La celebración del acuerdo con el FMI

Rafael Delgado

El Directorio del Fondo Monetario Internacional ha aprobado un acuerdo por tres años con el actual gobierno. Para un país tan vulnerable ante los cambios fuertes de la economía internacional, tan expuesto a cargas severas del cambio climático, agregado a los problemas estructurales internos, un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional puede representar un buen paso. Sobre todo, si los compromisos establecidos por ambas partes, además de ser precisos en cuanto a los criterios para calificar los avances, contemplan medidas efectivas para mejorar los sectores más deprimidos de la economía hondureña, cerrar esas grandes disparidades en el ingreso y la riqueza, así combatir las terribles ineficiencias de la administración pública, podría ser un catalizador de cambio.

Es muy importante destacar que lo trascendental no es la aprobación misma, que por un lado ha sido celebrada como un gran triunfo por los representantes del gobierno y por otro lado con el silencio de la oposición. Lo más importante es avanzar en las reformas económicas propuestas en los próximos años que obligará a incorporar en las agendas de varias autoridades públicas no solamente esfuerzos auténticos, sino también demostrar resultados contundentes.

Los compromisos incluyen para el caso avanzar en la reforma del sector eléctrico, un problema que, si no se resuelve en los próximos años, seguirá quitándole fuerza al gobierno y al país. Respecto a este asunto de trascendencia nacional, se sabe de sobra los cuantiosos recursos propios y ajenos que absorbe la ENEE; lo deficiente y caro del servicio que le resta competitividad a la economía y recursos a los hogares. Por ello es necesario finalmente construir las alternativas y que funcionen. Otro de los compromisos sumamente complejos es contener el endeudamiento que ya alcanzó sumas muy elevadas absorbiendo sumas extremadamente altas en cada presupuesto anual y que chocará día a día con las intenciones cortoplacistas de conseguir dinero pese al costo que esto implique. ¿Tendremos la voluntad y capacidad para enfrentar estos dos problemas?

Existen otros temas en los cuales habrá que trabajar. El Directorio del FMI ha sido claro que apoya una reforma sustancial al sistema tributario que movilice más recursos, pero que a la vez esos recursos sirvan para ampliar el alcance de las acciones de compensación social a los sectores pobres y vulnerables del país. Las autoridades de los poderes Ejecutivo y Legislativo tendrán por tanto en los próximos meses esa compleja tarea de encontrar acuerdos mínimos que impulsen cambios sin quitarle el propósito de la propuesta reforma tributaria de eliminar la clara desigualdad. En relación a la política del tipo de cambio, el FMI ha dejado claro en el acuerdo que es importante velar por un mecanismo de asignación de dólares eficiente y que preserve la competitividad del país. En este punto es evidente la dificultad que tendrá el mecanismo de subastas deberá lidiar con las especulaciones generadas a lo interno del país por que se perciben incertidumbres o buscando mejores rendimientos en el extranjero.

Finalmente, y no menos importantes están las obligaciones en materia de transparencia y combate a la corrupción. Por allí se obliga el gobierno al mejoramiento de la eficiencia en la administración pública, simplificar los procesos administrativos e incluso crear una comisión internacional contra la corrupción. Todo ello obligará a pasos concretos, a generar resultados tangibles que respaldarán el mantenimiento del programa.

En reiteradas ocasiones se ha hablado por parte de la parte oficial que con este paso aumenta la credibilidad del país y en especial la confianza del extranjero frente al gobierno. Realmente la confianza que ganen las autoridades públicas hondureñas va a iniciar su ascenso en la medida en la que los compromisos que ha asumido se vayan cumpliendo en los próximos años. Por eso veremos las famosas misiones del FMI que vendrán periódicamente a contarle las costillas al país. Por el momento el hecho que se prometan 822 millones de dólares y un desembolso inmediato para apoyar la balanza de pagos de 117 millones de dólares pesa más en los cálculos de los gobernantes que las difíciles tareas que vienen y que habrá que resolver.