El mundo se ha vuelto loco

Por: Mario E. Fumero

En los tiempos que vivimos, se ven cosas que solamente podíamos haberlas visto en el pasado, al visitar algún hospital psiquiátrico o manicomios, y es que ahora, ese manicomio, ya forma parte del mundo, pues hay más locos sueltos en el planeta, que, en los centros psiquiátricos, y para que me entiendan, les contaré lo que está ocurriendo.

Con la ideología del transhumanismo, se ha establecido el criterio de que uno puede ser lo que piense, quiera, o le guste, aunque esto vaya contra el orden natural. Es por ello afirmamos que ya no existe el sexo biológico, sino que al nacer soy “no binario”, y me puedo convertir en lo que me dé la gana, porque yo decido lo que quiero ser. Si declaro que no soy una persona normal, todos tienen que aceptarlo, de manera que cualquiera que diga lo contrario de lo que yo me siento ser, comete un delito, y resulta que el loco es el que dice la verdad, y el cuerdo es el que está loco, veamos algunos ejemplos.

En Estados Unidos se dio el caso de una madre que tiene un hijo que se siente ser un gato, y la madre, consciente de la ideología del transhumanismo, lo trata como gato, incluso le compra comida de gato. Cierto día el niño amaneció enfermo, y como el niño quería ir a un médico de animales, al sentirse que era gato, la madre lo llevó al veterinario. El veterinario se negó a atenderlo, diciendo que él solo atendía animales, por lo que la madre, enojada, reclamó que su hijo se sentía un gato, y que, por lo tanto, debía atenderlo, y si no lo hacía, le iba a poner una demanda. El veterinario se negó rotundamente, y la madre se fue frustrada, y pensó en ponerle la demanda, pero razonó que la misma, en los momentos actuales, no funcionaría, porque las influencias del transhumanismo todavía no habían llegado a esa rama de la medicina, y posiblemente no iba obtener resultado.

En cierto lugar de Europa, se estableció un centro para personas con ideologías contrarias a la naturaleza física, en donde aquellos que se sentían ser determinados animales, podían ir a vivir, e identificarse con las características de la idea que tenían, hasta el grado que, los que se sentían oveja, se vestían y actuaban como tales.

Esto no es juego, ni un invento que hago como chiste. En algunos países, como Canadá, Dinamarca, España, México, Argentina el referirse a un hombre que tiene un sexo determinado, pero que se siente mujer, si tú le dices su nombre biológico, al sentirse que él es mujer, va a interpretar tus palabras como una “apología al odio”, y te puede acusar ante las autoridades, e incluso puedes ser llevado a los tribunales y pagar una multa.

En el pasado visité un manicomio y al entrar al mismo me encontré enfermos mentales que decían que eran Napoleón, Cristóbal Colón y uno me dijo que era Jesucristo. Todos estaban allí porque padecían un trastorno mental, en donde se habían salido de la realidad, para adoptar ideas que violaban toda lógica natural. En ese tiempo tal percepción incorrecta de lo que tú querías ser, pero no eras, se consideraba un trastorno psiquiátrico, y serás tratado como un enfermo mental. En nuestros tiempos, esto ha cambiado, ya la psiquiatría no funciona como estaba establecido en el pasado, ahora los trastornos mentales se han convertido en normas de conducta social, y más bien señalar esos trastornos o tratar de modificar esas conductas, que antes eran anormales, pueden ser causa de procedimientos judiciales ya que lo “demencial” forma parte del esquema jurídico existente en muchos países. Quiere decir que, si un hombre se siente mujer o se siente jirafa, o niña, y tratas de ayudarle mediante un tratamiento de conversión, estarás cometiendo un delito.

Todo esto evidencia que el mundo se ha vuelto loco, y las leyes que se emiten aceptan la locura como normalidad, de forma tal que, lo normal se vuelve anormal y para poder ajustarnos a esta nueva realidad transhumanista, hay que modificar el lenguaje, y a la hora de hablar, hay que buscar términos inclusivos, donde no definamos la realidad, para poder justificar la fantasía, y evitar sufrir las consecuencias de un mundo enloquecido, donde lo natural ya no lo es, entonces tenemos que actuar como locos, siendo cuerdos, para aceptar que los que de verdad están locos, vivan como cuerdos, porque este es un mundo que está al revés.

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