Por: José A. San Martin F.*
La mayoría de los países del mundo en donde existen Fuerzas Armadas o de Defensa, diseñan y aplican procedimientos y reglamentos que regulan el empleo del personal que ha causado baja o ha dejado de servir a su país en dichas instituciones. Esto también aplica al personal de la Policía o instituciones de seguridad pública.
Los gobiernos invierten grandes cantidades de recursos, materiales y financieros en la capacitación y adiestramiento de este personal, a fin de que responda con profesionalismo y un alto nivel de capacidad cuando el Estado y sus elementos están en peligro. Constituyen la garantía de la seguridad del país. Esta inversión estatal es la que hace sentirse seguro a la totalidad de la población y sus organizaciones sociales; que están obligados a conocer el nivel de preparación de esta fuerza militar y policial, sus debilidades y fortalezas, para estar al tanto de su nivel de riesgo y seguridad. Es obvio que no todos los países poseen las mismas características y por lo tanto difieren en sus capacidades. Como también es obvio que los países poseen distintas capacidades económicas para invertirlas en este importante factor de supervivencia.
Nuestro país, con limitaciones de recursos, ha mantenido unas Fuerzas Armadas y una Policía hasta cierto punto ajustada para que cumplan con sus obligaciones de defensa y seguridad. Ajustada en el sentido de que apenas limitadamente pueden atender sus obligaciones con calidad, eficacia y eficiencia. Naturalmente que existen un sinnúmero de factores que también intervienen en la operatividad de estas Fuerzas Armadas. Sin embargo, los más importantes son en orden prioritario, el recurso humano y el equipo a utilizar, sin hacer de lado el financiero, que lo proporciona el Estado.
Expuesto lo anterior, quiero dedicar estos pensamientos a enfatizar el empleo del recurso humano en estas funciones de defensa y seguridad. Como antes expresé, las cantidades financieras invertidas en su capacitación y adiestramiento son grandes y, en un país pobre como el nuestro, no es posible estar rotando o substituyendo personal con frecuencia. Este desgaste económico impide o limita un desempeño de calidad de estas instituciones. Inversión contra el gasto.
Adolecemos de un sistema que aproveche en su máxima expresión, al recurso humano altamente especializado y capacitado que aun, bajo una reglamentación especial, pueda servir para mejorar las funciones de defensa y seguridad. El actual sistema organizacional conocido como “La Reserva”, desconocemos si existe o funciona, porque no sabemos de sus actividades de apoyo a sus instituciones madres.
Estimamos que nuestros establecimientos de formación militar y policial deben replantear la producción de especialistas y profesionales en función de aquellos que, no solamente son también especialistas y profesionales en su campo, sino que posee el principal expertis: experiencia. Y que ya existen.
Lograr lo anterior, no es fácil, requiere de un proceso de planificación muy minucioso y factible. Seguro estoy que los beneficios y el ahorro serían altos y beneficiosos en el logro de las misiones que les da la ley.
*Cnel. de Aviación ®
*Excomandante Gral. FAH
Lic. en Ciencias Aeronáuticas Militares