El dilema del almirante Fortín

Cnel. ® José Luis Núñez Bennett

“Un dilema es una situación que obliga a un individuo a escoger entre dos alternativas: la ética y la moral. La moral, por otro lado, es aquello que se adapta o ajusta a lo que se considera positivo o bueno, en oposición a lo condenable o malo. Un dilema moral se produce cuando se debe elegir entre opciones que resultan cuestionables desde la ética”.

La historia de la humanidad desde su creación ha estado supeditado a un dilema. Nuestro Creador se encontró en uno al contemplar la soledad de Adán y así dio vida a Eva. El pecado apareció en forma de manzana y se presentó para el Señor un dilema moral y ético: perdonar, pero expulsar a sus hijos del paraíso para que enfrentasen los sortilegios de una nueva vida y a la vez poblasen la tierra con una nueva sangre. Caín y Abel, hijos de Adán y Eva, eran hermanos amados y bendecidos por Dios, sin embargo, los desentendimientos y desencuentros llevaron a Caín a cometer el primer fratricidio cristiano. La historia está llena de eventos en donde el hombre alguna vez debe enfrentarse al dilema de su vida: “Ser o no Ser” escribió Shakespeare; “Mi reino por un caballo” Ricardo III; “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” dijo nuestro Señor Jesucristo, para indicar que además de obligaciones espirituales también hay obligaciones morales y reglamentarias que cumplir con el que gobierna.

La profesión militar en Honduras adquiere su mayor connotación con la promulgación de la Constitución Política de 1957, dando origen a unas Fuerzas Armadas regidas por normas y regulaciones profesionales para asegurar la existencia del Estado mismo. La Constitución de 1982 en su Artículo 272 dice: “Las Fuerzas Armadas de Honduras, son una Institución Nacional de carácter permanente, esencialmente profesional, apolítica, obediente y no deliberante. Se instituyen para defender la integridad territorial y la soberanía de la República, mantener la paz, el imperio de la Constitución, los principios del libre sufragio y la alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la República…”.

No pretendemos comparar a la profesión militar con otras vocaciones, oficios y especialidades, simplemente queremos señalar que los pilares fundamentales de las FFAA son la trilogía del HONOR, LEALTAD y SACRIFICIO. Y es en el reconocimiento de estos valores que se sustenta la profesión militar en Honduras, es a partir de allí que puede compararse con otras profesiones u ocupaciones. Así, podemos asegurar que un ejército sin hombres honorables, sin lealtad a los valores democráticos de la República y sin soldados que no estén dispuestos a reconocer el sacrificio de sus antecesores y de quienes hoy prestan bajo juramento su servicio a la patria, no sirve. Es perentorio que esta trilogía esté completa en todo y esté presente en cada acción de mando, si falla un elemento el andamiaje de la profesión militar se vendrá abajo. Es obligación del jefe de Estado Mayor, que las Fuerzas Armadas sirvan a los propósitos de la República, ajustándose estrictamente a las normativas constitucionales. Es así que nuestra Carta Magna no ha dejado nada al azar respecto a la misión de la institución militar, no se jura lealtad a una persona, sino que a la Republica misma, para que la libertad y la democracia vivan por siempre.

Para comprender el bulo (del pasado viernes) del almirante Fortín, habría que recordar el pensamiento del filósofo español José Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mis circunstancias”. Así, podemos concluir que la circunstancia y el entorno en el cual se desenvuelve el almirante Fortín, como jerarca del estamento armado, a pesar de que es rígida, debería ser moldeable según la inteligencia recibida, y encuadrarse dentro de un dilema ético y moral, para que dé la sensación de que se enfoca en un presente que nos satisface como ciudadanos y a la vez promueve un futuro lleno de esperanza y estabilidad democrática. Queremos “buen tiempo y buena mar” y no tormentas borrascosas.

Para finalizar debemos expresar que los cambios en la jefatura de cualquier institución son para incrementar la eficiencia, dando una infusión de sangre nueva en sus niveles de competencia. De fallar ese propósito estaríamos validando la teoría de Lawrence J. Peter (1969): “En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia”.