¿Por qué celebramos las fiestas patrias?

Óscar Lanza Rosales

Celebramos las fiestas patrias para conmemorar el 202 aniversario de nuestra independencia de España, y por supuesto, para recordar a nuestros próceres, como José Cecilio del Valle (que fue el redactor del Acta de Independencia), Dionisio de Herrera (el primer jefe de Estado), José Trinidad Cabañas (seguidor de Morazán y el expresidente sin tachas) y en especial a Francisco Morazán, que, con sus luchas e ideas, le dio sentido al concepto de patria. Un concepto profundamente arraigado en su visión de una Centro América (CA) unida y soberana, esencial -según él- para garantizar la independencia y la estabilidad de la región. Con el compromiso de sus habitantes de trabajar juntos para alcanzar el progreso y la prosperidad, cuando afirmaba que “solo con la unión de CA podremos enfrentar los desafíos del futuro”. Esos ideales los mantuvo hasta el último minuto de su vida, cuando expresó “declaro: que mi amor a Centroamérica muere conmigo”.

Por eso esta celebración del 15 de septiembre es una fecha para recordar la gesta de estos próceres y reafirmar nuestro patriotismo de lo que somos capaces de hacer por Honduras, con valores cívicos y haciendo gala de nuestros símbolos sagrados originales: El Escudo, La Bandera y el Himno Nacional.

De ahí la importancia de la celebración de estas fiestas, también para recordarnos que esta tierra que nos vio nacer, a nosotros y a nuestros antepasados, nuestro compromiso de engrandecerla y prestigiarla, porque aquí tenemos nuestros sueños y los de nuestras generaciones futuras.

Los desfiles de nuestros niños y jóvenes son una forma tradicional para estas celebraciones, como un reconocimiento a los próceres de nuestra nación. E inculcarles a ellos, el amor a su tierra y procurando su bien mediante su formación de ciudadanos virtuosos en conocimiento y valores, que impacten positivamente en el desarrollo de la sociedad.

Las fiestas patrias son también momentos especiales para reflexionar sobre la historia y la identidad de una nación y para unir a la comunidad en torno a la celebración de su independencia, tal como se ha repetido infinidad de veces.

Para estas reflexiones podemos recurrir a los filósofos, historiadores, líderes y pensadores en general, que han contribuido a comprender la noción de patria desde las perspectivas filosóficas, políticas, culturales y éticas, desde Aristóteles, y Cicerón, antes de Cristo. Como Cicerón, que sostenía que la lealtad a la patria, la devoción y fidelidad al país, participar activamente en la vida política, trabajar por el bienestar de la comunidad, y cultivar la moral y la justicia, eran los altos deberes de un ciudadano.

También son memorables en este tema: Simón Bolívar, conocido como “El Libertador”, que jugó un papel fundamental en la independencia e integración patriótica de América Latina, por la “Patria Grande”, con la que él soñaba; el francés Ernest Renan (1823-1892), que planteó la idea de que una nación se forma en función de la voluntad colectiva de los individuos de vivir juntos y compartir un destino común, y que esta voluntad es un factor central en la construcción de una patria; Benito Juárez, el estadista benemérito de México, que decía que “La patria es la libertad, el orden y la justicia”; el expresidente estadounidense, Theodore Roosevelt, que creía que “ser patriota es querer lo mejor para tu país y tu gente”;  y Ernesto Sábato, escritor argentino, que escribió “La patria no se busca ni se defiende en la guerra. La patria se conquista cada día con el trabajo, la inteligencia y el cariño”.

Una última reflexión, es que en la mayor parte de nuestra historia republicana, solo nos ha gobernado una clase política, que, frente a la búsqueda del bien común y la prosperidad del país, han antepuesto sus intereses personales o partidistas, y se han enfocado en las soluciones de corto plazo; además de llegar al poder los menos virtuosos e idóneos, y en general, incapaces y corruptos, posicionándonos entre los países más miserables del planeta. Según los tratadistas políticos, esto solo se remedia mediante la participación masiva y activa de la ciudadanía, que debe ser exigente para elegir a los mejores en pensamiento, méritos y honradez, para dirigir el país; que manejen los asuntos públicos con excelencia, y la mayor transparencia y rendición de cuentas.

Amigos lectores, que disfruten estas fiestas patrias, pero profundicen en estas reflexiones que les he planteado, para hacer realidad nuestros sueños de una Honduras más desarrollada y democrática, ¡y tengan sentido real y verdadero las futuras celebraciones!

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