Por: Otto Martín Wolf
Frecuentemente se me arman unos líos en la cabeza los que, quizá para aliviarme, comparto con los lectores.
La otra noche me puse a pensar sobre la realidad de nuestra independencia de España, los resultados solo sirvieron para confundirme más. Vamos por partes.
Primero que todo: se nos enseña a alabar a las tribus indígenas que poblaban nuestro país antes del descubrimiento, el heroico cacique Lempira incluido.
Los españoles rápidamente conquistaron nuestro territorio, esclavizando a los indios, matándolos y robándoles sus tierras.
Eso fueron los españoles, correcto?
Pero la mayoría de nosotros somos descendientes de esos españoles, no de los indígenas -el mestizaje fue mínimo- cierto?
Entonces no fueron los indios quienes se independizaron de España, fuimos nosotros, descendientes de españoles y hasta parientes en muchos casos.
Los indígenas, propietarios originales de Honduras, no tuvieron nada que ver con la independencia, verdad?
Entonces, cómo es que en las festividades anuales del 15 de septiembre vestimos a nuestros niños de indios, plumas en la cabeza y todo eso si, en realidad, para los nativos la cosa siguió igual o peor después de la independencia, condición que en muchos casos permanece hasta la fecha.
No fueron los nativos quienes se independizaron de España, fuimos nosotros, sangre pura o mezcla de nativos con españoles.
La celebración corresponde, entonces y sin lugar a duda, a los descendientes de los conquistadores, no a los nativos.
Por el contrario, todas esas tribus -que en esencia aún persisten y nunca se independizaron- deberían desfilar pidiendo su independencia; de quiénes? De nosotros, que ya somos independientes, qué raro, verdad?
Por otra parte, dentro de mis enredos muchas veces me pregunto, qué habría sucedido con Honduras, con todos nosotros, si no nos hubiéramos independizado y, con el tiempo, en lugar de una colonia hubiésemos pasado a ser una provincia española.
A todas luces y en todas las comparaciones España nos gana, ellos están en el primer mundo, nosotros en la cola.
Consecuentemente podemos asumir que estaríamos mejor, que tendríamos una mejor vida que, al final, es lo que importa.
Lo que cuenta para una nación es la calidad de vida de sus habitantes; comparemos entonces la de España con la nuestra en la actualidad.
Libertad (en España es casi absoluta) alimentación (ni se diga) educación (haló?) salud (posiblemente los mejores hospitales de Europa), seguridad personal (no hay comparación) seguridad jurídica y política (ni se diga).
La calidad de vida de los españoles está muy por encima de la nuestra.
Quién no quisiera que en Honduras estuviéramos igual lo que, posiblemente, sería una realidad si no nos hubiéramos independizado, lógico no?
Se da cuenta ahora la razón de mis enredos en ese asunto de independencias?
Veamos más: los Estados Unidos se independizaron de Inglaterra en 1776 e inmediatamente empezaron a desarrollar, superando a su madre patria en todo, llegando a convertirse en la primera potencia mundial en relativamente poco tiempo.
Claro -me dice una voz interior- los Estados Unidos son mucho más grandes, con más recursos naturales, etc.
En el acto otra parte de mi cerebro responde de manera fulminante: “de acuerdo, pero Singapur, una nación-estado con un territorio poco más grande que el Valle de Comayagua y que apenas se independizó de Malasia el 9 de agosto de 1965”.
En el poco tiempo transcurrido Singapur se convirtió en una potencia económica mundial y el nivel de vida de su gente es del primerísimo mundo… cómo no me voy a enredar?
Singapur no tiene recursos naturales ni ríos importantes, minas de nada y su composición étnica es terrible; cuatro razas, cuatro religiones, cuatro tradiciones, cuatro idiomas.
Con mucha inteligencia y trabajo dejaron de lado las cosas que los separaban y formaron una próspera nación basada en lo que los unía.
Podemos entonces nosotros, cada 15 de septiembre celebrar una independencia cuyos beneficios aún están por verse?
Entre más miro hacia los lados y busco por todas partes -arriba y abajo- los beneficios que nos trajo la independencia en realidad no los encuentro!
Nos “liberamos” de España, pero caímos en manos de una clase política, militar y económica que nos tiene como antes… o peor.
A lo anterior debo agregar que también todo es culpa de nosotros, los únicos no responsables de nuestra situación son los nativos, esos descendientes de los indígenas de cuyo territorio nuestros antepasados los despojaron.
Esa independencia, que conduzca a un mejor nivel de vida, está por darse aún y, francamente, no creo que jamás la logremos, como no ha sucedido en los últimos 202 años y, por los vientos que soplan, en otros dos siglos seguiremos igual.
Quizá de lo que deberíamos independizarnos es de… nosotros mismos!