Nery Alexis Gaitán
La corrupción es la tragedia nacional. Malos hondureños se han robado el dinero del pueblo condenándolo a la miseria. Somos un país muy rico en recursos de todo tipo y si hubieran sido explotados correctamente, y las ganancias hubieran sido del pueblo, viviríamos en un país altamente desarrollado. Además, hemos recibido tanta ayuda internacional que tuviéramos las carreteras enchapadas en oro, pero los pobres no han recibido ni el 1% de ese beneficio.
La hermana siniestra de la corrupción es la impunidad. Los corruptos actúan a sus anchas porque saben que no pagarán sus delitos, no hay quien los procese y los meta a la cárcel, donde deben estar. Es así que tenemos un sistema judicial que solo procesa a los roba gallinas, mientras adula y besa las manos ensangrentadas de los corruptos. Hay un Tribunal Superior de Cuentas pero, por arte de magia, los expedientes millonarios que evidencian la corrupción desaparecen. Solamente hace reparos a empleados de cuarta y quinta categoría que han extraviado alguna silla o perdido algún escritorio.
Es así que tenemos un Ministerio Público cuya función es: “promover la acción de la justicia, defender la legalidad, los intereses del Estado y la sociedad, conforme a lo establecido en la Constitución y las leyes de la República”, si funcionara correctamente sería una maravilla y todos los corruptos, sin excepción alguna, serían enjuiciados y encarcelados.
Pero el MP ha sido inoperante y ha avalado la corrupción, haciéndose de la vista gorda y no procediendo contra los corruptos. Siempre ha habido un pacto de impunidad entre los políticos, por eso continuamente han nombrado un Fiscal General y un Fiscal Adjunto a su medida y conveniencia. Así los corruptos se han protegido de acciones legales en su contra. De esta manera la corrupción ha llegado a extremos terribles; y todos los corruptos, sin distinción de banderas ni partidos, se han dado la gran vida con los dineros del pueblo.
Ahora que llegó el tiempo de nombrar a un nuevo Fiscal General y Fiscal Adjunto, la telenovela está que arde. Como siempre, imperan los intereses de los corruptos y no los sagrados intereses del país.
Las negociaciones están empantanadas. La bancada de Libre, siguiendo órdenes precisas de “Mel” Zelaya, desea nombrar a fiscales que defiendan sus intereses. Es obvio que Zelaya teme la acción legal del MP en contra de tantos desafueros que ha cometido desde el 2006. También, sobre los hechos futuros de este gobierno que seguramente violentarán la Constitución y las leyes.
Por su parte, el Bloque de Oposición Ciudadana adversa los candidatos elegidos por Libre y propone candidatos, si no neutrales, al menos que no sean vasallos del partido de gobierno, como último recurso para defender el Estado de derecho y la Constitución.
Y es que al tener el Ministerio Público y la Corte Suprema de Justicia a su favor, Manuel Zelaya, el presidente en funciones, tiene el camino libre para instaurar la Asamblea Nacional Constituyente y redactar una nueva Constitución que le permita perpetuarse en el poder por medio de su familia o algún vasallo. Dando fin a nuestro sistema democrático e instaurando el fracasado socialismo del siglo XXI en nuestra amada patria.
Los diputados opositores no deben dar su brazo a torcer; es decir, no dejarse imponer los fiscales a la medida de “Mel”. Y las negociaciones deben tener como prioridad los intereses de la patria.
Se debe nombrar un Fiscal General y un Fiscal Adjunto que no defiendan intereses oscuros que tanto daño le han hecho a Honduras. Se necesitan fiscales honestos que luchen hasta las últimas consecuencias para erradicar la corrupción y la impunidad.
¡El bienestar de todos los hondureños debe ser primero!