Reflexiones con soliloquios

Abg. Dennis A. Castro Bobadilla

Para un importante grupo de analistas, el gobierno de Honduras es un fracaso por los niveles de aprobación de la Presidente Iris Xiomara Castro de Zelaya los cuales se mantienen en el entorno del 20%, un margen de error de 5% es decir: 15 a 25 por ciento (el más bajo en la historia del país en una gobernatura de tan solo 2 años). Porcentaje que dista mucho del que tenía al inicio de su mandato, nos parece lamentable en medio de una crisis económica sin precedentes con decisiones erráticas y un estilo del Ejecutivo particularmente agresivo con sus críticos, empresarios, y población académica del país. Además, el partido de la Presidente, no lidera las encuestas de cara a las elecciones futuras de la nación.

¿Por qué el gobierno pretende hacer creer la imagen de retener un importante apoyo popular?

1. Quizás las decisiones en materia económica son las más criticadas, tanto por derecha como por izquierda. La señora Castro de Zelaya mantiene una relación agresiva con la clase empresarial dentro y fuera de su gabinete. Se ha centrado en reformas fiscales para cambiar los términos de la captación de impuestos, pero ha orientado sus esfuerzos en cobrar pagos de impuestos atrasados, revisar contratos firmados por gobiernos anteriores y hacer que paguen aquellos que evaden con regularidad importantes volúmenes de contribuciones fiscales. En los primeros 20 meses en el poder, la economía nacional registró una contracción más que notable, que algunos adjudican a los efectos de las decisiones gubernamentales y quienes la inscriben en una tendencia global de cero crecimientos a futuro próximo. Política de más impuestos para más clientelismo político de un mega gobierno: Vg: el Congreso Nacional de 256 diputados.

2. La política de “austeridad” simulada y de combate contra la corrupción (entendido como ladronismo), emblema narrativo que ha tenido impactos importantes en el gasto público, afectando al funcionamiento de la gestión estatal y de importantes sectores industriales, como la construcción. Por lo que respecta al mundo de los trabajadores, las políticas de la señora Castro de Zelaya parecen más confusas. El salario mínimo ha experimentado sus mayores devaluaciones en poder adquisitivo, con una inflación de precios intolerable, las estrategias de debilitamiento del sindicalismo como política de control a la presión de incrementos salariales está latente, esto último hará que próximamente o en el siguiente gobierno explotará socialmente o hará de nuestra moneda una devaluación más que segura. Aunque las relaciones de la Presidencia con cuestionados líderes de este sector son cordiales y casi de compadre hablado en calidad de complicidad porque sus dirigentes están más que bien

3. Otra de las líneas del gobierno autodenominado refundacional es una confusa política social. Transferencias financieras a sectores desfavorecidos no es una estrategia muy distinta a las implementadas en gobiernos anteriores, su carácter condicional, sin una guía de operación clara, son alimento para reforzar los argumentos sobre el clientelismo político de cara a las próximas elecciones como forma de gobierno.

4. La carencia de capacidades de gestión estatal, sumado a la falta de cuadros con experiencia y frescos conocimientos en la gestión pública, parece justificar la incorporación actores de gobiernos anteriores, así como la delegación de tareas al Ejército, en funciones eminentemente civiles representa un giro radical a la promesa de campaña de la señora Castro de Zelaya para devolverlo a los cuarteles. La visión del proyecto socialista, que piensa en la nación como la unidad, hace más proclive a aliarse con el Ejército, a pesar del descontento de organizaciones sociales, víctimas de lo vivido en años anteriores en lo referente al narcotráfico y el famoso “golpe de Estado”.

5. El frente político es el más conflictivo del gobierno de la señora Castro de Zelaya. La figura presidencial es explotada a diario con un estilo de comunicación histriónico y combativo, en vez de uno conciliador y de integración de la familia hondureña. -Casi todo lo que representa oposición a las decisiones gubernamentales se traduce como antagonismo, enemistad, bajo umbral de tolerancia, solo por expresarse discordante con al proyecto estatal, lo que mantiene entonces a la Presidente y a la prensa en un pleito casi permanente, en ocasiones con penosos episodios personalizados. El gobierno de la señora Castro de Zelaya tiene una vocación hegemónica que reconoce el disenso, pero no está dispuesto aparentemente a dejar espacios sin combatir con lo que sea y como sea.
Negar los problemas serios en sectores como derechos humanos, salud pública, trabajo y seguridad ciudadana junto con una justicia lenta, oligárquica y acomodada deja a todos los hondureños una enorme frustración con depresión ciudadana que solo mira la emigración como solución viable a la vida cotidiana. Creo, aún hay tiempo para reflexión y girar el barco a un nuevo horizonte, pienso luego existo.