Por: Marcio Enrique Sierra Mejía
La incompetencia o la debilidad intelectual se pueden apreciar en esa concentración que hizo el gobierno con el apoyo del Partido Libre. Fue un hecho desacertado que no contribuyó en nada, a crear una imagen positiva hacia la Presidente. Por el contrario, se escenificaron situaciones repudiables y vergonzosas que demostraron la baja calidad en la conducción de los ciudadanos que se movilizaron para apoyarlos. Sencillamente, gastaron el dineral para congregar una masa ciudadana con el fin de evidenciar que tienen fuerza política y, cuya realización, no dejó verla, más bien brillaron por sus torpezas. Esa concentración fue débil, desordenada y trataron a la gente como borregos de un rebaño sometidos a la manipulación monetaria y un sin sentido de dirección partidaria, que evidenció más la realización de un capricho narcisista de personas cuya personalidad es egoísta y tiene sentimientos de superioridad y que, con tal concentración, compensan una frágil autoestima.
A esa concentración le faltó gracia, habilidad o coordinación de las acciones con sentido político social. Fue torpe porque movieron a la masa ciudadana sin decoro moral, es decir, dieron apariencia fea en sus procederes. Pelearon entre ellos mismos, manifestando violencia física innecesaria y repudiable. Se enfrentaron con ciudadanos que no eran parte de la marcha pero que andaban realizando el trabajo del día, necesario para obtener el sustento de sobrevivencia. Los entrevistados por la prensa o medios de comunicación, dejaron entrever que no sabían en que andaban, dando la impresión de haber sido atraídos por la paga que les ofrecieron por participar, una vieja costumbre reaccionaria que aplican en política los políticos indeseables que, usan esa maña, con fines proselitistas. Crearon embotamiento vehicular que afectó la movilización de un lugar a otro por bastante tiempo y causaron malestar en los ciudadanos que iban a realizar acciones contempladas en su agenda cotidiana. Muchos negocios cerraron operaciones y les causaron pérdidas contables. Y terminada la marcha, muchos de los ciudadanos que participaron, fueron abandonados como si fuesen migrantes que llegan a una ciudad que desconocen y caminan como zombis buscado cómo regresar a su comunidad de origen. Crearon caos. Y evidenciaron un anarquismo inconveniente para lograr la estabilidad democrática que necesitamos, con el fin de conducir al país, por una ruta de desarrollo nacional con mejor calidad de vida y convivencia ciudadana. Con esa concentración lo que menos fomentaron fue la confianza en el gobierno. La misma puede considerarse como un operativo para dar una buena dosis de miedo y peligro, que son efectos contrarios a la confianza. Y que, a la larga, se van a convertir en factores de rechazo a la gobernanza de los socialistas.
Por otra parte, las fuerzas democráticas de la derecha tienen que reaccionar con pensamientos y diálogos internos positivos que den fortaleza a las acciones que se deben emprender, para contrarrestar la gobernanza que ejecuta el castromelismo con el apoyo del Partido Libre. Hay que sacar lecciones y emprender acercamientos favorables con las bases ciudadanas democráticas, sobre fundamentos políticos favorables a las demandas que están planteando. No deben ser abandonadas y dejarlas en un vacío de ignorancia política, al contrario, ahora más que antes, se requiere concientizar a esa ciudadanía con el fin de crear una ofensiva cuya lucha conduzca a cambios reales en nuestra sociedad y, sobretodo, en el liderazgo y las autoridades de los partidos, particularmente en el Partido Nacional, que representa la mayor masa de bases ciudadanas del espectro político hondureño.