conducción del Estado, imputado a la forma de ejercer su autoridad, sin dar oportunidad al diálogo, empecinados en hacer las cosas por la fuerza tal y como se evidencia en la conducta del Poder Legislativo, en donde sus diputados propietarios y suplentes viven trenzados en problemas triviales, postergando con ello la atención y resolución a los reales problemas de Honduras y los ciudadanos.
Por lo anterior, los hondureños que deseamos una mejor Honduras, nos pronunciamos por la promoción de una mejor relación entre todos los sectores, vale decir autoridades del Estado, la clase política, empresa privada y sociedad civil, juntos en un equipo buscar las avenidas de aproximación y lograr consensos que permita reducir el riesgo y la incertidumbre, buscar una solución integral suprapartidaria, construyendo lazos y fuentes de apoyo entre todos, sin distinción de credos, condición social o política.
En suma debemos entender que no podemos sustraernos de la realidad nacional, hay que atender los problemas que nos están distrayendo en los asuntos de interés nacional, y nos está socavando en el desarrollo individual y colectivo, dilapidando esfuerzos en polémicas infantiles, producto de la necedad de enseñar quien tiene más poder, enredados en temas que se ha quedado estacionados, y sus resultados son deficitarios, no se pueden buscar soluciones aisladas de grupos o partidos y peor si mantienen los discursos viscerales de descalificación, que crean divisionismo, fomentan el odio, y el resentimiento entre los pobladores nacionales.
Visto así, es imperativo reconocer que esta forma de relacionarse es improductiva, no se puede alentar las situaciones que afectan la normal relación, se está dimensionando y se ha magnificado, al extremo de inducir conductas propias de una errática violencia política estatal, fomentando el divisionismo y falta de entendimiento en los asuntos que toca resolver en función del bienestar y seguridad de las personas. Es Mejor dialogar que pelear. Resuena en los oídos de los hondureños el disparate expresado por un “honorable diputado de Libre, las calles le pertenecen al Partido Libre”.
En línea de profundizar en esta anómala relación, cabe hacer algunas interrogantes como ser:
- ¿Acaso elegimos dictadores en noviembre 2021?
- ¿Por qué se está violentando la independencia de los poderes del Estado?
- ¿Es necesario recurrir a procedimientos violentos de parte del Estado?
Y podrían hacerse más interrogantes, pero por razones de espacio y tiempo no se hacen.
En cualquier caso, es necesario atender la problemática aludida, los funcionarios responsables de los órganos del Estado que ejercen y administran la conducción de la gobernanza, deben ser más comprensivos y diligentes en cumplir sus tareas como mandatarios del pueblo.