Día del maestro-Realidad actual y problemáticas contemporáneas

Por: Tomás Monge*

Para un maestro, poco importa si al desarrollar la lectoescritura aplicó un método alfabético, fonético, silábico, global o ecléctico; si su recompensa es experimentar un sentimiento de satisfacción que es tan profundo, significativo y duradero como pocos otros cuando un niño comienza a reconocer letras, sílabas y palabras. De igual forma, es un enorme logro presenciar su adquisición de nuevos idiomas, su dominio progresivo de operaciones matemáticas simples y complejas, su incursión en nuevos deportes como el balonmano o el voleibol, su desarrollo de destrezas en las artes plásticas, la música, o la danza; y/o, cuando vencen sus propios miedos y superan cualquier obstáculo que había estado impidiéndoles que progresaran.

Naturalmente, una gran mayoría de los padres ignora cómo enseñar muchas de estas cosas a sus propios hijos, ya que evidentemente no han pasado por las aulas de una escuela normal o de la UPNFM, para adquirir los enfoques, métodos y técnicas más efectivas y actualizadas para cada área del conocimiento. Sin embargo, muchos de ellos usualmente se sienten con confianza de sobra para expresarse como grandes pedagogos, psicopedagogos, psicolingüistas, neuroeducadores y “especialistas” del aprendizaje; aduciendo que “saben” cómo los profesores podríamos “enseñar mejor” a treinta o cuarenta estudiantes lo que ellos no son capaces de enseñar a uno solo, en su propio hogar; por lo que, en la actualidad, sus constantes -y duras- críticas y ataques siguen representando una de las más irónicas dificultades que los docentes seguimos enfrentando.

De igual forma, continua la eterna desventaja económica, ya que en la mayoría de los países latinoamericanos el promedio salarial de los docentes se ubica entre los $500 y los $900 mensuales; mientras que en países como los Estados Unidos oscila entre los $4,000 y $4,500, en Alemania $5,500 y en Luxemburgo $8,325; lo cual en nuestra región pesa más, ya que las condiciones de las instituciones educativas son considerablemente pobres, los recursos son escasos -o inexistentes-, la formación continua y permanente prácticamente no existe; y el costo de vida es relativamente alto, en comparación a la calidad de vida, que es considerablemente baja.

Por otro lado, cabe aclarar que un salario alto tampoco es la panacea para la revalorización de la labor docente. Es decir, que existen muchísimas otras dificultades muy significativas, como es el caso de Estados Unidos, en donde a pesar de tener una remuneración digna y competitiva, muchos colegas se están retirando de la docencia y están prefiriendo dedicarse al comercio o a cualquier otro tipo de emprendimiento, debido a que el ambiente escolar los oprime cada vez más; gracias a la desconsideración de los administradores escolares, que son expertos en inventarse múltiples y prolongadas reuniones innecesarias, en solicitar reportes extensos e inútiles que ni siquiera revisan, en complicar todos los procesos de gestión, y en hostigar al docente a todas horas por WhatsApp y correo electrónico.

Asimismo, las políticas libertinas de la izquierda están haciendo estragos en el eje socioeducativo, pervirtiendo los salones de clase con diversas políticas, entre ellas la de “reasignación de género”, por medio de la cual le hacen creer a los niños menores de diez años que pueden “sufrir” de “disforia de género” (inconformidad con el sexo asignado al nacer), y que tienen opción a que periódicamente se les inyecten bloqueadores puberales (análogos de la hormona liberadora de gonadotropinas) para impedir que su cuerpo produzca las hormonas sexuales que afectan los caracteres sexuales primarios (crecimiento de los órganos sexuales) y los secundarios (cambio de la voz, vello corporal y facial, etc.), con el objetivo de que tengan más tiempo para “elegir qué genero quieren conservar”, y determinar qué otros tratamientos médicos o cirugías proceden, según la “elección” de los infantes.

De más está decir que, además de que dichos disparates pueden provocar irregularidades con la densidad ósea y crecimiento de los niños, así como dolores de cabeza, aumentos de peso, sofocos y cambios en el Estado de ánimo; es evidente que en un ambiente escolar en el que se está experimentando con alteraciones médicas físicas y psicológicas tan serias, el profesor se vuelve una figura insignificante y sin autoridad al querer impartirles una materia y formarlos integralmente; si ellos ya deciden cómo y cuándo mutilar su propio desarrollo biológico natural.

No obstante, a pesar de todas las adversidades y del acechante agotamiento mental, emocional y físico que constantemente nos amenaza con empujarnos al decaimiento, a la despersonalización y a la baja realización personal; yo sigo creyendo que los docentes que con pasión, fervor y convicción inquebrantable seguimos entregando nuestro mayor potencial y talento en las aulas de clase, nos ganamos a pulso el reconocimiento, el respeto, la admiración y el cariño de estudiantes, padres, compañeros y autoridades educativas. ¡Feliz Día del Maestro, colegas valientes e inquebrantables!

*Consultor Educativo y Catedrático UPNFM