El desempleo, la pandemia hondureña

Carlos Medrano

Una pandemia que amenaza, -hoy más que nunca- al sistema democrático, al gobierno y su institucionalidad, a la empresa privada, a los trabajadores y a todo un país, son los altos indicadores de desempleo que impacta principalmente a los más pobres quienes cada día se les han cerrado las puertas para sustentar a sus familias.

Cada año han crecido las cifras de esta pandemia, cada día miles de hondureños salen de las universidades y no encuentran oportunidades ni en instituciones públicas ni en empresas privadas y para las personas que no tienen estudios superiores la situación está más “cuesta arriba”.

Todos los meses salen miles de hondureños a arriesgar sus vidas a Estados Unidos para buscar el sueño americano, pues en la patria de Morazán no hay trabajo, no hay oportunidades, no hay “chamba”.

Miles de jóvenes, con curriculum en mano, andan de feria en feria, en maquilas, en males, en empresas nuevas, en fin, en donde se vea una opción para laborar, sin encontrar ni siquiera esperanzas, pues un país en crisis más bien se cierran opciones de trabajo.

Estadisticas reveladas por el Consejo Hondureño de la Empresa Privada establecen que en Centroamérica solo Guatemala y Honduras creció el desempleo en 3 y 8.7%, respectivamente, lo que evidencia que algo estamos haciendo mal.

En Costa Rica, mientras tanto, bajo el desempleo en 11.8%, en El Salvador disminuyó un 5% y en Nicaragua se redujo en 2.6%. Esta pandemia que está destruyendo a nuestro país, tiene una clase política que ya anda en campaña, confrontados a más no poder y con peligro de entrar a otra crisis política que nadie necesita.

Honduras precisa, a la brevedad posible, de un pacto por el empleo y que todos los sectores de la hondureñidad se sienten bajo la misma mesa para lograr acuerdos trascendentales para la patria, en relación con esta pandemia.

Si el país no está siendo atractivo para la inversión nacional y extranjera, los empresarios no van a arriesgar sus capitales, pues nadie invierte para perder, nadie va poner una fábrica en este país para “ayudar a los pobres”, porque los inversionistas vienen a ganar dinero no a hacer filantropía.

Luego de la pandemia covid-19 que trajo como consecuencia la paralización del comercio en el mundo, nació el nearshoring, que es acercar (o mudar) la producción al territorio de mayor consumo, lo que Honduras ya prácticamente desaprovechó, pues las mayorías de fábricas que se trasladaron de China a América se fueron para México.

México comparte frontera con EEUU en 3,152 kilómetros, cuenta con un Tratado de Libre Comercio muy atractivo, su mano de obra continúa siendo atrayente, el precio de la electricidad es competitivo, el valor de los combustibles es barato y existen muchas ventajas tributarias para los inversionistas extranjeros, en comparación a otros países latinoamericanos.

La Asociación Mexicana de Parques Industriales Privados, indicó recientemente que México atrajo en los últimos años entre 75 a 100 empresas canadienses, chinas, coreanas y japonesas, que representó una inversión de 19,109 millones de dólares.

Fabricas textiles, sector automovilístico y electrónica han generado miles de empleos, bajando una presión social que afecta a los mexicanos y su enorme número de habitantes.

Presidenta Xiomara Castro, si usted quiere ser bien recordada por su pueblo, empiece a generar empleo masivo para los hondureños, restaure su relación con la empresa privada, deteriorada por algunos radicales que no hay puesto ni una pulpería en su vida y que ahora quieren dictar pautas de justicia, equidad e igualdad.

Periodista

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